Bajo una manta.

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Los ojos se me abrieron de par en par cuando oí vibrar el despertador al lado de mi cabeza.

Di un golpe y lo apagué. 

Miré a mi lado y le ví, sudadito, anoche hicimos ejercicio, sí sí.

Reí al recordarlo. 

Empezó mordiendome el cuello, dejando huella, como a el le gustaba, y termino entre mis piernas.

Le estaba cojiendo el gustillo a esto.

-Bebé - dije tocándole su pelito revuelto - despierta - le besé el cuello.

-Mmmmmms - se dió la vuelta mirandome - te quiero.

Esto era empezar bien la mañana, con un te quiero.

-Y yo jope - le besé la mejilla - anda levanta, y hazme el desayuno cual princesita.

-¿eh y a mi qué? - hizo puchero - 

-Tú mañana te vas a Canadá con la chica más genial del mundo, ¿no es suficiente?

Comenzó a reir.

-Tienes razón, sí.

Se levantó, me cogió en brazos y me llevó hasta la encimera de la cocina.

Una vez allí comenzó a besarme el cuello, como comenzó ayer, esto pintaba igual.

-Eh cariño, desayuna y para de comerme la oreja - dije riendo-

-Serás sosa, me has cortado el royo.

Se puso a hacer el café y me besó otra vez.

La mañana dió para mucho. Fuimos de compras, algo de nueva ropa para los dos, una funda para la guitarra de Just, y algo de maquillaje. 

Después comimos en un Burger. En el que tuvimos una conversación algo rara.

Justin me tiraba indirectas claras de que quería que nos casaramos. Sí, puede resultaros extraño, como me lo parece a mi, pero enserio, no paraba de repetir frases como 'eres la mujer de mi vida' 'cuando estés vestida de blanco' 'cuando digas el sí' y cosas así.

Me imagino ese día, y lloro. Porque será perfecto si nos casamos algún día. 

Su madre estaría feliz, porque según él, el sueño de su madre es verle en el altar, sentando la cabeza.

Despues de esa conversación fuimos al centro a dar una vuelta y después a casa, terminando de hacer la maleta, mañana era el gran día. Mañana veríamos a sus amigos y familia, conoceria a su gente, su gente lloraría al verlo tan mayor, tan diferente. Y conociendome, yo también lo haría.

-Princesa, ¿me concedes este baile? - me cojió la mano mientras ponía su disco en la radio - 

Sí, su disco, Justin era ya un cantante bastante conocido, aunque todavía no había llegado su buuuuuuuum.

As long as you love me comenzó a sonar por nuestra casa, el acústico.

Puso sus manos en mi cintura y yo le rodeé el cuello. Mientras bailabamos él cantaba, yo moría de amor, su voz era como la de un ángel.

-Justin, te quiero, para siempre mi vida.

Me besó la frente.

-No lo dudes princesa, será para siempre.

Nos acurrucamos en el sofá y nos quedamos así el resto de la noche, escuchando música y abrazandonos bajo la mantita. 

Curando las heridas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora