Era el siguiente día por la mañana. La luz del sol entraba por la ventana, ya que, la noche anterior, ni Bruno ni Emma cerraron las cortinas.
Los ojos de Emma comenzaron a parpadear adormilados, para que por fin estuvieran totalmente despiertos y avispados. Emma miró a su alrededor y frunció el ceño. «¿Esta no es la habitación de… Oh», pensó ella. Sí, claramente había dormido con Bruno.
Ella se encontraba totalmente desnuda debajo de esas sábanas. Algo confundida, frunció el ceño, tratando de aclarar lo que estaba viendo y entonces recordó la noche anterior: se acostó con Bruno.
Lo regresó a ver y no se veía realmente mal. Estaba despeinado y, lo obvio, agotado. Ella miró más a su alrededor y vio sus prendas y las de Bruno abandonadas en el piso, entonces no le quedaba duda alguna de que lo que pasó fue real.
Mientras más miraba más recuerdos detallados regresaban a su cabeza. Una lágrima brotó de sus ojos marrones. Había sido su primera vez y no fue con el hombre que amaba. Se limpió la lágrima rápidamente antes de que Bruno despertara y se diera cuenta de su tristeza.
Emma se acercó a Bruno y le dio un pequeño beso en la frente. Se levantó de la cama, dejando su cuerpo desnudo y se puso su ropa interior. Recogió lo que era suyo y regresó a su cuarto. Al ver su cama tendida, el corazón se le partía en pedacitos. Se sentó en ella y miró a su lado el regalo que le había dado Chloe. «Eso es de chicas, Emma», recordó.
Ansiosamente, y olvidándose por un momento de lo sucedido la noche anterior, abrió el regalo. Se trataba de un bolso de Dolce & Gabanna. Revisó y había algo más en la funda. Era un sobre sellado, que claro, contenía algo. Emma lo abrió con intención de no romper el sobre, porque, si fuera una carta de Chloe, no quisiera estropearla. Deslizó el papel plegado que había dentro y lo desdobló suavemente.
«Querida… no, espera, dejemos eso para los libros que a mí no se me dan.
Emma,
Sé que las navidades son muy importantes para ti, por eso, te doy un regalo, el más especial que te he dado en tu vida.
Este es el nuevo número de Alexander. Se lo cambió cuando sucedió todo eso contigo, y como sé que cederás a hablar con él, aquí te lo doy. Llámalo para citarlo y que aclaren todos sus líos.
Número de Alex: +33 6 93 02 54 77
Disfrútalo,
Chloe»
Emma esbozó una sonrisa burlona por la dramática carta de Chloe, pero en el fondo, sabía que fue un detalle hermoso.
Recordó lo que pasó con Bruno y entonces más enredos llegaron a su cabeza. ¿Debía contárselo primero a Chloe, su mejor amiga, o, a Alex, el amor de su vida? Algo más importante, ¿Bruno se había cuidado?
Ella frotó con sus manos la parte trasera de su cabello. Suspiró, tomó el teléfono con algo de cobardía, marcó el número que quería y alguien contestó.
—¿Bueno?
La mano de Emma temblaba. Iba a colgar, pero —por buena suerte— tomó valor.
—Ho… Hola —saludó ella, torpemente.
—Sí, ¿quién habla?
—Alex —exhaló, tranquilizándose—. Soy Emma.
Ella escuchó un silencio que atravesaba la línea, esperando por alguna respuesta.
—¿Emma? ¿De verdad eres tú? —preguntó él, con algo de esperanza.
—Soy yo. —Emma se mordió el labio, un poco nerviosa.
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Una historia de bulimia más
Narrativa generale[Finalista en los Premios Watty 2014] Emma Bondt había caído en la bulimia como muchas chicas, y ―como en la mayoría de los casos―, esa inseguridad se había creado gracias a los malos comentarios de sus compañeros escolares. Aun cuando su mejor amig...