CAPÍTULO 28

43 2 8
                                        


-Te ha gustado, eh- comentó gracioso el joven viendo que en apenas un par de minutos ya me había terminado el postre.

-Has ido a lo fácil. Era evidente que me iba a gustar- respondí obvia mientras dejaba la copa encima de la mesa que se localizaba a unos centímetros del sofá en donde nos encontrábamos.

-Claro, ahora menosprecia mi trabajo-contestó con un falso tono ofendido. A continuación, puse los ojos en blanco y volví la mirada hacia el lado contrario en donde se hallaba la caja con Frederick en su interior.

- ¡Oye, no me pongas los ojos en blanco! -dijo de nuevo ofendido a la vez que sin si quiera imaginármelo, se abalanzaba junto a mí y empezaba a hacerme cosquillas sin parar provocando que mi sistema estuviera falto de oxígeno

- ¡Para ya por favor! -rogué cuando pude coger el aire necesario para formular esa simple oración

-Ni se te ocurra poner de nuevo los ojos en blanco, es de mala educación. ¿Entendido? -contestó riéndose con todas sus fuerzas mientras las cosquillas se hacían cada vez más constantes e intensas provocando que mi cuerpo grabara en su interior el danzar delicado, aunque firme de sus dedos sobre mi piel

-No es de mala educación Peter ¡Levanta por favor! -volví a suplicar mientras intentaba levantar su fornido cuerpo de encima mío, aunque resultaba prácticamente misión imposible

-¡¿Entendido?!-siguió riendo con todas sus fuerzas mientras me seguía haciendo cosquillas sin parar provocándome un dolor intenso en el estómago

-¡Vale! ¡Entendido! ¡Pero para ya por favor! -contesté rendida. Acto seguido, sorprendentemente, Peter me hizo caso y se apartó de nuevo a su lado del sillón mientras se colocaba correctamente el cabello.

-Vale, y ahora que ya hemos terminado de alimentarnos, ¿quieres jugar? -preguntó sencillamente

-¿Jugar?-cuestioné extrañada a la vez que me incorporaba un poco, ya que pensé que se trataba de una broma -Peter, ¡¿no crees que somos un poco mayores para estar jugando a jueguecitos estúpidos?!-continué, siendo yo esta vez, la que se reía sin parar

-Oye, perdona. No menosprecies mi idea-declaró tajante y serio- y, además, nunca se es lo suficientemente mayor para jugar y sacar a tu niña interior, Carol -añadió fascinado con su idea y con una sonrisa que recientemente, aparecía en su rostro

-Vale, de acuerdo. ¿Y qué juego tienes en mente señorito filósofo? -pregunté aun riéndome

-El juego de las 10 preguntas-contestó firme

-¡¿Que?!-cuestioné riéndome aún más, aunque parecía aparentemente imposible -Peter, ¿tú estás loco? Es la idea más absurda que he escuchado en mucho tiempo-declaré poniendo fin a la risa que había permanecido latente un par de minutos entre nosotros

-A ver, piénsalo bien Carol-dijo incorporándose del sofá y me miraba intensamente a los ojos- Yo te hago preguntas y tu mí. De este modo, tu podrás saber cosas de mí y yo de ti. Tampoco está tan mal, ¿no crees? Sé un poco más receptiva, mujer-añadió rendido mientras apartaba la mirada hacia el otro lado de la estancia, aunque, por suerte o por desgracia, yo ya había sido eclipsada por su mirada agua marina.

-Bueno, tienes razón, pero tu empiezas- manifesté saliendo de mi conmoción

-Vale. ¿Nombre completo? -preguntó dando comienzo al juego

-Carolina Rodríguez Abellán-respondí sin titubeos

-Así que Carolina...-comentó pensativo a la vez que dirigía la vista a cualquier punto de la sala que no fuese yo - ¿Por qué acortas tu nombre con los magnífico que es? -cuestionó esta vez enviando su intensa mirada directamente hacia mí.

1.721Donde viven las historias. Descúbrelo ahora