Niall llegó más temprano de lo normal. En cuanto entro al almacén se dispuso a apilar algunas cajas, tratando de apaciguar las emociones que lo llenaban. Le picaban las manos al igual que sus labios y estómago. Como si estuviera sometido a unos choques eléctricos que parecían no querer detenerse.
—Buenos días, Ni.
El rubio lo abrazo a forma de saludo.
—Buenos días, Zayn.
El mencionado sonrió, dándole un beso en la frente. Y quizá Niall nunca lo admitiría en voz alta, pero cada pequeña acción de Zayn le gustaba, le hacía sentir cálido y seguro.
Eso le aterraba mucho.
(...)
Zayn sonrió al ver las mejillas sonrojadas de Niall. El ojiazul había comenzado a hablar con más seguridad a su alrededor. Dejando ver un lado dulce y frágil que enamoraba más al moreno. Incluso le parecía hermosa -aunque mortal- la forma en que fumaba como si no significara un riesgo.
Claro que en varias ocasiones trato de persuadirlo para que lo dejara, pero sólo le respondía con la misma sonrisa torcida.
— Sólo fumo cuando estoy excesivamente feliz o excesivamente triste. Debe haber un muy buen motivo para querer sofocar mis pulmones con humo.
— ¿Y por qué lo haces ahora? —preguntó con la curiosidad poco disimulada en sus facciones.
—Fumo porque te conocí, aunque aún trato de averiguar si eso me convierte en una persona excesivamente feliz o excesivamente triste...