[EunHae] El lugar correcto para mi corazón.

Capítulo 31: Mi venganza dulce.

A veces el dolor parece eterno pero no lo es, solo resiste.

El cielo se nublo de un color gris, tapando los rayos del amigo sol que alumbraban como una promesa de un día cálido que solo en un segundo se había cambiado al día más nublado e inestable para la vida de un castaño, un pelinegro, una castaña y el chico bestia que el destino les había jugado chueco riéndose de ellos uniéndolos una vez más. Como si la felicidad para ellos no existiera y solo el dolor los acompañara hasta el día que la muerte los llamara.

El destino podía ser cruel en cualquier momento, el amor podría unírsele para jugar un rato en que la aburrición les llegaba y era ahí cuando ambos hacían morir el corazón del ser humano y las esperanzas de amar, era ahí cuando la vida te enseñaba que no todo era "Para siempre" ni tampoco un "Cuento color rosa".

Donghae que sostenía al pequeño Aiden en sus brazos y miraba a la mujer que tenía dentro de ella a su segundo hijo. Eunhyuk que estaba dentro de su auto, apoyando su frente en el volante y golpeando sus muslos con el puño cerrado. Siwon que estaba en el mundo de sus pensamientos que lo arrastraban al pasado donde aún era Donghae a quien sostenían sus brazos y Sora quien lloraba en su pecho aferrándose a él. Pensaban en lo cruel que la vida podía ser al arrebatarles tan fácil su felicidad, esa que tanto había costado tener. Que había sido el premio de tantas luchas cuando las noches lloraban su dolor y soledad. Donde el cariño y dulzura de hermanos se esfumaba por culpa del amor y que inconscientemente lo había provocado uno de ellos. El cielo les comenzó a llover golpeando con sus gotas sus rostros, manchando la felicidad con una gran capa negra que avecinaba el tormento que entraba en la vida de aquellos cuatro que por cosas del destino estaban unidas.

Ya nada podía detener la lluvia que se avecinaba en las vidas de esos cuatro amantes. Nada podría detener que el infierno se desatara porque las puertas de este ya estaban abiertas desde el momento en que los amantes del pasado mezclaron sus miradas después de dos años creyéndose uno muerto a su familia y el otro feliz con quien si lo amaba. Los demonios del infierno caminaban a paso veloz a la vida de ellos y ni lo ángeles, ni Dios, ni ningún mando alto del cielo los podían derribar. Porqué la lucha apenas empezaba y ellos no pararían hasta que alguno de ellos ganara.

Porqué ahora la lucha era entre Siwon y Eunhyuk. El primero por recuperar a su familia que apenas hace unos días creía muerta y el último mencionado pelearía por proteger a su familia, así su vida estuviera en peligro. Era la lucha más esperada por el infierno que ansioso esperaba con llamas altas de fuego recibir al pelinegro cuando Siwon, su gran y poderoso demonio, lo matara y lograra tener de nuevo en su vida a Donghae y Aiden quienes nunca debieron haberse ido de su vida.

Siwon sentía una furia recorrerle todo su cuerpo remplazando su sangre por las llamas de venganza y mucha furia. Su corazón dolía demasiado por el engaño en el que vivió y las noches que se culpó por muertes que no existían. Tenía mucho coraje cuando se le aclararon los pensamientos y ahí se pudo dar cuenta que mientras él lloraba y se lamentaba haciendo de su vida un infierno Donghae vivía despreocupadamente junto a ese pelinegro sin pensar más en él y arrebatándole a su hijo para ofrecerlo a brazos de otro hombre. No era justo y no podía quedarse así. Cuando miro a Sora aferrarse a él si podía sintió aún más enojo ¿Por qué ahora? Se preguntó, ¿por qué cuando él ya estaba encontrando la paz y el amor en alguien más, Donghae reaparecía en su vida haciendo que su lado malo despertara? y ¿por qué justamente Sora tenía que ser familiar política de él? agarro coraje contra todo el mundo, incluyendo a la pequeña y tierna Sora y fue ahí que mirando al cielo con los puños cerrados a su lado se prometió en voz baja que cada uno de ellos pagarían el haberse burlado de él. Sabía dentro, muy dentro de él que Sora no tenía la culpa, pero ahora la furia no le permitía pensar claramente.