Capítulo 36: Niña con bebes.

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-Nos vemos en una semana. -dijo George besando mis labios.

-Nos vemos. -Susurré uniendo nuestras frentes en un abrazo.

No podía viajar con nosotros. Para Robert y Geraldo el estaba en Arabia, haciendo negocios. Porque bueno, era el mejor traficante y vendedor de armas. (De todo lo que uno se entera en cuestión de meses) y según sus cartas enviadas a casa, estaba loco por ver a mis hijos. Robert llamaba a casa dos veces al día, después que llego de su viaje por el caribe. Según el estaba ansioso por ver a los niños, quería saber que tanto se parecen a su madre. Yo no estaba muy feliz de volver, no quería tener que vivir este falso matrimonio, solo quería tener la posibilidad de vivir algo real con George. Ya que con el si me sentía plena.

-Ya, dejen sus cursilerías. -dijo Steven tarareando mientras entraba algunas cosas al auto.

-Es muy fácil para ti, te casaste conmigo. -dijo Amelía.

-Hay! Se ven tan tiernos! -Exclamo Patricia. -Dejalos que se se besen un poco mas. -Era todo una diva caprichosa, solo que ya era capaz de volarle la cabeza a cualquiera con una bala, para defender a los suyos. Después de la muerte de Lila, prometió quedarse conmigo, y así lo había hecho. No me había dejado en ningún momento.

-No se puede tener un momento romántico en esta casa. -dijo George con algo de ironía, eran nuestro cómplices de crimen, si así se le podía llamar a nuestro amor.

-Ya tenemos que irnos. -dijo Fatima mientras salia con mis niños.

-Extrañare estar así. -dijo George con algo de nostalgia. -Extrañare besarte, tocarte, y tenerte así de cerca sin tener que simular, o esperar a que te escapes.

Era tan tierno, aun seguíamos en la misma posición.

-pueden viajar a su casa del lago cuando quieran, solo tienen que dejarme a los niños. -Dijo Patricia.

-¿Tienen una casa del lago? -dijo Steven sorprendido, mientras George acaricio su cabello frustrado.

-Usff! -dijo la boqui floja de Patricia.

-Deben llevarme! -dijo Steven como un niño pequeño.

-Es algo privado... -dijo George mordiendo sus dientes mientras miraba a patricia algo enojado, yo tocaba mi frente negando con la cabeza, el aun sostenía mi cintura. -Y secreto. Hasta ahora. -Dijo fastidiado, quitando la mirada de la boca floja de Patricia.

-Lo siento. -susurro Patricia avergonzada.

-Oh! Entiendo! -dijo como si dejara de ser un idiota. -Es su pequeño nidito de amor. -Dijo pícaro.

-Si, y por lo tanto no puedes ir. -dijo Patricia. Amelía se limito solo a reír.

-Suban chicos, nos vamos. -dijo Fatima tratando de que dejáramos de actuar como niños.

-Si, sube al auto. -dijo patricia en su tono de diva. -No se te permite ir y punto. -dijo en un intento de arreglar su arrebato. Steven iba a decir algo pero Amelía lo detuvo.

-Ya querido, vamos. -Entre pucheros y su ceño fruncido subió al auto junto a Amelía y su pequeña Bethanny.

-Ya que tenemos un pequeño momento de privacidad, quiero pedirte algo. -dijo George acariciando mi cabello, sabía como enloquecer mis neuronas.

-Lo que quieras. -dije.

-Necesitó que jamás olvides que te amo de veras, y que para mi tu vida, es primero que la mía, al igual que tus bebes. -Pensé que diaria algo mas, pero la verdad que fue mejor.

-Nuestros! -Exclame. -Son nuestros. -Susurré cerca de el, en cuestiones de segundos sus ojos se llenaron de lágrimas. -¿Porque lloras? -dije secando las lágrimas que corrían por su mejilla. Se veía frágil e impotente al mismo tiempo.

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