9. ¡Cuidado con los cazadores!

1 0 1
                                    


Nabu se despertó con el primer rayo de sol.

Todo el suelo estaba cubierto por una fina capa de nieve, menos una gran forma irregular que había al lado de su hermana.

En seguida cayó en la cuenta que aquella forma irregular era la huella que había dejado la Yamchu, y despertó a su hermana.

-¡Ushin! ¡Despierta, Ushin! -dijo zarandeándola-. ¡Shira ha desaparecido!

-¿Qué ocurre? -dijo todavía medio dormida-. ¿Shira qué?

-¡Ha desaparecido! Bueno, puede que haya ido a cazar, pero creo que nos avisaría. Mira, aquí está su huella.

Los dos hermanos se acercaron a la superficie y Ushin empezó a buscar pistas.

-Hay algunas pisadas humanas por aquí -dijo señalando un par de huellas-. Y también hay un rastro como el de una soga. Oh, no -puso una cara de preocupación-, han sido los...

-Los cazadores de Yamchu -Nabu no le dejó terminar-. Ya no podemos hacer nada por ella.

-Puede que haya una oportunidad -dijo pensativa-. Ha estado nevando toda la noche, pero no hay ni una mota de nieve y las huellas son claras, lo que significa que la secuestraron hace poco, una o dos horas máximo.

-¿Cómo la encontraremos? Este bosque es enorme, además es la primera vez que estamos aquí -dijo Nabu bajando la cabeza.

-Estás hablando con la mejor cazadora de la historia hermanito, y la nieve puede sernos de ayuda -dijo Ushin-. Por las huellas, hay dos cazadores o más. Así que, tú irás por los árboles y yo iré escondida, si ves algo me lo dices.

Nabu asintió y trepó a un árbol siguiendo a Ushin desde arriba.

La chica seguía las pisadas del suelo que se juntaron con otras pisadas de botas, en total había cuatro cazadores. Se lo hizo saber a Nabu mediante señas.

De repente Ushin oyó unas voces que procedían del claro que tenía delante y le hizo señas a Nabu para que se acercara. Se escondieron detrás de unos matorrales para espiar.

-...no entiendo por qué los quiere vivos -dijo uno.

-Será para domesticarlos y utilizarlos como mascotas, o para hacer algún trabajillo -rio otro que tenía la gorra azul.

-No seas idiota -dijo el de la barba gris-. ¿Cómo va a servir un Yamchu para algo?

-Puede que el jefe se los quiera quedar los tres para él -dijo el cuarto-. Eso no importa, yo estoy contento mientras nos pague.

Ushin se acercó a un pino cuidadosamente y pudo observar cuatro hombres con abrigos negros y detrás de ellos a tres Yamchus con el hocico y las patas atadas.

Nabu descendió sigilosamente y pensaron que hacer.

-Hay cuatro -comenzó Nabu-, yo puedo hacerme cargo de dos.

-Yo he traído mi puñal y mis flechas, pero preferiría utilizarlas para cazar ya que no sabemos cuánto tiempo vamos a estar aquí. ¿Cómo lo hacemos?

-Lo mejor será soltar a dos Yamchus para que distraigan a dos cazadores, y dejar a Shira atada para que los dos restantes estén junto a ella. Así podré luchar con los cazadores mientras tú liberas a Shira y escapáis. Yo los perderé entre los árboles y me reuniré con vosotras cuando pueda.

>>Pero lo más importante es que no os hagáis daño; si las cosas se tuercen quiero que volváis a casa y les contéis a los demás lo ocurrido.

Ushin sonrió. Nabu no era un chico muy cariñoso pero se preocupaba por los demás.

Asintió.

-Vamos, recuperaremos a Shira -dijo.

-Suerte hermanito.

Desde su escondite, lanzaron una piedra para desviar la atención de los cazadores y poder liberar a los dos Yamchus.

El rescate había comenzado.

Las panteras liberadas enseguida atacaron a sus secuestradores.

-¡Alguien ha soltado a las panteras! -dijo el de la cara sucia-. ¡Vigilad a la hembra que no escape!

Diciendo aquello intentó esquivar una patada de una de las dos panteras liberadas, pero, desgraciadamente, no llegó a esquivarla y acabó en el suelo con todo el rostro arañado.

Mientras tres hombres intentaban atrapar a los Yamchus, Nabu salió y atacó al cuarto hombre que vigilaba a Shira.

-¡Aquí hay un muchacho! -gritó esquivando su rhuska.

Tras forcejear un poco el hombre sacó su pistola.

-No quiero hacerte daño, si te vas ahora olvidaré que has soltado a los Yamchus.

-Está bien -contestó Nabu y desapareció entre los árboles.

-¡Idiota! -le gritó el de la barba gris-. ¡Los dos Yamchus han escapado! ¡Y para colmo dejas que la chica se lleve a la hembra!

-¡Pero qué dices! Si la Yamchu está, oh no... -dijo el de la pistola mirando hacia atrás para descubrir que no les quedaban Yamchus.

-¡Hey! ¡George está herido! -dijo el del gorro azul.

Los otros dos se acercaron a ver el malherido.

Bajaron la cabeza.

Ya no respiraba.

-¡Mierda Geroge! ¡No! -gritó de dolor el de la barba gris.

-¿Qué dirá el jefe?

-¿Qué va a decir? ¡Pues que somos unos incompetentes y nos despedirá! Bueno, será mejor recojamos todo esto.

84645

Los Hijos de los AntiguosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora