10. El esperado viaje en tren

1 0 2
                                    


Llevaban ya unas horas dentro del tren que recorría la Región de Las Montañas por debajo, aguardando el momento en que llegarían al Bosque Helado.

-Estoy impaciente por llegar -comentó Lima-. Dicen que es el paisaje más bonito de toda la región. Y que de noche se ven luces de colores en el cielo.

-Así es. Recuerdo que de niño fuimos con toda la familia al albergue, y que las habitaciones más altas tenían el techo de cristal, para que así la gente pudiese ver las luces sin salir de su habitación.

>>Aunque mejor es vivirlo en vivo; hay un mirador en lo alto de la montaña y allí parece que puedes tocar las luces con tus propias manos.

Lima apoyó la cabeza en el hombro del chico.

-Ya me lo imagino, tiene que ser una preciosidad. ¿Cómo lo llaman? Los recuerdos de...

-Los recuerdos de los Hijos -dijo Liam.

-¿Por qué lo llaman así?

-Hay una leyenda muy antigua. ¿Te la cuento?

-Sí, me gustaría escucharla -dijo Lima interesada.

-Hace tiempo -comenzó-, cuando Los Dos Antiguos crearon la Tierra y la poblaron con sus Hijos, había unas montañas desoladas y frías que no se atrevían a descubrir.

>>Una joven Hija, sintió curiosidad y junto con cinco Hijos más, emprendieron el viaje a aquellas montañas. Tras un largo y cansado camino, llegaron a lo que hoy conocemos como la Región de Las Montañas. Se instalaron allí y comenzaron a descubrir los secretos que guardaba.

>>Desgraciadamente, la Hija más joven se perdió y murió de frío. Aquello causó una gran tristeza entre Los Antiguos pues era muy querida. Para recordarla, pintaron el cielo de verde, y cada noche se sentaban a observar el recuerdo de su querida Hija.

-¿Todas las luces son de color verde? Pues vaya.

-No he terminado -dijo el chico con frialdad, ya que aborrecía que lo interrumpieran-. La Región de Las Montañas o Las Cinco Montañas era un lugar muy peligroso para vivir, pues hacía mucho frío, había avalanchas y ventiscas, y también animales peligrosos.

>>Entonces, moría mucha gente, entre ellos los Hijos. Y para recordarlos, Los Antiguos pintaban el cielo de un color diferente cada vez que moría uno. Por eso hay tantas luces y tantos colores.

-Es una historia muy bonita, aunque un poco triste -dijo Lima-. ¿Cuándo llegamos? Llevamos horas aquí dentro.

Liam sonrió.

-Eres muy impaciente, espera un poco.

Lima se removió en su asiento, incómoda.

-No hay nada para hacer, además tengo hambre.

De repente el tren se paró.

-Hemos llegado a la estación este. Debido a las ventiscas no podemos continuar con el trayecto. Esperaremos aquí hasta que la estación nordeste esté abierta -dijo el conductor del tren-. Recomendamos que se queden aquí ya que no sabemos cuándo nos pondremos en marcha. Gracias.

Lima puso mala cara.

-Y ahora esto, genial.

-Venga, no seas así -la abrazó Liam-. Piensa que al menos estamos juntos. Positividad.

-Tienes razón. Con lo de Luna y todo eso estoy...

-Hey, no pasa nada -la miró con sus profundos ojos marrones-, ya verás que en poco tiempo llegaremos al Bosque Helado y veremos las luces.

Lima asintió.

-Te quiero ojazos azules.

-Yo también, ¿ojazos marrones? -dijo pero enseguida negó con la cabeza-. No queda bien, no soy tan buena como tú motando a la gente.

-¿Motando? -preguntó Liam extrañado.

-Sí, motando. No seré buena poniendo motes a la gente pero soy una experta inventando palabras.

Los dos rieron.

-Se ve, se ve -dijo Liam-. ¿Y la experta inventora tiene un beso para el motador?

-Obviamente -dijo y besó los labios de su compañero.

Una anciana se sentó en uno de los asientos que estaba en frente de la pareja. En el otro asiento dejó su bolso de piel y su abrigo blanco de plumas.

-Hacéis una bonita pareja -dijo retocándose el pelo blanco con la mano-. Yo también andaba así de joven.

Los dos se separaron de inmediato y el color de sus caras se volvió roja.

-Ui, lo siento. No era mi intención molestaros.

El chico en seguida reaccionó y sonrió amablemente.

-No se preocupe, ahora tenemos alguien más con quien hablar. No sé si ha oído lo que ha dicho el conductor, pero la estación nordeste está cerrada por las ventiscas y puede que nos quedemos aquí un tiempo.

-Vaya, menuda faena nos ha hecho. Y yo que quería pasar un bonito fin se semana con mis nietos en el Bosque Helado.

-Nosotros también vamos allí, pero, por lo que veo nos quedaremos un buen rato aquí sentados.

-Además no es conveniente salir del tren ya que en cualquier momento se pondrá en marcha y podríamos perderlo -dijo Lima.

La anciana se volvió por primera vez hacia ella.

-Eres una chica muy guapa ¿lo sabías? ¡Y qué ojos tan bonitos! No me extrañaría que fueses la Hija de Los Mayores.

-¿Perdone? -Lima quedó un poco desconcertada-. ¿Cómo dice?

-Ya sabes, Los Antiguos o Los Mayores -rio la anciana-. Pero no me hagas caso, solo es una leyenda.

-¿Usted también la conoce? -preguntó Liam con interés-. Es una leyenda muy antigua.

-Que muchacho más apuesto, pero, tienes razón. Hoy en día no es una leyenda muy conocida, incluso en mis tiempos poca gente la sabía. Es agradable hablar con alguien acerca de esto. ¡Pero qué maleducada soy! Me llamo Meylin.

-Encantado Meylin, nosotros somos Liam y Lima.

La mujer sonrió dulcemente.

-¡Qué encantadores sois! Os llamáis casi igual, esto yo creo...-puso una cara enigmática-...creo que es cosa del destino.

-Yo no creo en el destino -dijo Lima.

-Ella es bastante escéptica -comentó Liam-. Pero yo sí que creo, y pienso lo mismo que usted.

Lima se molestó y no dijo nada.

-Déjame que te diga una cosa querida, como mi abuela decía: todas las cosas ocurren por algo, y ese algo es el destino.

-Pero...

-No tienes por qué creerlo, pero hasta la babosa más insignificante tiene su destino escrito, y con las herramientas adecuadas puedes cambiarlo.

Liam se quedó alucinado, y aquello molestó más a Lima.

-Parece que me está leyendo la mente, pienso igual que usted, Meylin.

-Señores pasajeros, dentro de cinco minutos continuaremos con nuestro recorrido hacia la estación nordeste. Gracias -dijo el conductor interrumpiendo las conversaciones de los pasajeros.

-Menos mal -murmuró Lima.

Mientras, Liam y la anciana conversaban animadamente.

Lima se apartó un poco de él y se acomodó en el sillón. No era el fantástico viaje que ella esperaba.

Los Hijos de los AntiguosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora