♙8.

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—Aisha, por amor a la mierda de padres que tuviste, ¿podrías cerrar tu maldita boca? –Hayley espeta dejando de mirar su teléfono–. Desde que llegaste hace más de dos meses llevas cantando esa horrible canción todo el día, a todas horas y podría jurará que hasta ya me la aprendí.


La nombrada deja de mover los pies para girar y ver a su hermana con el ceño fruncido.


—No insultes a nuestros padres –murmura–. Ellos nos amaban.


La loba rueda los ojos golpeando en aparato contra la mesa de madera. Si seguida con el mismo cuento de; nuestros padres nos amaban iba a golpearla hasta dejarla inconsciente o hasta que la estupidez se le quitara.


— ¿Escuchaste lo otro que dije? –Aisha asiente–. Perfecto, una prueba más de que no eres tan estúpida como aparentas.


—No soy estúpida –se cruza de brazos–. Tu lo eres.


—Cuando actúe de manera infantil y tonta, ahí, querida hermana, dime estúpida –hace un ademan–. Como sea, sólo cállate de una vez o deja de cantar lo que sea que cantes.


La oji-azul hace un puchero sintiendo sus ojos picarle, estaba acostumbrada a que su hermana desde pequeña la tratara así, pero le dolía porque ella la quería muchísimo. Entonces se dejó caer en el suelo sentada, cuestionando que quizás y si dejaba de cantar la cancióncita que siempre estaba en su cabeza Hayley dejaría de tratarla así por el momento. Sabía que aquella canción no era bonita, aunque el tono fuera melodioso y la primera frase fuera linda, pero el resto no lo era y a pesar de que ella era la única que sabía la canción tal vez su hermana la había descubierto lo que seguía y por eso no le gustaba. Sí, eso era. Aunque fuera imposible.


— ¿Que haces sentada en el suelo, cariño? –Freya pregunta cuando la ve en el piso, apareciendo por la puerta–. Levántate de ahí, vas a ensuciar tu ropa.


Negando con la cabeza, mira a la rubia. —Me gusta sentarme en el piso.


—Si, pero lo haces en tu habitación, donde hay una alfombra. No aquí, en el patio –explica–. Anda, hazme caso, cariño.


—Déjala, es estúpida, no entiende todo –murmura la loba.


—Hayley –la regaña.


Aisha está a punto de replicar, cuando el portón se abre y por este entra Klaus, detrás de el la cabellera castaña de Elijah se hace visible. Las tres los miran, Aisha con una sonrisa y Freya junto a Hayley con una mueca.


— ¿Que haces en el piso? –Klaus se detiene cuando la ve.


—Nada –responde dejando de sonreír y sintiendo un tirón de repente en sus brazos, seguidamente está de pie–. Oye –se queja.


—No te sientes en el piso, Aisha –ordena.


—Pero-.

GHOST ➳ The Originals.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora