Amor venezolano

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Y ya no fue lo mismo, el abrazo de la enredadera que te atrapa cuando te anhela para ella, así te quiero, dañino pero conciso, igual que dos polos opuestos, tan fríos cómo solos, los locos les patina el coco.

O eso se dice en las calles dónde tropiezas los mangos caídos de las matas, con el vendedor de raspa'o y el que grita a todo dar vendiendo heladitos chupi, eso se dice en las calles con los niños corriendo bajo la lluvia mojándose y gritando debajo las canaletas de agua que emulan al Salto Ángel.

Te quiero y aunque el mundo viaje por ti y tu por él, siguiras siendo la venezolana que conocí, así hablemos en inglés, francés o mandarín, aquí dónde sale el sol o allá dónde sea que se oculte.

Hablaré directamente con la luna a ver qué trato me propone y así poder escribirte, el papel blanco será el medio, blanco cómo la nieve del Pico Bolívar, y el grafito negro cómo el petróleo del Zulia.

La gran sabana escuchará mi canto al igual que tú, y oirán mis letras que provienen del corazón, remontando la vista por el llano viendo correr a los cimarrones, que seguramente fue un antojo de los dioses presentar a los mortales tanta belleza, al unísono con los poetas de sombrero pelo e' guama, ellos, grandes guerreros del pueblo.

Cual rayo del Catatumbo resonará el corazón en tu pecho, y tus ojos observaran los míos igual que observaste las ondeantes dunas de arena en el desierto de Falcón.

Viajáremos por la bahía de Cata hasta las costas de Nueva Esparta, disfrutaré de ti tanto cómo lo haré del paisaje y cuándo caiga la noche admiraremos el abismo más grande que existe, el cielo, negro igual que el ébano en la noche sin luna, carente de luceros parpadeantes.

Te amaré Venezuela, al igual que la amaré a ella.

Sabanas Negras Y Una Almohada Roja ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora