Alzó sus cejas, tratando de descifrar algo que Emma no podía ver, pasó su lengua por sus labios y respondió:
—Es… —Pausó para mirar a Emma—…genial. —Sonrió.
—¿Perdón? —se confundió ella, frunciendo las cejas.
—¡Tendrás un hijo, Emma!
—Pero, no, para ahí. —Negó con la cabeza en confusión—. ¿No se supone que deberías estar indignado, o triste al menos?
—¿Quieres que esté triste?
—No, pero… No lo entiendo.
Él rio ante la confusión de Emma.
—Lo estuve esperando, Emma. Sabía que el 80% probabilidades era que estuvieras embarazada.
Los labios de Emma se separaron en sorpresa, tratando de procesar todo.
—No es difícil de entender —dijo él, sonriendo.
«¿Por qué tiene que sonreír así? Ahg», pensó ella, con deseos de besarlo una vez más.
—¿Pero, tú…? ¿Ya no…? —Frunció el ceño—. No, olvídalo.
—¿Que si te amo?
El corazón de Emma se paró y la única respuesta que ella pudo dar fue verlo perpleja, esperando una respuesta.
—No dudes de eso, Emma, te sigo amando justo como el día que me dejaste, pero estaba listo para esto.
«Justo como el día que me dejaste. Justo como el día que me dejaste. Justo como el día que me dejaste», las palabras retumbaban en la mente de Emma.
—Lo siento. —Ella se abalanzó a Alex, abrazándolo muy fuerte.
Alex estuvo esperando ese abrazo durante mucho tiempo. La tomó de la cintura, sintiéndola suya, aunque sabía que la había perdido ya. Ambos se sostenían mutuamente con cariño, con amor. Emma ya no pudo contenerse más y sus lágrimas empezaron cesar, tan sonoras como para que sólo Alex las pudiera escuchar, aunque esa no fuera su intención.
—Emma —musitó. Apartó su cabeza y miró como las lágrimas cubrían su rostro.
—Lo siento, no pude evitarlo. —Ella soltó un brazo del torso de Alex para poder limpiarse las lágrimas.
—No —susurró él—, no tienes que disculparte.
Alex tomó la mano de Emma, quitándola del rostro de ella. Ambos se miraban entre sí, pero no se puede decir con certeza qué comunicaban. Él se acercó al rostro de Emma mientras que ella no enviaba ningún gesto de incomodidad, por lo cual él continuó.
—Te necesito —susurró él contra el rostro de Emma, y su agradable y cálido aliento chocando contra sus labios.
Las mariposas en el estómago de Emma eran infinitas, entre más se acercaba él, más había y el deseo junto a la necesidad crecían tomados de la mano. Alex se acercó más para que por fin sus labios se sellaran una vez más, convirtiendo toda esa necesidad y deseo en realidad. Sus labios se movían en sintonía, creando roces tiernos, necesarios… Un beso que ambos extrañaban. Pasaron algunos segundos así, tal vez sólo treinta, y se separaron un poco para recuperar aliento.
—Te amo —dijo él, aún muy cerca de ella, teniendo sus frentes aún juntas.
—Yo a ti —pronunció Emma finalmente, sin poder contener más sus sentimientos.
Alex plantó pequeños besos separados en los labios de Emma, mientras que ninguno abría los ojos.
—Pero. —Un beso la interrumpió—. No. —Otro beso. Emma empujó con su mano el cuerpo de Alex—. Pero no puedo —susurró, sin mirarlo.
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Una historia de bulimia más
Ficción General[Finalista en los Premios Watty 2014] Emma Bondt había caído en la bulimia como muchas chicas, y ―como en la mayoría de los casos―, esa inseguridad se había creado gracias a los malos comentarios de sus compañeros escolares. Aun cuando su mejor amig...