Cualquier error de adaptacion haganmelo saber, puedo mejorar ❤.
Ciento treinta y seis días antes.
Una semana antes de que dejara a mi familia, La florida y él resto de mi vida anterior para irme a un internado de alabama, mi familia insistió en darme una fiesta de despedida.
Decir que yo tenia pocas expectativas seria desestimar demasiado él asunto.
Aun cuando me vi más o menos forzado a invitar a todos mis "amigos de la escuela", es decir, a la muchedumbre heterogénea de teatro y los "matados" de la clase de ingles con los que me sentaba por una necesidad social en la cavernosa cafetería de mi escuela publica, estaba seguro de que no vendrían.
De todas maneras, mi madre preseveró, sumergida en la ensoñación de que yo le había guardado él secreto de mi popularidad todos estos años.
Preparo una gran cantidad de aderezo de alcachofas; decoro la sala de nuestra casa con banderolas verdes y amarillas, que correspondían a los colores de mi nueva escuela; compro dos docenas de refrescos con piquete de champaña y los coloco en él borde de la mesa.
Y cuando por fin llego ese ultimo viernes, cuando mi equipaje estaba casi del todo empacado, se sentó con mi padre y conmigo en él sofá a las 16:56 y espero con mucha paciencia la llegada de la caballería del adiós a Connor.
Esta caballería estuvo conformada por exactamente dos personas: Perrie Edwards, una diminuta chica rubia con lentes rectangulares y su rechoncho (por decirlo con amabilidad) novio Will.
—Hola, Connor. —dijo Perrie al sentarse.
—Hola. —contesté.
—¿Como te fue en las vacaciones de verano? —Pregunto Will.
—Bien. ¿y a ustedes?
—Bien, participamos en Jesucristo Súperestrella. Yo ayude con los escenarios, Perrie manejo las luces —dijo Will.
—Que bien —asentí como si supiera de que se trataba, y con eso terminaron nuestros temas de conversación.
Podría haber hecho una pregunta acerca de Jesucristo Superestrella. Excepto que: 1) no sabia lo que era, 2) no me interesaba saberlo y 3) nunca he sido muy bueno en las conversaciones triviales. Mamá, sin embargo, podía sostener conversaciones triviales por horas, así que logro extender la incomodidad preguntándoles sobre su hora de ensayo, como había salido la obra y si había sido un éxito.
—Creo que lo fue —dijo Perrie— asistieron muchas personas, creo —perrie era del tipo de personas que creen mucho.
Por ultimo, Will dijo:
—Bueno, pues solo pasamos a decirte adiós. Tengo que llevar a Perrie a su casa antes de las seis. Diviertete en él internado, Connor.
—Gracias —conteste aliviado.
Peor que hacer una fiesta a la que no asiste nadie es hacer una fiesta a la que solo asisten dos personas vasta y profundamente aburridas.
Se fueron y entonces me senté junto a mis padres a mirar la televisión en blanco, con la intención de prenderla pero a sabiendas de que no debía hacerlo. Sentía que me miraban y esperaban que me soltara a llorar o algo así, como si no hubiera sabido siempre que así seria esto. Pero si lo sabia.
Sentía su lastima al recojer él aderezo de alcachofas para las papas destinadas a mis amigos imaginarios, pero mis padres eran mas dignos de lastima que yo: yo no estaba desilusionado. Se habían cumplido mis expectativas.
—Es por eso que te quieres ir, Connor? —pregunto mamá.
Lo medite un momento, sin mirarla.
—Eh, no —dije
—Bueno, entonces, ¿porque? —pregunto.
No era la primera vez que me lo preguntaba. A mamá no le hacia mucha gracia dejarme ir al internado y me lo hacia saber.
—¿por mi? —pregunto papá.
Él también había asistido a Culver Creek, él mismo internado al que me dirigía, igual que sus dos hermanos y todos sus hijos. Creo que le gustaba la idea de que siguiera sus pasos. Mis tíos me habían contado historias de cuan famoso había sido en la facultad, de como se la había pasado armando relatos y al mismo tiempo aprobando con las mejores calificaciones todas sus clases. Esa vida sonaba mejor de la que yo tenia en florida. Pero no, no era por papá. No exactamente.
—Esperen —entre al estudio de papá y encontré la biografía de François Rabelais.
Me gustaba leer biografias de escritores, aunque (como era él caso de Rabelais) nunca hubiera leído nada de su obra. Pase las páginas hacia él final del libro y encontré una cita subrayada con marcador ("¡Nunca uses un marcador en mis libros!"". Me había indicado mi papá por mil veces; pero, ¿de que otra manera se supone que encontraras lo que buscas?).
—Este tipo —dije, de pie en él umbral de la sala—. François Rabelais, era un poeta y sus ultimas palabras fueron: "Voy en busca de un gran quizá". Por eso me voy. No quiero esperar hasta morir para empezar a buscar un gran quizá.
Eso los calló. Iba en busca de un Gran quizá y sabían, igual que yo, que no lo iba a encontrar entre gente como Will y Perrie.
Me volví a sentar en él sofá, entre mamá y papá.
Papá me abrazo y nos quedamos allí juntos mucho tiempo, hasta que nos pareció bien encender la tv.
Luego cenamos alcachofas y vimos él history channel. Y respecto a fiestas de despedida, esta sin duda podría haber sido peor.
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Buscando A Troye || Tronnor (Gay)
FanficAntes: Connor ve cómo su vida transcurre sin emoción alguna. Su obsesión con memorizar las últimas palabras de personajes ilustres lo lleva a querer encontrar su Gran Quizá (como dijo François Rabelais justo antes de morir). Decide mudarse a Culver...