17. El encuentro: Ushin y Nabu

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Cuando Nabu y Ushin entraron al albergue no se lo podían creer: Ushin correteaba de aquí para allá como una niña de cinco años y Nabu observaba todo y a todos con desconfianza.

La mujer que los había rescatado mantuvo una rápida conversación con la recepcionista y se acercó a ellos.

-Os dejarán una habitación para dos, desgraciadamente, no les quedan habitaciones con dos camas, así que tendréis que dormir juntos o alguno tendrá que dormir en el sofá de la habitación. Me habéis dicho que sois hermanos ¿no?

Los dos asintieron con la cabeza.

-Os llevaré a la habitación para que os aseéis y bajad cuanto antes para cenar, ¿de acuerdo?

Los dos asintieron otra vez.

-Seguidme.

La siguieron por las escaleras de la izquierda y entraron en el pasillo este y se pararon en frente de una puerta.

La mujer sacó la llave y la abrió.

-Ya sé que no sois se aquí, pero intentad no romper nada. Si necesitáis algo bajad y hablad con la recepcionista -al notar que le ponían mala cara intentó explicarlo de otra manera-. Si tenéis problemas, bajad abajo por la gran escalera de madera y hablad con la mujer de la mesa negra y grande.

Al decirlo exageró las palabras e hizo gestos con las manos.

Nabu la miró con seriedad.

-Vale que seamos salvajes, pero no somos idiotas. Podrías haber dicho que hablásemos con la mujer de la entrada.

-¡Nabu! -dijo Ushin-. Aquí la gente no es tan directa, debemos comportarnos como ellos. Lo siento...

La mujer enrojeció hasta las orejas y se despidió con un débil "adiós".

Los hermanos se sentaron en la cama, encima de la colcha color cielo. Más adelante había un sillón del mismo color y las grandes ventanas estaban tapadas con cortinas blancas.

Ushin estaba maravillada.

-¿Qué lugar es este? ¿Esta es la habitación? Porque no veo ningún humtre para dormir.

-Creo que estás encima del humtre que utilizan para dormir. Pero céntrate, tenemos que encontrarla. La mujer nos ha dicho que bajemos a cenar después de "asarnos" o algo así. ¿Sabes lo que significa?

-Supongo que es algo como dejar el arco, las flechas y el rhuska en la habitación. Eso es lo que hacemos siempre al llegar a casa.

-Entonces dejemos también las capas y las ropas de ihrum, aquí no las necesitamos.

Lo dejaron todo encima de la cama.

Un rato después y tras las indicaciones de "la mujer de la mesa negra y grande", entraron en el salón.

-¿Esa es la comida? -preguntó Nabu-. ¿Qué clase de animal es?

-No lo sé. ¡Mira! -exclamó señalando a la ensalada-. ¡Aquí también hay plantas y frutos que se pueden comer!

-Vamos, pero, ¿aquí no utilizan cubiertos? Bueno, no será la primera vez que coma con las manos.

Ushin lo detuvo justo a tiempo: iba a meter la mano en la bandeja de la ensalada.

-¡Quieto! Será mejor que primero preguntemos.

Ushin se acercó a un limpiador que barría el suelo.

-Hola -le saludó-. ¿Cómo se come aquí?

-¿Disculpe?

-Somos de Los Lâbamos y no sabemos las costumbres de aquí. ¿Cómo se come?

El hombre dudó unos instantes antes de sonreírle cordialmente.

-Vaya, es la primera vez que veo a una persona de Los Bosques. Pues, coge un plato...

-¡Ven Nabu!

El chico se acercó y empezaron a escuchar atentamente lo que decía el limpiador, para después imitarlo con sumo cuidado.

-Tenéis que comer con la boca cerrada, con educación -les dijo al enseñarles los cubiertos.

Nabu le puso mala cara.

-No sé lo que es "educación", pero nosotros también comemos con la boca cerrada, no somos animales.

Ushin asintió y el hombre sonrió.

-Así será mucho más fácil, lo pillaréis en seguida.

Más tarde, cuando ya habían aprendido a comer, Ushin se dispuso a servirse la ensalada.

Estaba tan concentrada en el plato que no se dio cuenta de que había otra persona a su lado y se chocaron. Con el golpe los cubiertos que llevaba se le cayeron de las manos.

La chica rubia con la que se había chocado se apresuró a recogerlos.

-Ay, lo siento -dijo recogiéndolos-. Qué torpe soy.

Ushin iba a contestarle pero al mirar su rostro se quedó petrificada y se le cayeron de nuevo.

-Vaya, parece que la torpeza se contagia -dijo recogiéndolos otra vez del suelo.

Una voz en su cabeza le obligó a moverse y hablar.

-Sí, em... -tartamudeó Ushin-, lo siento.

Se sirvió la ensalada y volvió rápidamente con Nabu.

-Es ella -le dijo.

-¿Qué?

-Ella es la Hija.

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Los Hijos de los AntiguosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora