Remuevo impaciente el bote de las galletas intentando buscar el fajo de billetes. Chasqueo la lengua cuando mi mano acaricia el suave tacto del dinero. Sacudo los once billetes y me los guardo en la cartera rápidamente. Esto me dará para sobrevivir otro mes más por mi cuenta.
Me encierro en el baño y me recojo el pelo en una coleta alta. Saco mi kit de emergencias y comienzo a ocultar los morados de distintos colores que inundan mi piel pálida. Me muerdo el labio de dolor cada vez que el pincel pasa por encima de uno de ellos.
- ¡ME VOY RATAS! – la voz de mi madre resuena por las paredes de casa, seguida de un fuerte golpe producto de su inminente salida.
Aprieto mis puños contra el lavabo furiosa. Observo a mi reflejo impoluto. Vestido con el uniforme, con cientos de capas de maquillaje y una sonrisa falsa, ¿cuándo había aprendido a esconder tan bien mis sentimientos?
- ¿Danbi? – la puerta del baño se abre y muestra la figura de mi hermana pequeña.
- Sí, sí, ya me lo tomo – agarro la tostada que me sostiene y la muerdo mientras camino hacia el comedor.
- ¿Te hizo mucho daño? – mastico el pan mirándola fijamente.
- Dae, no te preocupes por mí. Estoy bien, no me ha pasado nada malo.
- ¡Eso es mentira! ¡Escuché los golpes Danbi, no me mientas! – cojo nuestras mochilas del suelo.
- Dae, yo puedo aguantar los golpes, tú no.
- Pero yo no quiero que te pegue. Yo no quiero que pegue a nadie más – escucho los sollozos de mi hermana, y disgustada me giro para encararla.
- Te prometo que esto acabará, ¿vale? Solo necesito tiempo.
Acaricio el pelo negro de mi hermana con delicadeza. Se parece tanto a papá que solo con mirarla a los ojos noto como el dolor de su muerte me recorre las venas y me provoca la necesidad de acabarme una caja de cigarrillos entera.
Caminamos cogidas de la mano, a paso de tortuga, disfrutando del magnífico día que hace en Busan. Las nubes corren por el cielo azul lentamente mientras algunos rayos de sol iluminan la ciudad. Sin poder evitarlo, saco una foto con el móvil y me recuerdo interiormente de ir a por la cámara de fotos al motel.
Me despido de mi hermana con un beso en la mejilla. Dae sale corriendo por las escaleras del colegio saludando a todo el mundo. Ella es todo amabilidad y simpatía mientras que yo soy solitaria y cerrada.
Me dirijo hacia la calle de enfrente dónde yace el instituto en el que estudio. Al percatarme de que todavía no hay ni un alma cerca de allí, decido escabullirme al callejón más cercano.
Le doy la última calada al cigarrillo y disfruto de la paz interior que se crea en mi cabeza. Parece que todo estará bien después de fumar. Arrojo el cigarrillo, ya apagado, a la basura y me bajo de un salto de la pared en la que estaba sentada.
- ¿Otra vez está noche? – la voz de V me llega desde el otro lado de la pared.
- Necesito dinero, es más, necesitamos dinero – me agacho todo lo que puedo y me mantengo callada escuchando la conversación.
- ¿Sigues vendiendo? – una nueva voz se une a la conversación.
- ¡No! A ver no vendo tanto como antes, vendo solo cuando me apetece – las voces de varios chicos gruñen en desacuerdo.
- ¡Te dijimos que dejaras de hacerlo!
- Lo sé, sólo necesito un poco más de dinero para unos asuntos que no tienen nada que ver con la droga – ¿droga? ¿quién era V, y qué tipo de amigos tenía?
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HELL ➳ Rap Monster
FanfictionYo, Kim Namjoon, te doy la bienvenida al Infierno. Prohibida su copia.