Capítulo 2: Blanca Nieves

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Bueno, me equivoqué. Me equivoqué muchísimo.

—¿Qué tal la vista desde allá arriba, Cassie?

—Está genial. Un par de personas me miran y se ríen, tal vez por el sostén de Blanca Nieves que llevo puesto, en realidad no lo sé y otros me miran de forma pícara y asquerosa —le dije dejando ver un poco de mi sarcasmo mientras me dejaba llevar por Frank hacia la cocina, en donde estaban todos mis compañeros. Eli y Alex se habían adelantado porque no podían lidiar con esta fiera. ¡Ja! Ellos se lo buscaron— Si quieres puedes venir tú y comprobarlo por tí mismo. ¡Anda, es gratis!

—Gracias, pero no —niega con la cabeza mientras se ríe— ¿Sabías que pesas mucho? ¿Qué tal si te bajo y caminas por tu cuenta?

—¿Me estás diciendo gorda?

—No, Cassie. Solo digo que pesas mucho como para llevarte cargando hasta la cocina.

—Entonces soy gorda –afirmo.

—No he dicho eso.

—Lo insinuaste.

—Que no.

—Que sí –sonrío.

—Cassie...

—Escucha. Me vas a bajar y yo me voy a los cuartos de arriba y me quedo ahí hasta que se vayan. Ahora bájame. Yo estoy gorda y tu muy flaco —dije mientras forcejeaba para que me dejara en el suelo.

—No, te tenemos que presentar a alguien —dice Frank a la vez que llegamos a la cocina y veo que todos están en una ronda gritando y coreando mientras una botella daba vueltas en el centro.

No puede ser.

Estaban jugando el típico juego de todas las fiestas; la botella*. Todos ahí tenían una botella o un vaso de alcohol en la mano y si no me equivocaba la mayoría ya estaban borrachos. Muy pocos se fijaron en nosotros y los que lo hicieron solo me miraron raro como lo han hecho todos desde que puse un pie en esta casa. Eli y Alex se dieron cuenta que estábamos ahí y nos hicieron señas para que vayamos a sentarnos con ellos. Frank me empujó hacia a ellos mientras que yo trataba de cubrir la parte descubierta de mi cuerpo. Además de que me estaba comenzando a dar frío, también estaba comenzando a sentir un poco de vergüenza por estar así y que todos me miren de la forma en que me han mirado. Y todavía peor fue cuando nos acercamos a la ronda y todos se quedaron en silencio al verme. ¿Qué? ¿Es que acaso nunca habían visto a una chica en sus interiores? Que lance la primera piedra el que no lo haya hecho.

—¿Cassie, eres tú? —una de las chicas del equipo de Volleyball me pregunta reprimiendo una risa.

—No, soy Rihana —dije rodando los ojos.

—Rihana no se vestiría con un sostén de princesita —dice una voz en el fondo que no pude conocer. A partir de ese comentario todos comenzaron a reír a carcajadas y mis mejillas se pusieron de un ligero tono carmesí. Luego de unos cuantos comentarios burlones, ellos siguieron con lo que estaban haciendo y al parecer se olvidaron del tema. Alex me invitó a sentarme a la ronda, pero le dije que no y lo que quería era irme a casa para dormir y al otro día levantarme temprano para mi segunda semana de universidad. Pero Alex no le hizo caso a lo que decía e iba a seguir insistiendo en que me quedara pero sólo lo ignoré y salí de la cocina.

Sé que estarán pensando que soy muy aburrida, grosera o hasta se puede decir que soy una total y completamente loca. Pero vivo mi vida así porque a la fuerza tuve que aprender a ello. Si antes dije que odio a la gente impulsiva es porque yo también lo era, y por ser así, perdí cosas que en realidad quería en mi vida y que eran valiosas para mí. Aun recuerdo todo como si el pasado fuera el mismo presente en el que estoy. Fue algo que a esa edad era difícil de superar e incluso a mis 21 años todavía me sigue persiguiendo el recuerdo.

Decidida a dejar de pensar en eso, comencé a subir las escaleras hacia el segundo piso para encontrar en una de las habitaciones de las hermanas de Elizabeth, algo que me pudiera ayudar a cubrir mi cuerpo. Fui de puerta en puerta pero estaban cerradas con seguro. Quizás las cerraron para que nadie usara sus habitaciones como cuartos de hotel, algo que suele suceder en estos tipos de fiesta. Subí al tercer piso (Si gente, esta casa tiene tres pisos) donde solo se encontraba una habitación desocupada y la terraza. Intente abrir la puerta, pero también estaba cerrada con seguro. Qué suerte la mía ¿Eh?

Abrí la puertecilla de la terraza e inmediatamente la abrí, la brisa completamente fría de otoño me inundo de pies a cabeza. Iba a regresar adentro, pero algo me llamo la atención. El cielo, que tenía unas cuantas estrellas y la luna en su conjunto que formaban una hermosa vista del paisaje. Me llamó la atención, porque es muy raro ver estrellas en el siglo XXI a consecuencia de la contaminación ambiental.

Entonces me quede ahí como unos veinte minutos mirando hacia arriba con un sentimiento de alegría infantil y una cara de completa fascinación. Pero algo me hace soltar un grito de terror al escuchar unas cajas desparramarse en el suelo. Me quedé mirando hacia allí buscando el causante de eso cuando aparece un chico de unos ojos grises que brillaban con la luz de la luna mientras que a la vez que su cabello era revuelto por la brisa, como un autentico modelo revista.

Ay Jesús, si hasta la baba se te está cayendo Cassie.

No le podía ver bien la cara, pero lo que si sé es que ha arruinado mi momento de felicidad.

—¿Qué hacías ahí? —le pregunté cruzándome de brazos.

—No, tú dime ¿Qué hacías aquí con la temperatura a cuarenta grados y sin nada para cubrirte? —dice el imitando mi movimiento anterior.

—Me estaba revolteando con un chico, pero has arruinado el momento. Pero no hay problema, ya te puedes ir —dije dándome la vuelta y me fui a sentar a un banco que había allí. Mierda que si estaba haciendo frío, pero intente ignorarlo hasta que el chico se fuera. Pero al parecer seria más luego ya que el chico se acercó y se sentó junto a mí.

—Mi nombre es Ethan —me extendió su mano sonriente.

—No me voy a acostar contigo —le dejé la mano extendida y él la baja con una pequeña sonrisa.

—¿El que quiera ser un chico amable e intentar comenzar con el pie derecho contigo, significa que me quiera acostar contigo? Entonces tienes una muy mala idea de los hombres —dice haciendo una mueca.

—Mi mamá me dice que no hable con desconocidos —le dije mientras me sobaba los brazos a causa del frío.

—Lástima, porque enserio quería conocerte mejor Cassandra.

*En su forma clásica, los jugadores hacen girar la botella (o un objeto similar) para determinar a quién deben besar.

Entre Burbujas [#Wattys2016] [NDAWARDS2016] [HandWrittenAwards2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora