Luna de Miel

Epilogo

Un año y medio mas tarde

Agnes aun no podía creer donde estaba, en Las Fiji, en una lancha junto con Fátima camino de una isla desierta  ¿Cómo se le ocurría a Aurora casarse allí?

-Ya estamos llegando –Darío las miro sonriente –Wakaya

-Vaya –Fátima admiro la hermosura de ese lugar –Es preciosa

-Y no solo eso –Clauss sonrió mirando la playa –Dicen que las parejas que se juran amor aquí son felices por el resto de sus vidas

-Una bonita leyenda –Agnes miro a la gente que se encontraba en la playa, la mesa blanca tras la que se encontraba el cura, las flores blancas adornando todo

Bajaron de la lancha y caminaron por la playa maravilladas, el contraste de la arena blanca, el agua azul y el verde de los árboles era maravilloso.   Además sobre las sillas preparadas ante el cura se encontraba un gran telar rojo dándoles sombra 

-Hola –Abi camino hacia ellas con la niña tomada de la mano –Mira Kristen, la abuela

-Mi niña preciosa –Agnes cogio a su nieta entre sus brazos y le dio un beso en la mejilla

-Estas grañidísima –Fátima miro a la niña con una sonrisa, después se acerco a dar dos besos a Abi

En todo este tiempo, Aurora y Mario habian vivido felices en su preciosa casa junto a la playa, el seguía trabajando en su escuela de surf y ella en su escuela de baile.  En cuanto a su pequeña, Kristen, era la luz de sus ojos.  Una preciosa niña morena de ojos claros y carita redondeada, cariñosa y picara.   A los tres meses de regresar a la Isla el divorcio se había llevado a cabo y a los ocho meses la anulación matrimonial estaba lista.  No quedaba rastro de ese matrimonio, ni de ese hombre

-¿Y la novia? –Mario se acerco a ellas, con su traje de chaqueta y moviendo la corbata

-Quieres dejarte la corbata quieta –Abi rió y volvió a colocarla en su sitio

-Esta a punto de llegar –Fátima le sonrió –Tranquilízate

-Papi –Kristen estiro los brazos hacia su padre y el la cargo con cariño

-Preciosa –Mario dio un beso a su hija en la frente –Tu mama se retrasa

-¿Nervioso? –Darío la miro con una ceja levantada -¿Temes que salga huyendo?

-Ahí viene –Clauss observo la lancha blanca que se dirigía a la playa, Gabriel la conducía

-Vamos –Agnes metió prisa a los demás

Cuando Aurora puso los pies en la arena no pudo evitar sonreír, allí estaba, en la isla en la que había perdido la virginidad.  En el lugar en que se entrego al hombre al que amaba por primera vez, su primera vez.  Y ante ellas, sus amigos, su familia, esperándola