XVI - Diálogos (2a. parte)

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1.- El narrador en primera persona

Un estudio especial merece el caso del narrador que también es un personaje dentro de la novela, como sería el ejemplo de que el protagonista también narre en primera persona. (Sería conveniente que repasaras lo dicho en el capítulo V.) Esto es así porque el mismo personaje algunas veces habla por sí y otras actúa como narrador, es decir, cumple dos funciones narrativas distintas, y eso puede prestarse para confusiones tanto por parte del escritor, como por parte del lector.

La cuestión es, en el fondo, muy fácil: hay que tener claro cuándo el personaje dialoga con otros personajes y cuándo está simplemente narrando lo que sucede. Sin embargo, el problema puede surgir precisamente en el caso de que el personaje esté dialogando y a la vez haya acotaciones. En este caso, hay que tener claro y dejar claro para el lector qué parte del texto corresponde a lo que habla y qué parte corresponde a lo que acota. Para eso es importante distinguir lo que es y cómo se usan las acotaciones y que vimos en el capítulo anterior.

Veamos un ejemplo que pudiera haber en la novela que nos ha servido de ejemplo, o sea, La rebelión de Caronte, donde el protagonista (el Cap. Pérez) es también el narrador:

Llegué a la clínica a la hora acordada y creo que sin ser visto. El sitio estaba solitario aunque desde un rincón oscuro apareció la Dra. Nge.

—Buenas noches —saludé en voz baja.

—Capitán. No tenemos mucho tiempo así que seré breve. Escuché a uno de los soldados del Comandante decir que habían enviado a un par de espías al destacamento en Caronte. Son hombres y pretenden infiltrarse entre el personal de limpieza.

—¿Ya los enviaron o todavía no?

—Según parece, ya están allí.

Me quedé unos segundos en silencio pensando.

—Gracias, Doc —le dije con preocupación—. Esa información es muy valiosa. Pondré en alerta a los compañeros en Caronte.

Me despedí sin más y salí tan sigilosamente como entré.

Como puede observarse, tanto la narración pura y simple como las acotaciones, están en primera persona. La clave para no confundir ambas funciones está en el correcto uso de los signos de puntuación, particularmente de la raya o guion largo; pues es a ellos a quienes les corresponde la tarea de asignar claramente ambas funciones narrativas.

2.- El «diálogo interior»

Este es otro punto importante, sobre todo de cara a diferenciarlo del diálogo común así como de la narración de pensamientos.

La primera diferencia y la más clara, es que en el diálogo común, el personaje habla con otra persona que no es él mismo, tal como se ha visto en los ejemplos anteriores e incluso en el capítulo anterior. Ahora bien; ¿cabe la posibilidad de hablar en voz alta consigo mismo? Obviamente que sí (muchas veces nosotros mismos hablamos así hasta sin darnos cuenta). Cuando este es el caso, se trata como un diálogo común (algunos lo llaman «autodiálogo», expresión que no parece muy precisa y menos feliz, pues en última instancia sería un monólogo), pero con la utilización de los pronombres reflexivos: «se» (cuando se trata de un narrador en tercera persona); y «me» cuando lo es en primera. Un ejemplo:

—¡Demonios! —me dije al salir de la clínica—. Tendré que apresurarme para alertar a los chicos en el destacamento en Caronte sobre los espías.

Como puede observarse es una expresión del capitán hablando consigo mismo en voz alta. Bueno, «en voz alta» es sólo una forma de decirlo, porque también puede hablar en voz baja o incluso susurrar. El punto que lo distingue es que resulta ser un diálogo que se oye, es decir, que el sentido que opera (para el lector) es el del oído y esto es lo que lo distinguirá del diálogo interior, pues éste ocurre dentro de la mente del personaje y por lo tanto nadie lo puede escuchar.

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