Michael seguía leyendo su Biblia mientras ya se anunciaba por los altavoces la llegada al país centroamericano, su primer viaje fuera de Estados Unidos (Canadá no contaba para él). Miró por la ventana y podía ver el Puente de las Américas, el mismo une al país partido por su famoso Canal. Podía verse a un crucero que lo atravesaba por debajo. Miro hacia la ciudad capital y la misma tenia algunos edificios altos, pero nada que sorprenda a alguien que ha visto las grandes ciudades del norte de América. El avión poco a poco se alejaba de la capital y llegaba al Aeropuerto de Tocumen, lejos del orbe capitalino. Las palabras de la azafata indicaban la preparación para el aterrizaje que se avecinaba. El joven hombre miro a su derecha y allí aun estaba el ser brillante mirando a todos en el avión, visibles e invisibles; entonces le vino a la cabeza la idea de cómo sería cuando bajara al aeropuerto. Cuantos seres así observaría en ese país, y tenía muchas preguntas para el ser brillante y esperaba con ansias quedar solo en el cuarto de hotel para realizar un cuestionario amplio a su compañero celestial.
Al bajarse del avión llevaba su equipaje liviano y busco el resto de su equipaje en el área asignada. Podía darse cuenta que el Aeropuerto era igual que el país que visitaba, pequeño, tenía todo lo necesario, pero era obvio que su tamaño era compatible con la cantidad de vuelos y viajeros que lo visitaban. Aun así lo halló confortable.
Al salir del lugar ya había un funcionario de la embajada que lo esperaba con un letrero grande con su nombre, era un hombre joven de rubios cabellos, como los seres celestiales que había visto en el avión, vestido informalmente con una camisa manga corta blanca y unos jeans Levi's, el mismo lo recibió con una cálida sonrisa y lo subió a un auto Ford Explorer 1995 totalmente en negro y con sus vidrios ahumados. Al entrar al mismo observó que el chofer no era norteamericano, el auto arranco del lugar y entonces su anfitrión decidió hablar.
-Hola un gusto otra vez, me llamo Lucas Green. Disculpe no presentarme antes, pero tenía que sácalo rápido de allí, me dijeron que es un agente del FBI y como no me dijeron exactamente que va a hacer aquí, decidí ser más cauteloso. –Y entonces le extendió la mano.
-Hola me llamo Michael Velásquez, y no se preocupe, yo entiendo su proceder totalmente. Y por lo del FBI no lo tome tan a pecho, solo soy un analista de paso por aquí. Una vez allá terminado lo que vengo hacer aquí, regresare a Washington.
-Oh, es de la capital, que bien. Yo nunca he ido allí. He trabajado en muchas embajadas de este lado del mundo pero la capital. Eso es algo fuera de mi liga. Verá que este país es muy tranquilo, luego de que cayeran los militares, la democracia ha vuelto a marcar la vida de los panameños. Espero que tenga un buen español. –Le contestó el joven.
-No se preocupe, mi madre es Puerto Rico y crecí en el Bronx. Con algunos anglicismos, creo que me daré a entender.
-Entonces creo que todo está hablado, debe estar cansado por el viaje. Lo llevare al hotel asignado por la embajada, espero sea de su gusto. Tendrá libre el día de hoy y mañana lo recogeré para llevarlo a la embajada que no está lejos del hotel.
-Gracias a ti, de verdad lo necesito. –Le dijo y decidió recostarse contra el puesto que ocupaba en la parte de atrás del auto. –Voy a dormir un poco, espero no le moleste.
-No se preocupe Sr. Velásquez, descanse se que lo necesita. – Y el joven Lucas, que ocupaba el puesto de adelante al lado del chofer, se acomodo para decirle algo al chofer con su español medio aprendido.
-Al Hotel Marriot.
El brillante estaba sentado al lado de Michael y miraba por la ventana como se movilizaban por la calle llamada Vía Tocumen, la cual es la única que conecta hacia la urbe capitalina. Podían verse sencillas casas hechas de bloques de cemento, muy diferente a las del país del que provenía Michael, además con techos de Zinc. Además había mucha vegetación, arboles y cerros cercanos. El auto se movía un poco lento, ya que la vía no era muy amplia. Sabía que estaba en otro país y que debía reportarse con el Príncipe encargado del país, en cuanto pudiera tener un momento, lo haría. El auto se movió hasta llegar a una bifurcación en donde la Vía Tocumen se ramificaba en dos grandes calles muy transitadas por autos y autobuses locales llamados Diablos Rojos, los cuales pululaban las calles. El chofer tomo hacia la izquierda, en la Avenida José Agustín Arango.
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Los Ardientes
MaceraUn agente del FBI sigue la pista de un asesino llamado "Cuerno Pequeño". Su obsesion por atraparlo lo adentrara en un mundo espiritual del que nada conoce y lo llevara a Panama, siguiendo una pista que lo acercara a su objetivo y cambiara su vida p...