¿Y si eres mi mascota?

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Cuatro días después la doctora logro llevarse al muchacho a su casa, con un régimen estricto de cuidado. Oakley se sentía más cómodo en aquel ambiente y extrañaba aquel aroma a lavanda que tenía su hogar. Tella lo acomodo en su cama, arreglando algunas almohadas debajo del yeso de su pie.

- Vuelvo a ser tu doctora de nuevo –Ella le sonrió recordándole aquella vez donde llego a su casa con fiebre- Comienzo a acostumbrarme a esto.

Él rio suave por ese comentario y la miro con todo el amor que poseía.

-Yo ya me acostumbre a ser el paciente de la doctora Donatella.

Ella sonrió y le susurro en los labios ante de besarlo.

-Te amo –Le dijo con toda la sinceridad que podía.

-Y yo a ti mi Donatella –Ambos se miraron unos segundos en silencio el cual fue roto por el más joven- ¿Dónde está mi teléfono? ¿Lo volví a perder?

-¿Es enserio? –Le dijo la rubia sintiendo algo de rabia.

-¿Qué cosa? No puedo preguntar por el –El muchacho le sonreía con malicia.

La doctora se levanto y salió de la habitación algo disgustada, Oakley medito si había sido buena idea decirle aquello pero en segundos la mujer volvió a entrar tirándole un móvil a su pecho provocándole un ligero dolor. Oakley hizo una nota mental de ello.

"No debo molestar a Tella cuando tenga las costillas rotas."

-Allí está tu móvil. Me voy a preparar unas... -Él la interrumpió.

-No te enojes, solo bromeaba –Dejo el móvil a un lado y señalo a un lado de la cama- Quédate un ratito conmigo bonita.

-Estoy molesta –Fue sincera con él- Enserio que me preocupe mucho por ti y aun lo sigo estando como para que tu pienses en ese estúpido teléfono.

-Solo lo dije en broma –Ella se dio la vuelta para irse pero un ruido gutural la detuvo- ¡Agrrr! ¡Duele!

Volteo de inmediata a ver al chico, mantenía la mano izquierda en el pecho mientras se inclinaba al frente como buscando aire, corrió a su lado y le temblaban las manos. En esos momentos deseo haber obedecido las recomendaciones de Blue.

-¿Qué tienes? Llamare al doctor... -Cuando se levanto la mano del muchacho tomo su muñeca y ella giro con levedad su rostro sintiendo el jalón hacia él- ¡Oakley!

-¿Te asuste? –Ella frunció la frente encima de él mientras veía la cara de dolor que tenia. Sabía que aquel esfuerzo lo había lastimado pero aun así lo hizo para tenerla cerca- ¿Solo así me harás caso?

-¡Eres un idiota! –Le dijo la doctora acostándose a su lado- Pero eres mi idiota.

-Me gusta ser tuyo –Ambos rieron y se acurrucaron muy cerca del otro, escuchando la respiración del otro sin decirse nada.

Cuidando Sus HuellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora