23. Los peligros comienzan

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Ya llevaban varias horas buscando, pero no había ni rastro de las cuevas. La pobre Ushin casi se cayó del cansancio, pero Liam la sujetó en el momento justo.

-Llevamos horas buscando -dijo el chico-. Pero no hemos encontrado nada, y además estamos cansados.

-¿Cuándo aprenderéis los humanos a alimentaros de vuestro propio espíritu? -preguntó el Hijo inclinándose para mirar debajo de un gran árbol congelado-. Así no necesitaríais descanso.

-Estoy demasiado dormido para contestar a eso.

-Déjame que te ayude Liam -dijo la Hija acercándose a los chicos que dormitaban encima de la pantera-. Mejor os ayudo a los dos.

Extendió sus iluminadas manos hacia las frentes de los jóvenes y aquellas se iluminaron por un instante.

En seguida abrieron los ojos y parpadearon llenos de energía.

-Así estáis mejor.

Liam bajó de un salto del lomo de la Yamchu.

-Si Ushin y yo también buscamos será más fácil encontrarla -dijo.

Los Hijos se miraron y el Hijo negó con la cabeza.

-Es demasiado arriesgado, si os perdéis o si os caéis a algún lugar habitado por el Mal no os podremos ayudar.

Ushin también bajó de la pantera.

-No nos pasará nada -dijo-, ahora estamos despiertos y miraremos atentamente incluso la más insignificante rama.

Los Hijos volvieron a cruzar una mirada.

-Está bien, pero no os separéis demasiado, y hacédnoslo saber si tenéis algún problema. ¿De acuerdo?

Los chicos asintieron.

Más tarde, encontraron una cueva; pero, no era la que buscaban. Los Hijos no habían sentido la presencia de Los Antiguos, lo que significaba que el Templo no se encontraba allí.

-¡Ahhh! -gritó frustrada Ushin.

Su grito rebotó por toda la montaña.

-¿Qué haces? ¡Podrías provocar una avalancha! -le dijo molesto Liam-. ¡No vuelvas a hacer eso!

-¿Qué es una avalancha? -preguntó avergonzada Ushin-. Nosotros no tenemos eso en Los Lâbamos.

-Una avalancha es un enorme cúmulo de nieve que baja por la montaña y nos puede enterrar a todos. Con cualquier ruido puede ocurrir, así que no gritéis.

-Lo siento.

Shira se había apartado un poco para investigar un agujero profundo que había en unos glaciares, con tan mala suerte que el hielo que la sujetaba se rompió bajo su peso y se cayó a dentro. Rebotó contra las paredes de hielo para aterrizar dolorosamente encima de la nieve.

Los demás giraron la cabeza en la dirección en la que habían oído el chillido que emitió la Yamchu.

-¡Shira! -gritó Ushin-. ¡Se ha caído!

En seguida se juntaron en torno al agujero. La Yamchu seguía allí, tumbada y lamiéndose la sangre verde de sus heridas.

-¿Cómo la sacaremos de ahí? -preguntó preocupada Ushin-. ¡Está herida!

-¿Alguien tiene un cuerda? -pidió Liam.

-Desgraciadamente no -contestó la Hija-. Tendremos que curarla primero; no creo que esté en condiciones de moverse.

-Yo iré -dijo el Hijo-. Primero cerraré sus heridas y luego ya veremos cómo la sacaremos de ahí.

Acto seguido, saltó al interior del agujero. Utilizando sus poderes que Los Mayores le otorgaron, pudo apoyarse en las paredes y aterrizar limpiamente. La pantera se asustó al verlo y le enseñó los colmillos.

-Tranquila, vengo a ayudarte.

Shira pareció tranquilizarse al oír sus palabras y le dejó acercarse. Desde su posición, el Hijo pudo ver los arañazos y golpes que tenía por todo el cuerpo. No tenían buena pinta.

-Déjame que te ayude, no te dolerá -dijo.

Al hacerlo, suspiró y cubrió las heridas con las manos. De repente, una luz iluminó las graves heridas de Shira y comenzaron a cerrarse. Después de unos minutos estaba totalmente recuperada.

Se puso de pie y lamió la cara del Hijo en señal de agradecimiento.

-¡Sí! -exclamó Ushin desde arriba-. Menos mal, creía que no volvería con nosotros.

-Sí, pero ¿cómo los sacaremos? -preguntó Liam-. No sabréis volar ¿verdad?

La Hija negó con la cabeza.

-No somos tan poderosos como Los Antiguos. Pero, puede que podamos trasmitirle nuestra energía para saltar -dijo y se acercó más al agujero para que el Hijo la oyera-. ¡Hijo! ¡Intenta transmitirle tu energía! ¡Como lo hiciste la última vez!

El Hijo asintió desde abajo y acarició suavemente el pelaje de la Yamchu mientras se iluminaba poco a poco. Cuando terminó, la pantera se había convertido en una especie de pantera brillante y poderosa.

-Ahora los dos juntos saltaremos hacia arriba -le dijo el Hijo-. No tengas miedo, yo te ayudaré. ¿Preparada? ¡Vamos!

El Hijo se subió a su lomo y ella saltó con todas sus fuerzas, para aterrizar finalmente al lado de la Hija.

-¡Shira! -exclamó Ushin de alegría y corrió a abrazarla-. ¡Menos mal!

-¿Veis lo peligroso que es? Será mejor que no os separéis y busquéis encima de la pantera.

Liam y Ushin obedecieron las órdenes del Hijo sin rechistar.

-Sigamos buscando.

Instantes después la nieve empezó a temblar bajo sus pies.

-¿Pero qué? -dijo Liam y miró hacia arriba de la montaña temiéndose lo peor-. No... ¡Es una avalancha corred!

-¿Dónde? -preguntó Ushin que no había visto una en su vida.

Nadie tuvo que responderle, porque una enorme masa de nieve se acercaba peligrosamente rápido por encima de sus cabezas.

-¡Aaaah!

Todos empezaron a corren hacia abajo despavoridos en busca de un lugar en el que refugiarse.

La avalancha se acercaba cada vez más. Unos pinos quedaron totalmente enterrados bajo la gran capa de nieve.

-¡Saltad hacia arriba! -gritó Liam.

-¡¿Qué?!

-¡Vamos a quedar enterrados bajo la nieve! ¡Saltad justo antes de que os coja! ¡Así será más fácil llegar a la superficie! ¡Saltad!

Liam bajó de la pantera con un saltó y comenzó a correr. Instantes después saltó y desapareció entre la nieve.

-¡Liam! -gritó Ushin.

No había tiempo de apenarse, Ushin ordenó a Shira que saltase y ellas también desaparecieron entre la gran masa de nieve.

Los Hijos también estaban a punto de ser tragados por la avalancha.

-¡Dame la mano! -gritó el Hijo-. ¡Pase lo que pase debemos permanecer juntos!

Así lo hicieron; se cogieron de las manos y saltaron a la vez para ser enterrados en la nieve.

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Los Hijos de los AntiguosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora