Ordenes Superiores

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Hospital de la Universidad George Washington, dos días después.

-No puedo creerlo, otra vez en el Hospital, ya la vez anterior fue bastante vergonzosa, ahora en la propia capital de los Estados Unidos, estuvieron a punto de cegarme la vida.

-Trata de calmarte, tienes muchas heridas, los doctores te han cuidado muy bien, de esta no te mueres. –Le respondió un hombre bastante anciano, ensacado y escoltado por dos gigantescos hombres de cabellos rubios, el mismo estaba sentado al lado del herido agente. Era obvio que todos eran del FBI.

-Pero Señor, usted me pidió que me uniera a su investigación, ¿cómo sabia que los casos estaban relacionados? –Pregunto el joven agente todo vendado en el cuerpo.

-No lo sabía muchacho, era una corazonada. Sabía que había infiltración en ese Departamento, los señores de la droga, pueden comprar muchas almas. El dinero no es problema. El problema es el corazón de nuestros agentes. No es que pierdan la disciplina, pierden la ética y se vuelven ambiciosos. Yo mismo me pregunto cómo no he caído igual que ellos. Me estoy jubilando y no podré viajar por el mundo como lo soñé. Mi esposa está muy enferma. Todo lo que tengo es para ella.

-Señor...eso es porque usted es de Queens.

-No trates de suavizarme con tus palabras, creciste en el Bronx, seremos casi paisanos. Pero yo sé que voy a hacer contigo.

-¿Los atraparon a todos? –Respondió el hombre tirado en la cama.

-Casi a todos, ha sido un gran escándalo, obviamente tuvimos que encubrir muchas cosas a la prensa. Hasta el momento solo fue un ajuste de cuentas de la mafia, es todo lo que saben. Tu ex compañero Reynolds, se escapo antes que llegáramos a la escena del crimen. En su apartamento no dejo ninguna pista, desapareció con toda su familia. Los policías no dirán nada en concreto, solo un caso de corrupción. Aunque el solo hecho de disparate es suficiente para que estén muchos años en la cárcel. Pero no saben quién fue el contratista. El hombre que los contacto, no aparece. Pero sabía a quien debía preguntar para encontrar hombres dispuestos.

-¿El mercenario?

-Tampoco encontramos nada. Desapareció camino al hospital. Noqueo a todos y desapareció. Creemos que entro ilegal al país. No hay registros de su entrada, le tomaron una fotografía cuando lo atendían en el suelo. Parece europeo. Como los hombres que Reynolds te pidió investigar. Al parecer es una guerra de señores de la droga y quedaste en el medio. Los analistas de la DEA nos informan que tal vez Reynolds vendió su alma a un narco mexicano, con suficiente dinero para que eliminen a los testaferros del Verde en América. Al parecer no quiere competencia en nuestro país y eso me molesta. Y lo olvidaba te van a dar una medalla y tu madre viene en camino, el presidente te mando saludos y espera tu pronta recuperación. Esta muy enojado con lo ocurrido.

El joven hombre quedo pasmado con todas las noticias que le dijo el Viejo en ese momento, pero de todas maneras le contesto al jefe.

-No sé qué decir, no he hecho nada. Solo evitar que me patearan el trasero. Típico del Bronx. Y ya me estoy acostumbrando a estas camas de Hospital y no me está gustando, Señor.

-Sí creo que sí. Acostúmbrate a estas camas, yo he estado en muchos hospitales, apenas llevas dos y te estás quejando. En cuanto a lo del Bronx, ellos no son de por allá. No conocen como vivimos, así que no saben con quién se está metiendo. –Respondió finalmente el anciano agente. –Debo irme, el Buró esta como almacén en víspera de Navidad. Ha habido arrestos, interrogatorios. El Departamento de Narcóticos está en la mira. No estamos muy bien parados y como compensación te van a dejar ir a Panamá, en cuanto estés totalmente recuperado. Y claro te dan un mes de vacaciones. Practica tu español del Bronx.

Con esto el hombre viejo se levanto de la silla donde estaba, tomo la mano buena de Michael y se despidió. Los escoltas hablaban por radio con otros agentes informando los movimientos del viejo.

Michael se quedo pensativo al quedar solo en el cuarto del Hospital de la capital. Ya no era posible poder evitarlo más. No contó todo lo sucedido a los investigadores del atentado. Ya no confiaba en nadie más que el Viejo. Y eso era porque también era de Nueva York. Afuera de su cuarto había cuatro agentes fuertemente armados protegiéndolo. Pensaba para sí que poco a poco se volvía más importante y eso le causaba gracia. Volvió otra vez a la gran encrucijada sabía que no andaba solo. Alguien estaba con él desde ese día en los bosques de Canadá. No dejaba de pensar si las oraciones de su madre tendrían algo que ver con lo ocurrido y se lo contaría definitivamente cuando tuviera la oportunidad en persona. Pensaba dentro de sí.

-Si hago lo que estoy motivado a hacer. Tendré que ahogar mis penas en Coca-Cola.

El ser brillante lo miraba atónito. Extrañado en la clase de ser humano que era Michael Velázquez. Siempre se jactaba de ser de Nueva York y el viejo agente, solo confirmaba lo anterior.

-Hasta los brillantes que trabajan allá, hablan casi igual a este. Espero que no vaya a esa ciudad en sus vacaciones.

El ser camino por el cuarto vigilando a los seres oscuros que se movían en el Hospital. Había muchos incluso con los agentes en la puerta cuidando a Michael. Ellos lo miraban desafiante y el respondía con la misma mirada. Volvió a mirar al joven acostado en su cama y lo miraba con esperanza. Al parecer faltaba poco para que tomara la decisión. Debía cuidarlo lo mejor que podía hasta que llegara ese día. Después no sabía si seguiría con él. Todo dependía de las órdenes superiores. Decidió buscar consejo y saco algo de sus ropajes. Una extraña piedra n forma de diamante la cual brillo y de la misma broto una luz que formo la figura de otro ser brillante como él, vestido en trajes extraños de color gris.

-Que el Padre este contigo, ¿Qué deseas?

-El joven ha podido hacer una súplica y me permitió intervenir. Uno de los rojos volvió a aparecer para atentar contra su vida. Es extraño, lo quieren muerto antes de que haga la decisión. Quiero saber si puedo recibir refuerzos, temo un ataque más fuerte y no quiero sorpresas. Aquí puede pasar de todo.

-Las órdenes son proteger al joven hasta que tome la decisión. Los únicos compañeros que podrás tener a tu lado serán los que vienen con su madre. Si puedes resistir habrás cumplido con tu misión. –Le respondió el otro brillante.

-Ese oscuro es muy fuerte, más de lo que pensaba, no hemos tenido forma de vencernos el uno al otro. Está bien apoyado por alguien. Yo estoy muy atado por estar con él. No puedo hacer muchas cosas. Solo la oración cuando se vio al borde de la muerte. No sabe cuánto puede hacer si se arrodillara más. Puedo cubrir este cuarto con mi poder, pero si trae refuerzos, puede que falle en mi misión. No puede haber algo que se pueda hacer. Se lo pido señor.

-Ya veo tu punto. –Le respondió. –Es muy poco probable que tengas refuerzos, tu poder es suficiente para esta misión. No dudes de ti mismo. Eres muy capaz. Si algo pasa, sabrás pronto mi repuesta. No lo olvides, no te abrumes ante sus ataques, empieza desde abajo y encontraras una salida. Además la madre del joven si hace, lo que él no. Si algo sucede lo tomaran en cuenta.

-Gracias señor, que el Padre este con usted también. –Y el diamante dejo de brillar desapareciendo el otro brillante.

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