XXIV

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— Necesito un descanso — bostezó Dinah recostándose contra el respaldo del mueble de la sala.

— Yo igual — dijo Nielle imitándola.

— No hemos encontrado nada que nos ayude a saber dónde podrían estar las gemelas — resopló Saint levantándose del suelo y sacudiéndose — En ninguno de estos papeles dice nada.

— Deberíamos ir a donde vivían antes — Sugirió Grace encogiéndose de hombros — puede que hayan pasado por ese lugar.

— Buena idea — dije levantándome del mueble — leyendo un montón de papeles no lograremos encontrar nada.

— Ustedes vayan, yo me quedaré aquí con mi hermana — suspiró Kellen — puede despertar en cualquier momento.

Le miré con algo de lastima, a la pobre chica le han hecho un montón de exámenes y aún así no han logrado averiguar qué es lo que tiene, Thadeo la revisa constantemente, pero dice que no observa cambios en nada.

Tomé una profunda respiración y moví mi cuello tratando de aliviar la tensión que sentía en este, los muebles de la casa de Thadeo eran muy bonitos, pero eran algo incómodos.

— Podemos ir Grace, Nielle, tú y yo — Me miró Saint señalandonos — los demás pueden quedarse viendo a ver si consiguen algo de información.

— Si pueden conseguir algo de sus pertenencias — nos dijo Axel levantándose y tirando los papeles a un lado — puede que logre sacar algo de información.

Asentí mientras veía como Nielle se levantó y se ubicó a mi lado dándome una pequeña sonrisa, la miré ceñudo, pero cambié mi expresión y le correspondí la sonrisa con algo parecido a una mueca, escuché a Hansel soltar una risa y mirarnos divertido, rodé los ojos y fui hasta mi habitación a cambiarme la ropa para ir hasta la casa de aquellas gemelas.

Una media hora después ya teníamos las cosas listas, a donde iríamos no nos quedaba cerca, nos dirigimos a la capital de Alemania, a Berlín y eso era por lo menos varias horas de viaje. Montamos todas las cosas en la camioneta, Nielle se despidió de Axel, Kellen, Dinah y Hansel, luego de eso me dio una breve mirada y se montó en la camioneta. Seguía sin acostumbrarme a sus ojos color metálico.

Saint, Grace y yo nos montamos unos minutos después, a mi tocaba manejar, Nielle iba de copiloto mientras que Saint y Grace iban a atrás. Eché una mirada por el retrovisor a los dos, tenían una actitud rara y sospechaba que Saint comenzaba a sentir cosas por Grace debido a cómo se comportaba con ella. No me parecía una mala idea, podía agradarme la idea de que estén juntos.

Eché una mirada a Nielle y esta miraba fijamente hacia la ventana, tenía un impulso de tomar su mano, pero iba a ser algo fuera de lugar. Apreté fuerte mis manos en el volante y tomé una profunda respiración.

Era un estúpido.

Un completo estúpido.

Creo que, si hubiera premios para los más estúpidos, me ganaría el primer lugar.

No entendía que me pasaba con ella y por qué mi reacción era alejarme, quería estar con ella, pero al mismo tiempo un sentimiento de incomodidad me asaltaba, no sabía cómo actuar.

Volví a voltear a mirarla y seguía con la mirada fija a la ventana, miré su mano que descansaba en su pierna y soltando un suspiro, diciéndome que lo más probable era que quedara como un idiota, tomé su mano y la coloqué junto con la mía. Vi como volteó a mirarme sorprendida, tragué fuerte y evité mirarla para no arrepentirme de lo que hacía, sostuve fuerte su mano dándole un apretón y seguí manejando.

Unas dos horas después, nos detuvimos a comer algo en algún local de comida rápida, mi estómago rugía y si no comía, iba a terminar desmayado del hambre.

— ¿Cuánto falta para llegar? — preguntó Grace sentándose en la mesa una vez que entramos al local.

— Unas dos horas más — respondió Nielle sentándose a su lado.

— Te toca manejar — le dije a Saint.

Una vez que vino una señora a tomar nuestra orden, recosté mi espalda en la silla cerrando mis ojos, estaba cansado, quería encontrar de una vez a Oskart y a las estúpidas gemelas.

Abrí mis ojos y vi como Nielle me miraba curiosa, le sostuve la mirada por unos segundos, pero la quité una vez que vi como comenzaban a colocar nuestra comida en la mesa, no esperé ni unos segundos y comencé a comer todo lo que estaba en el plato, unos huevos con tocineta, panquecas y un jugo de naranja.

Hice un sonido de satisfacción una vez que dejé el plato

— ¿Acaso te estabas muriendo de hambre? — preguntó Saint una vez que terminamos, mirándome con burla.

— Si, lo estaba — le contesté llamando a la señora que nos atendió — la cuenta por favor.

La señora asintió y vi cómo se quedaba más de lo normal mirándonos a Saint y a mí, luego dio un vistazo a Nielle y abrió los ojos sorprendida para luego irse a buscar lo que le pedí.

— Debimos colocarnos lentes de contacto — murmuró Saint.

— Si, debimos — contesté.

La señora volvió a venir hasta nosotros y me entregó la cuenta, coloqué el dinero en la pequeña carpeta donde estaba la factura y se la di, viendo que no quitaba su mirada de nosotros.

— Lentes de contacto — le dije — no son de verdad — terminé por decir señalando mis ojos púrpuras.

Asintió confundida y se fue. Rodé los ojos, si debimos colocarnos lentes de contacto

Descontrol Mental©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora