Cualquier error de adaptacion haganmelo saber, puedo mejorar ❤.
Cincuenta y un días después
Con la investigación detenida, empecé de nuevo a leer para la clase de religión, lo cual pareció complacer al Anciano, cuyos exámenes sorpresa había estado reprobando en forma constante durante seis semanas seguidas.
Tuvimos uno ese miércoles por la mañana: Comparte un ejemplo de un koan budista. Un koan es como una adivinanza que se supone debe ayudarte a alcanzar la iluminación en el budismo zen. En mi respuesta, escribí sobre un tipo, Banzan, que iba caminando un día por el mercado cuando oyó a alguien pedirle a un carnicero su mejor trozo de carne. El carnicero contestó: “Todo lo que hay en mi tienda es lo mejor. No puedes encontrar un trozo de carne que no sea el mejor”. Al oír esto, Banzan entendió que no hay mejor ni peor, que esos juicios no tienen un significado real porque sólo existe lo que existe y ¡zas! alcanzó la iluminación.
Leyéndolo la noche anterior, me pregunté si sería así para mí, si en un momento por fin lo entendería, lo conocería y comprendería el papel que desempeñé en su muerte. Pero no estaba convencido de que la iluminación le cayera a uno encima como un rayo.
Después de pasar nuestros exámenes sorpresa, el Anciano, sentado, tomó su bastón e hizo un ademán hacia la pregunta de Troye ya medio despintada en el pizarrón.
—Veamos una frase en la página noventa y cuatro de esta introducción tan entretenida al zen que les pedí que leyeran esta semana. “Todo lo que se une se deshace”, —dijo el Anciano—. Todo. La silla sobre la cual estoy sentado fue labrada; por lo tanto, se deshará. Yo me desharé, probablemente antes que esta silla. Y ustedes se desharán. Las células, los órganos y aparatos que los conforman se juntaron, crecieron y por ende, deberán deshacerse. El Buda sabía una cosa que la ciencia no probó sino hasta milenios después de su muerte: la entropía se incrementa. Las cosas se deshacen.
“Todos nos vamos”, pensé, y se aplica a las tortugas y a los cuellos de tortuga, a Troye el joven y a Troye el lugar, porque nada puede durar, ni siquiera la tierra misma. El Buda dijo que el sufrimiento era causado por el deseo, habíamos aprendido, y que el cese del deseo significaba el cese del sufrimiento. Al dejar de desear que las cosas no se deshicieran, dejabas de sufrir cuando lo hacían. “Algún día nadie recordará que el alguna vez existió”, escribí en mi cuaderno, y luego, “o que yo lo hice”. Porque los recuerdos también se deshacen. Y luego nada te queda, ni siquiera un fantasma, tan sólo su sombra. Al principio, rondaba en mi cabeza, rondaba en mis sueños, pero incluso ahora, apenas unas semanas después, se estaba yendo, se empezaba a deshacer en mi recuerdo y en el de todos los demás, muriendo de nuevo.
El Coronel, quien había conducido la investigación desde el principio, a quien le había importado lo que le sucediera a el cuando a mí todo lo que me había importado era si el me amaba, se había dado por vencido, sin respuestas.
Y a mí no me gustaban las respuestas que tenía: a Troye ni siquiera le había importado lo suficiente aquello que sucedió entre nosotros para decírselo a Tyler; en vez de eso, sólo había hablado con él toda lindo, sin darle razones para pensar que, minutos antes, yo había probado su respiración alcoholizada. Y luego, algo imperceptible se quebró dentro de el y aquello que se había unido comenzó a deshacerse.
Y ésa era quizá la única respuesta que tendríamos alguna vez. El se deshizo porque eso es lo que sucede. El Coronel parecía resignado a eso, pero si la investigación había sido su idea, ahora era lo que me sostenía y yo seguía esperando ser iluminado.
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Buscando A Troye || Tronnor (Gay)
FanfictionAntes: Connor ve cómo su vida transcurre sin emoción alguna. Su obsesión con memorizar las últimas palabras de personajes ilustres lo lleva a querer encontrar su Gran Quizá (como dijo François Rabelais justo antes de morir). Decide mudarse a Culver...