Regresó.

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La escuela Touo ya había terminado sus horarios de clases, todos los alumnos ya se habían retirado para irse a sus casas, las aulas estaban vacías...o eso creían.

En el salón de música que se encontraba en el segundo piso al fondo del pasillo, se encontraba un chico de tez morena, de cabellos cortos azules al iguales que sus orbes eléctricos, demasiado alto aproximadamente uno noventa y dos, acompañado de un joven de piel nívea, de cabellos dorados como el sol, orbes semejantes al oro fundido, unos centímetros más bajo que él, con los nervios a flor de pie.

-Oi Kise, ¿Para qué me trajiste hasta aquí y después de las clases?- preguntó el moreno frunciendo el ceño.

-Tranquilo Kise, tú puedes- mentalmente se echaba ánimos - Bueno,y-yo...Aominecchi...tú...¡me gustas!- soltó adruptamente el rubio mientras sus mejillas se teñían en un sonrojo.

-¿Eh?- Aomine se quedo en shock por lo que le había dicho su ex compañero.

-Yo...eto, verás Aominecchi es...genial y-y siempre te he admirado...eres demasiado guapo también- el menor jugueteaba con sus dedos mientras tenía la mirada fija al suelo.

-Kise-susurró el peliazulado desconcertado.

-N-no tienes que decir nada, solo...quería decírtelo y que yo siempre te voy a apoyar, también estaré ahí para lo que quieras- sonrió con ternura.

En ese momento el más alto, en un movimiento brusco tomó al rubio del brazo, lo acercó hasta quedar su cuepo pegado al otro, con su mano libre le agarró el mentón, acercó sus labios a los contrarios hasta chocarlos para formar así un beso bruscó y posesivo.

-Cállate... y no digas... más idioteces- decía el moreno entre besos pero se separó del menor al sentirse un poco acalorado.

-Aominecchi- el ojiamabarino se llevó dos dedos hacía sus labios y los empezó a tocar.

-No te hagas ilusiones rubio, no te estoy correspondiendo-habló desinteresado- pero nos podemos divertir ¿no lo crees?- sonrió ladino, empezó a acercarse denuevo hasta tomarlo de la cadera y recargo su nariz en el pómulo derecho del otro.

-¿Qué?- pensó aterrorizado- Y-yo, eto...no- comenzó a balbucear al no saber que decir.

-Qué ocurre Kise, ¿Acasó no dijiste que estarías para mi para lo que quisiera?- susurró en el oido del más bajo con voz ligeramente ronca y sensual.

El rubio pudo sentir una punzada de dolor directo en su corazón.

-Si es la única manera de estar con él, entonces me arriesgaré aunque me duela- cerró sus ojos con fuerza al sentirlos que empezaban a humedecerse- Esta bien Aominecchi lo haré, puedes hacer conmigo lo que se te antoje.

-Buen chico- dio unos suaves besos desde la oreja hasta llegar a esos deseables labios.

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Despetó un joven rubio totalmente agitado al igual que deshorientado. Con el dorzó de su mano pasó su frente y se dio cuenta de que estaba sudando despúes sintió sus ojos acuosos, llevó sus manos hasta ellos y empezó a restregarselos hasta quitar la lagrimas.

    ¿Es mi hija?   Aokise~MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora