Una querida amiga y colega escritora me planteó por privado hace unos días un tema que decidí contestarle aquí y no por el buzón. No sólo porque la explicación sería muy larga como mensaje, sino porque también puede ser útil para otros escritores. La cuestión es:
¿Cómo introducir una sub-historia, otro hilo, que será muy importante para la trama principal y que con ello no parezca que he empezado a escribir una nueva novela?
Contestándole le digo: lo he estado pensando y como imaginarás, es difícil evitar interferir con lo que tú estás escribiendo. No obstante, se me ocurren dos factores cuya combinación es conveniente manejar bien:
Primero, que retomes la fuerza del narrador omnisciente que estás usando, quien como tal, ya sabes, todo lo puede; y segundo, utilizar los «mini-relatos» de transición. De lo que llevo leído de tu novela en cuestión, tu narrador es bastante «débil», pero no me malinterpretes, porque eso no está mal, para nada; pues en ese tipo de narradores, una juega con distintos niveles de fuerza o potencia. Un narrador omnisciente «fuerte» interviene con participación más directa, introduciendo comentarios e incluso opiniones, interpretando hechos o pensamientos, y lo hace de forma personalizada, es decir, apareciendo más fuertemente como el meta-personaje que es y acercándose un poco a lo que sería un narrador testigo. Quizás con un ejemplo me explique mejor y para eso volvemos a La Rebelión de Caronte:
Narrador (omnisciente) «débil»:
La oscuridad de los pasillos impedía tener la seguridad de moverse con libertad, pues así como el capitán podría no ser visto, de la misma forma él tampoco vería si había alguien que pudiera descubrirlo. Pensó que debía tener más cuidado del usual, aunque si alguien había cuidadoso y prudente era él.
Narrador (omnisciente) «fuerte»
[Misma escena] La oscuridad de los pasillos impedía tener la seguridad de moverse con libertad, pues así como el capitán podría no ser visto, de la misma forma él tampoco vería si había alguien que pudiera descubrirlo. Y debo agregar que las cosas, en el cuartel, no andaban para nada bien. El capitán Pérez pensó que debía tener más cuidado del usual, aunque si alguien había cuidadoso y prudente era él. Ya había dicho antes, que a raíz de lo sucedido en el patrullaje alrededor de Nix, otro de los satélites de Plutón, el capitán tuvo una experiencia que le había enseñado que, tratándose del Comandante, todo cuidado es poco. En realidad, el capitán estaba atemorizado; aunque no sé si esa palabra sería la adecuada; quizás, «demasiado suspicaz» fuera una mejor elección.
En esta segunda versión, puede observarse que el narrador omnisciente interviene personalizado y hablando en primera persona, lo cual es destacado en las negritas y realzado con los subrayados.
Un narrador fuerte, se toma muy a pecho el acto de narrar, y eso podría captarse si se piensa en alguien narrando una historia verbalmente, más que por escrito; tal sería el caso de quien, frente a la chimenea, cuenta un cuento infantil. En tal caso, los niños oyentes ven y escuchan al narrador que está presente en cuerpo y alma frente a ellos, y aunque saben que no es un personaje de la historia, comprenden la importancia que tiene (si no narra no hay historia) y aprecian su intervención con explicaciones, aclaraciones e incluso vertiendo opinión. Es ese papel de meta-personaje «real», al estar presente, lo que permitiría que los niños interrumpieran para preguntar o pedir explicaciones.
En una novela, el narrador omnisciente puede tomar esos niveles: desde la mayor debilidad (caso en que el lector ni siquiera repara en que alguien está narrando) hasta la mayor fuerza (caso en que sin su intervención personalizada, la historia se desdibuja) con todos los grados intermedios. Y no es que deba mantenerse así, inmutable, durante toda la novela, sino que usará su fuerza según se necesite variándola en función de las escenas.
Un narrador omnisciente «débil», no es un error ni un problema, si ese tipo es el que la historia requiere, así que no debe tomarse como un punto en contra. Lo sería si no fuera ese tipo de narrador el requerido y por su debilidad, la trama pierde potencia.
