Luego de caminar toda la noche, (Al menos así lo imagino) Oakley se sentó en las bancas del metro subterráneo. Allí hacia menos frió.
-¿Qué estupidez hice? –Se dijo a si mismo viéndose solo y sin un lugar a donde ir, al menos no donde pudiera lograr su sueño como actor- ¡Que inteligente Oakley! –Se reprendía en tono suave mientras observaba llegar unos de los metros.
Un grupo de jóvenes se bajaron del transporte y al verlo allí solo se acercaron a él, ya cuando les vio era tarde, los tenía prácticamente encima. Miro al suelo sin querer encarar a los 4 muchachos, se veían sospechosos y sabía que no tenían buenas intenciones, deseaba que estos se fueran, que lo dejaran en paz, no tenía nada para él, mucho menos para ellos.
-Miren que tenemos aquí, un príncipe -Dos del grupo rieron burlonamente, el tercero se mantenía a distancia y el cuarto parecia el lider, de gran altura y musculatura.
Él había sido tan tonto ese día que ni siquiera regreso a cambiarse el tonto traje.
-Yo digo que le quitemos lo que tenga –Sugirió uno de los dos burlones, el de menor tamaño.
-No sigan por favor, no nos está molestando –Se interpuso una chica, el rubio lo supo por las lindas piernas que veía y aquel tono suave que incluso le pareció conocido- Vete por favor, corre –Le dijo ella casí suplicando mientras con su mano detenía por el pecho a dos de ellos- Chicos por favor, sigamos caminando, se ve que este tipo no tiene nada de valor.
-Por favor Lucero no nos digas que conoces a este chico –El que se había mantenido riendo al fin hablo y Oakley sintio un vuelco con ese nombre que nombro. No, no podía ser la Lucero que él conocía, esa chica era amable, dulce y muy retraída ¿Sería posible que fueran las misma?
Su tono de voz le intrigo y motivado por eso levanto la vista. Mala idea, se quedo tan impresionado que no pudo ni hablar.
-Claro que no, pero tampoco quiero hacerle daño, ya vámonos –Dijo lucero y en ese instante Oakley supo que debía correr y así hizo, dos de aquellos muchachos le siguieron pero el último que parecía ser el lider por su apesto atemorizante se quedó observando la repentina cara de miedo que tenía la chica.
-¿Lo conoces verdad amor? –Le pregunto lo más tranquilo que pudo.
-Sí, le conozco. –Si Oakley decía en donde la había visto y en que circunstancia lo más probable era que la sacarían del grupo de teatro y como consecuencia perdería la gloriosa beca.- Esta en mi grupo de teatro, por favor Dante no le hagan nada.
- Si que eres estúpida. Yo no puedo hacer nada, ya conoces a los demás –Lucero lo enfrento con su mirada azulada y al ver que no obtendría su ayuda corrió a la dirección donde habían cogido los tres muchachos incluyendo a Oakley.
La persecusión habia sido corta y rápida. Sentía el aire huir de sus pulmones a una velocidad increíble, pero poco le importo, si moría se aliviaría aquella pena que tenía. Se sentía inútil y no comprendía porque. Al darse cuenta que lo habían dejado en paz alzo su rostro para encontrarse a los dos alejándose del lugar.
<<Bravo Oakley. Ni siquiera para morir eres bueno.>>
Se dijo internamente el chico mientras con dificultad se levantaba. Su rostro estaba algo golpeado al igual que su cuerpo, el dolor insistía en hacerlo caer pero él se sostuvo de donde podía para alejarse del lugar. No quería morir, eso sí que no.
-¿Dónde está? –Grito Lucero al ver venir a los chicos con sangre en la ropa- ¡¡Oh por Dios!!! ¿Lo mataron? –Comenzó a llorar, ella no era como ellos, vivía dignamente pero sin un hogar en donde vivir no podía darse el lujo de alejarse de ese grupo de bandidos.
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Cuidando Sus Huellas
RomansaOakley es un estudiante de artes escénicas que escapa de su hogar para poder cumplir sus ambiciosos sueños. Es entonces que el joven actor conoce a Donatella, una doctora reconocida por sus habilidades y que además posee grandes negocios, los cuales...