Capítulo 4

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-¿Cómo pudiste darle calabazas de una forma tan fría? -le preguntó su amiga con desaprobación.

-Deja ya de cuestionarme, Marina. He salido de casa para despejarme, no para escuchar tu charla.

Se encontraban en casa de Marina.

Beatriz estaba sentada sobre la cama de su amiga con las piernas cruzadas y su muleta sobre el regazo. Marina, por su parte, caminaba arriba y abajo por la habitación.

-Aprecio mucho a ese chico, ¿Sabes? -se detuvo ante ella-. Ya se que lo has pasado mal, pero no puedes pagar con él todo tu odio.

-Yo no pago mi odio con nadie -se defendió Beatriz.

-Sí que lo haces -la regañó-, y ya va siendo hora de que cambies.

Beatriz pudo intuir en la voz de su amiga que estaba tramando algo.

-¿En qué piensas, Marina? -preguntó inquieta.

-En que llames a Nicolás y quedes con él -respondió Marina muy seria.

-¿Te has vuelto loca? -preguntó Bea sin ocultar su sorpresa -. No voy a llamarle. Además, no tengo su número.

-Entonces pídeselo -le sugirió su amiga encogiéndose de hombros.

-¿Ahora?

-¿Por qué no?

-Porque es frío. ¿Le escribo un mensaje de Facebook y le pregunto por su teléfono? No me convence, lo siento.

Marina no pudo evitar reírse ante su comentario.

-Pensaba que fría era tu definición de ser, Bea.

La aludida tomó uno de los almohadones y se lo lanzó con rabia. Falló por muy poco.

-No sé cómo pude dejarte convencerme de lo del Facebook, pero tus artes de celestina no darán resultados conmigo.

-Eso dices ahora, pero estoy segura de que cambiarás de opinión.

-¿Recuerdas cómo termina esa historia, no?

-Claro que lo recuerdo, ese no será tu caso.

Sus palabras sonaron más a una promesa que a una verdadera afirmación, igualmente no consiguieron dejar huella en Beatriz.

-No lo creo, esas cosas nunca acaban bien. Te lo aseguro.

-Confía en mí, Bea. Esta vez si que habrá un final feliz.

-No lo creo -murmuró ella nada convencida.

-Ahora, vas a coger ese móvil -le ordenó tras un breve silencio-, vas a ir al chat del Facebook y, vas a quedar con él.

***

Un nuevo mensaje en el chat del Facebook vino a distraerle.

Nicolás pinchó sobre la etiqueta donde se podía leer "Marina Rina Rima".

《Hola Nicolás. He hablado con Beatriz. Chico, no tienes nada que hacer. Pero si estás dispuesto a escucharme, tengo un plan》

Él sonrió algo escéptico, aún así respondió:

《Te escucho》

Si  los ojos no lo ven, el corazón no lo sienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora