VI - Tipos de narradores (Cuarta parte: el narrador testigo)

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Este tipo de narrador es uno de los más ricos o fecundos que puedes tener a tu disposición.  Como su nombre lo indica, narra testificando, o testifica sobre lo que narra. En los libros vas a encontrar algo de material para estudiar sobre este tipo de narrador, pero de todo lo que he leído al respecto, siempre se quedan cortos, así que intentaré aquí no sólo aclarar un poco lo que a veces se expone de manera algo confusa, sino suplir lo que he echado de menos en los ámbitos académicos. Para eso, haré algunas puntualizaciones que permitirán que puedas utilizar con solvencia este recurso que, como dije, es muy rico y fecundo.

1.- HAY MUCHOS (¡MUCHOS!) NARRADORES DE ESTE TIPO.

El único hecho que tienen en común las variantes de este tipo de narrador es el mencionado antes: TESTIFICA. Y según sea su calidad y confianza, así será su testimonio. En tal sentido, la novela no resulta ser otra cosa que dicho testimonio puesto por escrito.

Aunque no es imprescindible, muchas novelas que son narradas por este tipo, comienzan dejando en claro ese hecho, con expresiones tales como: «He decidido dejar constancia de lo que presencié cuando...»

2.- TESTIGO CONFIABLE O NO.

Aunque la casi totalidad de las novelas escritas con base en este tipo utilizan un TESTIGO CONFIABLE, eso no tiene por qué ser así, siempre.

Lo que hay que recordar siempre y debe presidir tu novela es aquel Primer Mandamiento: «NO DEBES DEFRAUDAR AL LECTOR».

Por eso, casi en todos los casos, el narrador testigo es un testigo confiable, es decir, el lector confía en él y va siguiendo la trama aceptando sin cuestionamiento la realidad de los hechos narrados (aunque sea de fantasía, obviamente).

Pero, ¿qué tal un testigo no confiable? Todo testigo puede tanto equivocarse de buena fe o mentir descaradamente. ¿Podría utilizarse un narrador así? Por supuesto, pero siempre cuidando de no defraudar al lector.

En el caso de que el narrador se equivoque o mienta, te toca a ti decidir si dejas al lector con la idea equivocada que el narrador le acaba de contar (ese es tu objetivo) o si por el contrario, la corriges para traerla de nuevo al reino de la «verdad», tomando en cuenta que la única manera de poder lograr esto, es utilizando OTRO NARRADOR que corrija (por ejemplo, un omnisciente). En un caso como este, la narración la debera comenzar el omnisciente para luego dejar al testigo y al final, cuando vuelve el omnisciente, corrije lo que sea necesario y así como la comenzó, la deberá terminar y cerrar el narrador omnisciente, o mejor dicho, el narrador CONFIABLE.

3. TESTIGO OBJETIVO O SUBJETIVO.

En general se espera que el testigo sea objetivo, es decir se limite a narrar lo que sucede o sucedió objetivamente, se limite a narrar hechos y sólo los hechos que presenció. Sin embargo, tú puedes darle mayor alcance, siempre y cuando el lector pueda distinguir la fuente. Por ejemplo, al narrar un hecho no presenciado, pero del que tuvo noticia, así lo debe indicar expresamente.

Pero también puedes utilizar un testigo al que le permitas introducir en la narración su propia opinión, valoración o apreciación de los hechos y con eso, lo subjetivizas; así como también darle al testimonio un determinado sesgo. Sin embargo, si vas a sesgar, el lector debe ser capaz de captar ese sesgo y mantener un criterio claro por el que vaya juzgando el testimonio. De hecho, cuando utilizas un testigo sesgado, provocas en el lector una forma muy fuerte de «enganche» y logras que se involucre de una manera especial; por ejemplo, si siente simpatía por un personaje que el narrador desprecia, el lector se siente inclinado a defenderle y a analizar por qué el narrador lo desprecia.

Aclarando un poco más estas variantes, debe decirse que el narrador objetivo se limita a los hechos presenciados, mientras que el subjetivo puede serlo de dos maneras: por introducir sus propias valoraciones, opiniones y apreciaciones de forma explícita; o por sesgar el testimonio; y debe notarse que nada impide utilizar una combinación de ambas. En tal sentido, te corresponde a ti determinar el alcance y las libertades de este tipo de narradores.

Ahora sí, las características a tener en cuenta:

a) El narrador testigo (en TODAS sus variantes) NUNCA ES EL PROTAGONISTA.

b) El narrador testigo (en TODAS sus variantes) siempre narra en tercera persona y RARA VEZ lo hace en primera, y como es obvio, sólo cuando se refiera a sí mismo («yo») o a su participación («nosotros»).

c) Sus variantes permiten que puedas elegir de entre las posibilidades de una amplia gama: desde el narrador ascéptico, tipo periodista o reportero de honorabilidad incuestionable, hasta el más sesgado.

d) Puede ser un personaje (pero no el protagonista) o un meta-personaje. Como personaje puede ser alguien que acompañe al protagonista, por ejemplo, un escudero; y como meta-personaje, alguien que accede a la historia desde afuera, por ejemplo, un cronista antiguo. Y aquí cabe mencionar algo que a veces se pasa por alto, el narrador testigo puede ser una PROSOPOPEYA, es decir, una cosa (inanimada, animada o espiritual) y no un humano, por ejemplo, que el narrador sea el caballo del protagonista.

e) Ya se había dicho que el narrador NO ES EL AUTOR de la novela. Pues bien, cuando se utiliza un narrador testigo, el peligro de que el autor se personifique en él es grandísimo. Por eso es también uno bastante difícil de manejar con maestría. Y esto está íntimamente ligado a la próxima característica:

f) Como este tipo de narrador puede ser tanto un personaje como un meta-personaje, DEBE RESPETARSE SU PROPIA PERSONALIDAD (que es otra y distinta a la del autor, o sea, la tuya), por eso, este tipo de narradores deben construirse también con un determinado perfil psico-social, y así, por ejemplo, si nuestro testigo es un niñito de diez años, no se debe ponerlo a narrar como si fuera el secretario de la Real Academia. Deberá narrar como lo haría un niño de esa edad y según sus propias circunstancias culturales.

g) Como no es omnisciente ni equisciente, sólo puede narrar HECHOS, no pensamientos, sueños, etc.; ni tiene visión a distancia, ni ve el futuro. Podría introducir el reino interior de los personajes, pero siempre por vía de opinión o especulación.

RESUMEN DE ESTE CAPÍTULO:

¿Qué te parece que hagas tú esa tarea? De seguro te resultará muy provechoso.

EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO:

Continuaremos con los tipos de narradores e incursionaremos en el narrador en segunda persona.

REFLEXIÓN:

¿Vas captando la importancia y la complejidad de elegir el narrador correcto para tu novela? ¿Puedes ver ya que no es sólo cuestión de que se te prendió la lamparita y se te ocurrió una trama pintoresca y con sólo eso ponerse a teclear como despesperado?

Pero, ¡OJO! Eso tampoco está mal... sólo significará que el trabajo editorial que tengas que hacer después sea una tarea titánica. Por eso, es mejor pensar, ordenar y sistematizar ANTES DE PONERSE A ESCRIBIR EL CUERPO DE LA NOVELA. Te ahorrarás muchísimo tiempo, esfuerzo y decepción.

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