Soy una adicta al sexo... Y no te imaginas cuanto.
Hola soy Judith pero puedes decirme Jud y esta es mi historia.
Últimamente no se que pasa con mi vida, cuando por fin logro tener todo lo que soñe, me lo quitan.
Pero ese no es el punto, el punto...
Después de que Jacob enredara con la soga mis muñecas, hizo lo mismo con mis tobillos dejándolos un poco separados uno del otro. Con el sobrante de cuerda unio la soga que tenía en mis muñecas con la que tenía en los tobillos.
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Y aquí estoy yo. Agachada, desnuda, con las piernas un poco abiertas, las puntas de mis dedos tocando una alfombra de una habitación ajena a la mía, mi vista observando el piso, completamente hundida en la sumisión, completamente loca por Jacob.
Jacob esta detrás de mí, puedo ver sus pies en la posición en la que me encuentro. Camina por toda la habitación. Finalmente vuelve hacía donde estoy, se para delante de mí, se hinca para estar a nivel de mi cara.
Toma mi mentón y lo acerca a su boca. Metió su lengua con avidez y me beso con frenesí. Mordisqueo mis labios, y tiro de mi labio inferior sin piedad. Aquel beso me dejo jadeante, me falta el aíre, me falta más de Jacob.
Mi boca detecta un sabor a óxido, y veo que caen unas gotitas de sangre cerca de mis ataduras. Es mi sangre. Sangre de mis labios.
-Judith González, has dicho las reglas resumidas, y eso no me gusta.- camina cerca de mi cuerpo sin tocarme.- Tu castigo, te dolera, te dejaré sin lo que te gusta, sin orgasmo. Te follare cuatro veces, por las cuatro reglas que resumiste, y en ninguna habra orgasmo.- podría apostar que Jacob esta disfrutando de la situación.
Jacob se coloco detrás de mi. Escuche como resbalada su pantalón y boxer por sus piernas, los retiro de su cuerpo dejándolo sus ropas en el sillón blanco con bordes de madera clara que se encontraba a unos pocos centímetros de mi, justo donde estaba la unica prenda que traía conmigo, mi Caminó de nuevo hacia su equipaje, abrió un cierre y sacó un envoltorio, lo rasgo y sacó su contenido. Se colocó la protección ya en su abultado miembro.
Tomo mis caderas.
Mi labio dejaba de sangrar, quitando el extraño sabor a óxido de mi paladar.
Me penetro por detrás, tomandome fuertemente de las caderas. Sentí como mi espalda se partía en mil pedazos en esta incómoda posición y con la fuerte embestida de Jacob.
Sus movimientos eran lentos, los hacía así a propósito, su tortura, su castigo hacia me hacia una sadomasoquista.
Sus movimientos lentos que hacía dentro de mi, me tienen jadeante. Cada embestida más fuerte, estoy a punto de caer en un convulsionante orgasmo.
