Entramos en una habitación y me quedo sin habla. Está iluminada simplemente con velas.
- ¿Qué...?
- Les hemos contado que estás embarazada - me lleva hasta la cama y él se sienta en el borde, me quedo frente a él - Sería un auténtico desastre si se enterasen que no lo estás.
Madre mía. ¿Dónde me he metido?
- Pero no puedo joder esto... - susurra mientras me atrae entre sus piernas - No quiero volver a eso...
- No entiendo la mitad de tus comentarios - paso una mano por su pelo, desordenándolo un poco y dándole un aspecto bastante sexy - ¿Puedes explicarme de qué van?
- Lo siento... - me mira a los ojos - No creo que estés preparada para saberlo.
- ¿Qué? - suelto una carcajada - ¿Pero tú sabes quien es mi padre? - sonríe - Nací preparada para todo.
- No para esto... - niega aún con la sonrisa - Es demasiado... complicado y largo de explicar.
- Tenemos toda la noche - me siento a horcajadas sobre él - Bueno, parte de ella por lo menos.
Me mira confundido y me echo a reír. Le doy un pequeño beso sobre los labios.
- Así que... - me aprieta un poco el culo - ¿Por dónde quieres empezar? - sonríe de medio lado, haciéndole demasiado atractivo.
- Pues... - me aprieta contra él y noto lo mucho que le gusta tenerme así - Por donde quieras...
Su sonrisa se amplia y me besa. Se levanta de la cama conmigo encima y nos tumba sobre la cama. Seguimos besándonos con desesperación.. No sé por qué pero echaba de menos besarle... No tiene sentido, solo lo he besado una vez... bueno, alguna más pero... Joder, besa increíblemente bien.
- Dios... ¿Estás segura, Selene?
- ¿Estás segura, Selene? - estoy muy borracha pero sé lo que quiero.
Asiento.
- Ni siquiera te acuerdas de mi... - baja la cabeza hasta mi cuello y comienza a besarlo - Y eso me destroza...
- Ayúdame entonces... - susurro.
Levanta la cabeza y me mira con confusión.
- Ayúdame a recordarte... - suspiro de nuevo.
Damien me coge de la mano y salimos de la esa habitación a la que no recuerdo ni como hemos llegado. Nos subimos a su camaro negro y conduce por las calles de Monte Carlo hasta su casa.
- Aquí te lo puedo explicar todo... - sale del coche y, cuando voy a salir yo, me abre la puerta.
- ¿Cómo podría haber olvidado a todo un caballero?
- Yo tampoco lo entiendo, la verdad. - me sonríe y me ofrece la mano para salir del coche.
Nos encaminamos a su casa y subimos a su cuarto.
- No... - digo abriendo los ojos de par en par.
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Silencios
Genç KurguThierry de Villiers y Salvatore Montrose se odian y solo se dirigen la palabra en las reuniones en las que terminan discutiendo. Annabelle de Villiers y Chloé Montrose son amigas de la infancia y apenas hablan por la gran disputa entre sus esposos...