HELL ➳ Rap Monster

| Ese es el jodido problema |

- Namjoon – suelto su mano de mi muñeca con lágrimas en los ojos –. Ambas vidas valen lo mismo. Ambos tenemos el mismo derecho a vivir.

Rapmon parece que se calma. Su mano está en la misma posición desde que deshice el contacto. Sus ojos me observan. Me limpio las lágrimas con la chaqueta y me alejo poco a poco de ellos.

- Yo nunca seré capaz de matar a alguien, pero entiendo vuestra situación. Él era el malo de la peli y como en toda buena película, tiene que morir – cierro los ojos y me doy la vuelta –. Lo entiendo – sollozo como despedida.

Corro hacia mi habitación en el motel como si el mismísimo diablo me estuviera persiguiendo. Quiero que el dolor que había intentado olvidar no vuelva a resurgir de sus cenizas. Quiero que todo lo que tenga que ver con él, desaparezca.

Para mi suerte, Onew está dormido en el mostrador y no se percata de que he pasado por allí. Cierro la puerta de mi habitación y me tiro al suelo.

Ha vuelto a matar a alguien, por salvarme a mí. Lo ha vuelto a hacer.

Me tiro del pelo, incapaz de razonar. Llevaba un mes sin saber nada de él, ni de Tae. Ningún mensaje, ninguna llamada, nada. Y de repente, uno de los socios del hombre que le vendía droga a Namjoon, me busca para violarme y para matarme. ¿Por qué? Porque yo soy importante para Rapmon. ¡Ja! ¡Y un cuerno! Que vayan a buscar a otra fulana en mi lugar.

Me quito la chaqueta y la lanzo con fuerza contra la pared. Me encierro en el baño. Dejo que el agua se caliente mientras me voy desnudando. Coloco el móvil en el lavabo justo cuando la pantalla se enciende y me avisa de una llamada entrante.

Es el director del almacén.

Tiemblo.

- Buenas noches, director – cierro de inmediato el grifo de la ducha y me mantengo atenta al teléfono.

- ¡Mi diamante en bruto! ¿Cómo estás? ¿Has dormido bien? – suspiro tranquila.

- Ahora mismo iba a meterme en la ducha. ¿Me llama por las fotografías?

- ¡Oh, siento interrumpirte! Pero, sí, sí es por las fotos. ¡Se han vendido todas!

- ¡¿Todas?! – me atraganto.

- ¿Cuándo puedes darme más? – abro los ojos y pienso en los más de veinte carretes llenos de fotos que guardo en el armario del motel.

- Mañana si quiere – le escucho reírse.

- ¡Perfecto! Mañana me las puedes enviar al mismo correo. Pero, ¡tengo una idea!

- ¿Qué tiene en mente?

- Le diré a los compradores que tendrán que esperar un tiempo, así aumentará la expectación por las imágenes. ¡Será un boom! – me río.

- Me parece perfecto.

- ¡Genial! Por cierto, Danbi, ya tienes el dinero en la cuenta. Te añadí un poco más por las rápidas ventas. Espero no me defraudes.

- ¡Muchas gracias! Prometo esforzarme.

- Muy bien. Hablamos – el director cuelga.

Dejo el teléfono en el lavabo de nuevo y me sumerjo en el agua.

Relajo los músculos de la espalda y me esfuerzo por limpiar cualquier resto de fluido corporal del hombre que me ha tocado. Me lavo el pelo y me quedo más tiempo del que debería debajo del chorro de agua, con los ojos cerrados y con una tímida sonrisa de satisfacción. Las fotos se han vendido muy bien y quieren más. Al fin parece que comienzo a ver la luz del túnel que me ha estado consumiendo.