CAPÍTULO 29

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-Hola- dijo el sonriente joven cuando hube abierto la puerta de mi apartamento permitiéndole distinguir mi desgarbada figura enfundada en unos ceñidos vaqueros negros, una camisa con estampado floral y un sencillo jersey de hilo blanco.

-Hola, adelante pasa. Dame cinco minutos y nos vamos- contesté haciéndome a un lado posibilitándole la entrada a la estancia.

-Claro tranquila. Sin prisa- respondió el muchacho de cabello y ojos intensos como el café tostado.

-Como si estuvieras en tu casa. No tardo- Seguidamente, emprendí el camino hacia mi cuarto para terminar de realzar levemente mis ojos con una máscara de pestaña desgastada. Al finalizar, cogí mi bolso dispuesta a ir a reencontrarme con Adam.

-Ya estoy lista- establecí entrando a la sala en donde el muchacho se encontraba sentado en el sillón concentrado en su teléfono móvil.

-Perfecto, pues vamos a comenzar nuestro paseo turístico por la ciudad- declaró mientras dejaba a un lado el dispositivo que llevaba entre manos, se incorporaba del lugar y dirigía su dulce mirada y su radiante sonrisa hacia mí.

-¿Vas a ser mi guía?-cuestioné sorprendida cuando apenas nos encontrábamos a un par de metros de distancia.

-Por supuesto señorita. ¿Preparada?- sonreí al observar que el joven hacia una leve reverencia y me tendía su brazo derecho para entrelazar dicha extremidad con la mía.

-Preparada-A continuación, salimos de mi apartamento agarrados el uno al otro, juntos y dispuestos a perdernos entre las amplias y concurridas calles de Londres.

Era domingo. Hacía un sol radiante, pero no como el de España. Este transmitía otro tipo de magia cargada de energía, pasión y una calidez fría, de tal manera que la luz calaba cada centímetro de tu cuerpo a pesar de la suave pero gélida brisa que se escondía y viajaba por cada uno de los rincones de esta inmensa ciudad.

Durante la tarde, recorrimos las frecuentadas calles que rodean el edificio del Parlamento y el Big Ben, bajamos hasta el Palacio de Buckingham en donde estuvimos observando divertidos durante un largo tiempo los firmes y fríos guardias con sus ridículos trajes adornando la entrada del mismo. Paseamos por los tranquilos y relajantes caminos del Hyde Park y nos sentamos en las cómodas hamacas de sus agradables explanadas cubiertas de un fresco césped. Más tarde, emprendimos nuestro camino hacia Piccadilly Circus, lugar donde quedé totalmente fascinada con la colisión de tan inmensas avenidas repletas de autobuses rojos de dos plantas y taxis de un color negro azabache. Por último, cruzamos el famoso puente de Westminster y subimos al emblemático London Eye en donde tuve la ciudad literalmente a mis pies.

-Ha sido una tarde encantadora-dijo amablemente el muchacho cuando llegamos a la puerta de la residencia. Al finalizar nuestra intensa visita, el joven se ofreció a llevarme a casa ya que había entrado la noche, no sin antes ir a cenar a un pequeño pero agradable restaurante que nos pillaba de paso porque nuestros estómagos rugían hambrientos.

-Me duele todo el cuerpo, pero concuerdo contigo. Así que gracias- respondí devolviéndole la sonrisa.

-No hay de qué, espero que lo repitamos pronto-añadió con un atisbo de esperanza mientras se abrochaba la bomber camel debido a la reciente disminución de las temperaturas.

-Estaré esperando impaciente. Buenas noches-rompí la distancia que nos separaba y nos dimos un beso en cada mejilla en forma de despidida.

-Buenas noches-contestó girando sobre sus propios talones, y marchándose del lugar. A continuación, entré al edificio y subí ágilmente hasta mi apartamento. A causa del agotamiento, una vez llegué, me dispuse a deshacerme tanto del leve maquillaje de mi rostro como de las prendas que adornaban mi marcada figura dispuesta a rendirme cuanto antes entre los brazos de Morfeo.

-¡Miranda!-Me sobresalté al escuchar una dura voz de hombre proveniente del exterior.

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¡Hola a todos/as! ¿Qué tal estáis?

Quizás no me creáis cuando os diga que he echado de menos Wattpad, mi novela y a vosotros mis lectores, pero es total y completamente cierto. A pesar de que en ocasiones nuestras obligaciones no nos permiten hacer todo lo que nos gustaría, me siento una afortunada por tener la posibilidad de ser envuelta como la primera vez entre los brazos de estas páginas, de aquello que estoy creando con tanto esfuerzo y cariño. 

Tampoco quiero molestaros más porque posiblemente muchos no estáis interesados en seguir leyendo ya que apenas publico y os comprendo totalmente, pero aún así quería daros las gracias por haber formado parte de esta humilde familia. O si por el contrario continuáis conmigo, agradeceros enormemente de nuevo vuestra presencia, y que le hayáis dado una oportunidad a 1.721, pero sobretodo a mí.

Muchiiiiisimas gracias por leer. Voten y dejen sus comentarios.

Recordad, sed felices y os mando todo mi amor y cariño a donde sea que os encontréis.


1.721Donde viven las historias. Descúbrelo ahora