2- CIUDAD CELESTE

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Todo era increíble. ¡Atravesaba las nubes como si me hubiese convertido en un ave!

El arcoíris era una especie de puente tridimensional entre el mundo humano y el reino de las libélulas. Todo lo que podía observar me tenía maravillada, no creí que existiera un lugar con semejante belleza.

El cielo estaba pintado de un azul jamás visto. ¡El agua del lago estaba tan cristalina que podía ver mi reflejo en él!

Los árboles eran muy altos, demasiado diría yo; verdes y frondosos. Al igual que las flores. No alcancé a contar la variedad de colores que veía. Todo era muy hermoso.

Los colibríes me sonreían y saludaban al pasar. Las mariposas bailaban una danza especial, abanicando sus alas moteadas. Creí que de ese modo me estaban dando la bienvenida.

Había mucho ruido abajo; la música y los vítores me hicieron creer que estaban de fiesta.

Al llegar, me esperaban varias criaturas: aves, mapaches, conejos, hormigas y caracoles. Incluso sirenas y medusas. Eran tantos que no logré clasificarlos a todos. Pero mi atención se fijó en aquellas pequeñas figuras brillantes formadas en primer lugar. Las hadas.

—Bienvenida a Ciudad Celeste —dijo una linda y elegante hada. Su voz sonó como una hermosa melodía—. Mi nombre es Sabana y me han enviado a recibirte. Bienvenida a tu reino, princesa Kalie.

—¿Princesa? —Pregunté con timidez— Lo siento, creo que se han equivocado de persona; yo no soy una princesa... soy una simple humana.

—No hay equivocación alguna, Kalie, tú eres nuestra princesa. Todos los aquí reunidos entendemos tu incredulidad, pero debes confiar en lo que has escuchado. Es cuestión de tiempo para que lo recuerdes todo.

—Pero...

—Princesa Kalie, debe buscar en su interior. Ahí está la respuesta —comentó mientras me tocaba con suavidad, un longevo búho. El cual no había visto, de hecho supuse que acababa de llegar.

Las emociones me sobrepasaban, todo era espectacular y extraño a la vez.

—Soy Prescot, consejero real —agregó. Era tan serio como educado—. Me alegra mucho que ya esté aquí. No debe preocuparse, solo déjese guiar, ese es nuestro trabajo. Quizás estar aquí ayudará a que pronto lo comprenda todo. Voy a presentarle a todos sus súbditos. Le diré cuáles son sus funciones y más tarde la llevaremos al Palacio Real.

Tanta información me tenía a punto de un colapso.

<Respira, Kalie, todo tiene una explicación>, me dije para relajarme. Por instinto me pellizqué para descartar que se tratara de un sueño.

—Las hadas serán sus guardianes y consejeras. Es su deber proteger su vida e integridad en todo momento. Ya ha conocido a su reina Sábana. Después de mí, son las criaturas más cercanas a la familia real, seguidas por las bellas Sirenas. Amigas y fieles protectoras del gran lago.

—¿Familia Real?

—Por supuesto. La reina Tisha es su madre y la princesa Sarah es su hermana menor. Ambas la esperan en el castillo. Están felices de tenerte de vuelta.

—Un momento, ¿tengo una madre y una hermana?

Saberlo me emocionó, aunque seguí creyendo que me habían confundido con otra persona.

—Las libélulas son sus ancestros, cuya fuerza y habilidad están para servir y procurar a toda criatura que habita este reino. 
Los conejos y caracoles se encargan de recolectar nuestro alimento, no existe nadie mejor que ellos para realizar tan delicada tarea.
Las aves y las hormigas son los vigías; si algo no anda bien en el reino o a sus alrededores, ellos lo sabrán antes que nadie. Las liebres y los mapaches son los oídos de todos en este bello y pacífico lugar; su rapidez y mañas tienen muchas ventajas. Lo irá descubriendo poco a poco, princesa. 
El resto de las criaturas que aquí habitan también están a su servicio. Todas tienen una única misión: Proteger a la familia real y al reino de todo enemigo que intente causar algún daño. 
Nuestras vidas han sido, son y serán dedicadas al servicio del mundo mágico.

El vuelo de la libélulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora