Capítulo 14

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La sorpresa de ver a Alex al final de las enormes escaleras pasa a segundo plano cuando asimilo todo a mi alrededor. La decoración es de colores oscuros, mayormente tonos rojos y negros, y antes de darme cuenta estoy caminando hacia el salón de bienvenida directo hacia Alex, pero sin verdaderamente mirarlo a él.

No. Porque lo único que puedo mirar es la casa y absolutamente cada pequeña cosa en ella. Está mucho mejor decorada de lo que esperaba, viendo lo deteriorada que se ve desde fuera. Subo los dos escalones que separan la entrada del salón principal y de inmediato una fuerte y helada ráfaga de viento me llega desde arriba. Cuando mis ojos se desvían al techo mi boca cae abierta, hay un perfecto agujero en este y puedo ver directo hacia el cielo y las nubes.

Y en ese momento es cuando me golpea. Yo ya he estado aquí antes. Miro a mi alrededor con rapidez tratando de entender porque siento que ya conozco este lugar. Por las enormes paredes cortinas de cenizas caen como cascadas y apenas veo las delicadas partículas caer, lo recuerdo. Mi sueño. Mi sueño con papá.

Estuve en la mansión en mi sueño.

Pero ¿Cómo soñé con algo que no conocía?

―Y-yo conozco esto. ―Susurro observando fascinada las paredes y la lluvia de cenizas que caen delicadamente. ¿De dónde vienen?

―¿Cómo? Tú nunca has estado aquí. ―La voz de Alex no suena verdaderamente sorprendida.

Cuando lo miro me doy cuenta que se ha acercado un par de pasos más a mí. Ya no lleva su uniforme. Se encuentra por completo de negro, como siempre, una camisa, jeans y sus botas de combate.

―Yo lo soñé. ―Murmuro algo distraída sin prestar atención a cuan loco eso puede sonar. Mis ojos se vuelven a desviar a las paredes, me encuentro por completo hipnotizada por lo hermosa que encuentro cada pequeño defecto en este lugar.

―¿C-cómo?... ―Continúo. ―¿Cómo es eso posible? ―Le pregunto mirando las paredes y las cenizas descendiendo. ―¿De dónde viene? ―Miro hacia arriba estirando mi cuello, pero no logro encontrar la fuente que desencadena el fenómeno.

―De ninguna parte. ―Susurra Alex y esta vez su voz está mucho más cerca que hace unos segundos. ―No es real. ―Vuelvo a mirar su rostro y sus oscuros y dorados ojos me devuelven la mirada. Tan intensos que parecieran quemarme por dentro.

―Lo hice para ti. ―Continúa explicando. ―Sé cuánto te gustan las cosas extrañas.

―¿Qué? ―Sé que puede ver la confusión en todo mi rostro. ¿De qué está hablando?

―Es una fantasía. La puse en tu mente, no es real.

―¿A q-que te refieres?....

Antes que pueda decir otra palabra, Alex pasa un dedo delicadamente desde mi frente, todo el camino por mi nariz, rozando mis labios haciéndome cerrar los ojos, llegando al mentón hasta que pierdo su toque y me siento vacía por dentro. Cuando abro mis ojos los suyos están tan pesados que me cuesta mantener su mirada por lo que la desvío, y cuando mis ojos llegan a la pared la lluvia de cenizas ya no está, miro a la otra pared y tampoco hay nada.

Con los ojos muy abiertos vuelvo a mirar a Alex por primera vez sintiendo miedo desde que entré a la mansión.

―¿Alex?

―Tenemos que hablar. ―Es todo lo que murmura.

Comienzo a negar con la cabeza con desesperación mientras de a poco empiezo a alejarme de él.

―No. Me tengo que ir, nunca debería haber entrado a este lugar. Esto no está bien.

―Lucy...

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