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Era una mañana cálida en Johto en donde nuestro Pokedex Holder de ojos dorados volaba rumbo a Kanto, este hablaba por su Pokegear aparentemente con su compañera Crystal la cual ya estaba en aquella región esperándolo.

—Si ya te oí, llegare a las 4... tal vez—tras eso cortó lanzando un suspiro—, Crys es linda, pero se enoja fácilmente, ¿no crees Togetaro? —ante la respuesta el pokémon respondió con un suave gruñido dándole la razón, ya conocían muy bien a aquella chica seria.

Surcaban los cielos alegremente observando a los pokémon volador pasar, además de los tipos bichos que pasaban zumbando por los oídos del criador haciendo que este tuviera que hacer en más de una ocasión espantarlos un poco.

—Pronto estaremos llegando, Togetaro—dijo Gold mientras su flequillo se alborotaba por el viento—. Una fiesta sorpresa para Red-senpai... creo que será divertido jeje—con una sonrisa en el rostro apresuró a toda velocidad hacia Kanto.

Llegó a Ciudad Verde en donde se haría la fiesta sorpresa para Red en el gimnasio de dicha ciudad, lugar conseguido por una de sus senpai o sea Blue, claro que, con algo de esfuerzo, pues, el líder de gimnasio era muy difícil de persuadir si de su gimnasio se trata. Pero no solo sería una fiesta, también iba a ser una gran reunión ya que todos los Pokedex Holders se reunirían incluso los chicos nuevos de Unova: Black y White.

Gold caminaba tranquilamente hasta que vio una joven hermosa de cabellos dorados y ojos tan hermosos como el cielo, por supuesto, no desaprovecho la oportunidad para coquetearle siendo que iba más que atrasado para reunirse con los demás.

—Hola nena, ¿vienes mucho por aquí? —dijo con voz atractiva para que no pudiera resistirse a su encanto, según él.

—Ho-hola—respondió tímidamente la joven poniendo sus manos en su pecho.

—Y dime, ¿cómo te lla-? —Antes de terminar su pregunta sintió un aura asesina detrás de él por lo que giró lentamente hasta encontrarse con un chico que lo miraba con tranquilidad fingida.

— ¿Qué haces con mi novia? —preguntó directamente el chico con una sonrisa siniestra.

— ¿Yo? Pu-pues estaba—miraba hacia todos lados buscando una excusa—, le pre-preguntaba donde quedaba el gimnasio de ciudad verde—dijo con una sonrisa nerviosa rascándose la nuca.

—Oh, con qué era eso—contesto el chico con una sonrisa inocente con el aura asesina completamente disipada—, se encuentra a la vuelta de la esquina de aquella casa—explicó apuntando una casa a unos metros de ellos.

—Gra-gracias—respondió Gold para luego retirarse.

Por un momento sintió su vida pasar frente a sus ojos, aunque ese acontecimiento no impidió que anduviera coqueteándole a las chicas. Estuvo coqueteando a medida que avanzaba por la ciudad, algunas lo cacheteaban o tenían novio o simplemente lo ignoraban.

Ya rendido se dirigió finalmente al gimnasio, que, por cierto, estaba sumamente atrasado. Tomó un atajo cruzando un parque, ya que estuvo prácticamente por toda la ciudad coqueteándole a las mujeres. Maldito pervertido. En su camino por el parque se cruzó con una mujer con una capucha negra que cubría su cuerpo casi en su totalidad, no se le veía con claridad sus ojos, con suerte se notaba que llevaba calzado azul. Esta mujer representaba el misterio mismo.

La misteriosa mujer, al cruzarse al lado de él, lo detuvo tomando su hombro—. Que chico más travieso—dijo aquella mujer sin siquiera mirarlo.

— ¿Disculpe? —Gold la miró incrédula deteniendo su andar.

—Estás haciendo sufrir a alguien muy querido—se giró mirándolo de frente, pero aún seguían sus ojos cubiertos por su capucha—, y aun así no dejas de ser un cretino—espetó la mujer alzando la vista dejando ver sus ojos azules, azules tan profundos y oscuros como la noche.

—De... ¡¿De qué rayos está hablando?! —el ojidorado se soltó de su agarre molesto—. Yo no soy un cretino y no sé de qué está hablando—reiteró con el seño fruncido.

—Con que aún no te das cuenta—lo miró con decepción—, por lo que veo también eres un mal amigo—cerró sus ojos bajando un poco la mirada—. Solo eres un chico inmaduro.

Gold no podía seguir escuchando a aquella mujer, una completa desconocida le comienza a hablar de la nada, además de insultarlo, diciéndole lo que estaba mal en él. Nunca la había visto, ¡no tenía por qué meterse en su vida!

La mujer abrió sus ojos fijándose en el puño del muchacho que estaba siendo apretado con furia—. Veo que estas molesto, también eres un chico temperamental—el azabache levantó su puño para arremeter contra ella—. Apris Kried—pronunció levantando su mano extendida. De su mano soltó un extraño humo azul casi igual al color se sus ojos. Tras eso Gold se detuvo, estuvo desorientado un par de segundo cerrando y abriendo sus ojos con pesadez, lo último que vio fue a la mujer con una sonrisa ladina, después, se desmayó.

—Veamos si aprendes la lección, chico—dijo mientras lo arrastraba hasta un árbol donde no lo viera nadie casi afuera del parque—. Creo que lloverá—musitó observando al cielo que estaba despejado—. Buena suerte, Gold—dicho esto se fue tan misteriosamente como llegó.

Extrañamente nadie, absolutamente nadie, se dio cuenta de lo que pasó allí, todos hacían sus actividades como siempre. Luego de cuarenta minutos, una nube negra cubrió la ciudad. Comenzó a llover a lo que las personas comenzaron a movilizarse a sus hogares, ya más entrada la tarde no se lograba ver ninguna alma, solo alguien inconsciente apoyado en un árbol, al que nadie socorrió.

Lección por aprender // Pokémon SpecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora