Los días pasan, y luego las semanas y Alex no vuelve a aparecer. No en clases, no en el bosque, en ninguna parte. Mis pesadillas empeoran. Mi concentración es prácticamente inexistente. Mi rutina consiste en buscar a Alex por todas partes, no entiendo porque, pero simplemente necesito verlo. Necesito mirar sus ojos. Es literalmente una necesidad, como si él se hubiese metido bajo mi piel. Comienzo a desesperarme.
Mamá parece no darse cuenta de mi extraño comportamiento últimamente lo cual está bien conmigo, no la quiero sobre mí toda preocupada. Necesito resolver esto por mí misma.
Es la segunda semana de noviembre y ya estoy acostumbrada a mis extraños sueños. Ya ni siquiera pienso en ellos como pesadillas, son solo los oscuros sueños sin sentido que me atormentan cada noche. Hasta aquella noche.
Aquella noche en que me doy cuenta que mis sueños no son solo tonterías.
Me encontraba en una enorme habitación, cuando abrí los ojos me di cuenta que estaba acostada sobre una cama. Al sentarme y mirar alrededor me sorprendió lo que me rodeaba, estaba en un cuarto hermoso, parecía sacado de un castillo por el aspecto antiguo que tenía. El más hermoso candelabro colgaba del techo, las cortinas adornando los ventanales se veían suaves a la distancia. Me sentía como en el siglo XIX.
Puse mis pies descalzos en el suelo y mis dedos se encogieron sobre la peluda alfombra blanca. Una vez de pie noto que la cama con dosel es más grande de lo que pensaba y es hermosa. Un escritorio de aspecto antiguo se encuentra en una de las esquinas. La madera se ve tan brillante que mis dedos pican por tocarlo y el espejo en el centro parece digno de una reina.
¿Dónde estoy? Este lugar es precioso. Camino a paso lento alrededor del cuarto notando más cosas encantadoras, como la enorme chimenea que predomina la pared de al frente, y un poco más alejado de este un diván del más hermoso color rojo, con contornos de madera al igual que las patas. Es perfecto.
Una tonta sonrisa adorna mis labios, siempre me han gustado las cosas antiguas, esto para mí es el paraíso.
Me sobresalto cuando hay un golpe en la puerta. Miro con terror las enormes puertas dobles y las manillas moverse casi en cámara lenta. Si estoy soñando que soy María Antonieta espero que no vengan a buscarme para ejecutarme.
La puerta comienza a abrirse y yo hago puños con la tela del vestido blanco que llevo puesto. Mi corazón se acelera con miedo hasta que la persona aparece por completo en la entrada. Me paralizo.
―Lucía.
―¿Papá? ―Lagrimas llenan mis ojos y sin pensarlo mucho corro hacia sus brazos abiertos llorando como una pequeña niña.
Entierro mi rostro en su pecho cuando siento sus brazos rodeándome, y su familiar presencia que he extrañado tanto.
―Papá ¿C-cómo...?
―Shhh Lucy no tenemos mucho tiempo. ―Rodea mi rostro con sus manos y me mira atentamente.
―¿A qué te refieres? ―Acabo de encontrarlo, no puedo perderlo de nuevo.
―Hay algo que necesitas saber. ―Su rostro está serio y de inmediato me pongo nerviosa.
―¿Qué?
―Aquí no mi niña.
Luego de eso me pide que lo escuche atentamente. Tengo que reunirme en él en el patio de las rosas en una hora, al parecer estoy efectivamente en un castillo y no en mi siglo. Después de que papá se va unas chicas quienes dicen ser mis criadas vienen a ayudarme a vestirme, como si yo no tuviera manos para ponerme un vestido sola, luego que veo el corsé que tengo que ponerme me doy cuenta porque se necesita por lo menos cuatro manos.
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Habitación 16
ParanormaleCuando Lucy comienza a tener extrañas pesadillas, decide atribuirlo a los recientes acontecimientos de su vida, como por ejemplo la muerte de su padre, el cambio de ciudad y escuela. Sin embargo, a medida que pasan los días las cosas comienzan a vol...