Ahora bien; ¿qué pasa cuando se está contando una historia con varios hilos? Ya había dicho yo pestes contra los indeseables «POV's»; pero en este caso también es innegable que se corre el peligro de que, al comenzar un segundo hilo (una sub-historia) se rompa el arco dramático de la principal, se produzca un salto injustificado y se pierda la fluidez del relato.
Es ahí (entre otros muchos casos) donde un narrador fuerte entra al rescate. Supongamos que se está comenzando a contar el romance entre Fulano y Mengana. Eso ocupa, digamos los primeros cinco capítulos de la novela. Para el sexto, es hora de introducir la sub-historia de Zutano, que será de gran importancia en la trama general y esa sub-historia, ese nuevo hilo, ocupará un par de capítulos o incluso más. Si no se recurre a una correcta transición y concatenación, se producirá el nocivo efecto de romper el arco dramático y de interrumpir la fluidez del relato principal; y es por eso que el narrador debe usar su fuerza para lograr la transición y la concatenación adecuada, en el sentido de establecer los eslabones que unan la sub-historia a la principal y que el lector no crea que ha comenzado a leer otra novela distinta.
Siguiendo con el ejemplo del romance, en el capítulo «X» se quedó en que Fulano y Mengana se enfrentaban a una situación interesante, como por ejemplo, conocer a los padres de él, y que el narrador había dejado insinuar que serían un problema. En el capítulo siguiente, digamos «Y», el escritor considera que es momento de introducir la sub-historia de Zutano. Para evitar el divorcio entre historias y la ruptura entre capítulos, ese capítulo «Y» podría comenzar con algo así:
Mientras Mengana dudaba sobre su futuro y el temor por enfrentarse a los padres de Fulano la llenaba de ansiedad [mini-relato de transición que empalma la historia principal con la que sigue], Zutano se moría de frío en la calle desolada. Las navidades, por más lindas que las consideren, con villancicos, mitones, bufandas y chimeneas hogareñas, matan a los más desprotegidos. Tanto Fulano como Mengana, en aquel momento, ni se imaginaban el papel que Zutano iba a desempeñar en sus vidas... [segundo mini-relato de concatenación con la historia principal] Tan importante es que amerita que se exponga con los detalles necesarios. [Aquí habla un narrador fuerte que explícitamente dice y anuncia que va a narrar una sub-historia importante, tal como se lo diría a sus oyentes si estuvieran sentados alrededor de la fogata en un campamento.]
Además de lo anterior, dicho para unir las historias y hacer una transición adecuada, la sub-historia no debería provocar, por lo largo, que el lector se olvide de lo importante: de la historia principal, por lo que los «eslabones» y puntos de contacto con la principal, deben ser relatados y puestos en los lugares y momentos estratégicos, con la idea y mensaje sutil (no expreso) de «no te olvides que Fulano y Mengana están a punto de conocer a los padres de él y eso va a ser interesante; ni que por más importante que sea Zutano, no es el protagonista ni mucho menos, así que cada chanchito a su chiquerito.»
Por lo tanto, si te enfrentas a sub-historias o hilos que al exponerlos te dan la sensación de que separas y divorcias las historias, no dudes de que estás rompiendo el arco dramático y echando a perder la fluidez del relato; y eso sí que es un error y debe evitarse. En tal sentido, concatena, une, amarra, amalgama ambas historias para lograr una transición adecuada y oportuna, así como impedir que la sub-historia adquiera más importancia de la debida, y para eso, tienes las frases, oraciones, escenas (que llamé «mini-relatos de transición») a las que echar mano, poniéndolas en la voz de un narrador con la fuerza apropiada para que logre su cometido y el lector pueda continuar la lectura con total naturalidad sin rompimientos ni sensaciones inexplicables que considere fuera de lugar.
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En cuanto al taller, como he estado bastante liada con compromisos (que cuando lo anuncié no los tenía), no lo he convocado aún, sino hasta que tenga la seguridad de poder atenderlo con la seriedad que corresponde. Les agradezco su paciencia y comprensión.
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Cómo se escribe una BUENA novela
RandomPara empezar hay que hacer una distinción de capital importancia y ésta es que hay básicamente tres tipos de novelas: a) Las malas, b) Las que no son ni buenas ni malas y c) Las buenas. Luego es necesario dejar otro punto básico en c...