- Conjuro -

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[Gold]

La lluvia seguía cayendo, pero no era muy consciente de ello. Ya no era consciente de nada más. Ya no quiero nada más...

¡¿Pero qué demonios digo?! ¡Soy el gran Gold, Pokedex Holders de la región de Johto! Quien ha sido compañero de batallas del campeón de Kanto, Red. Quien junto a sus compañeros logró detener el peligro en tres ocasiones... a quien Crys olvidó, a quien lo convirtieron en algo que nunca pidió y ni siquiera sabe por qué.

¡Demonios!

—Si sigues pensando en vez de actuar, no llegaras a mucho—levanté la cabeza, sorprendido, escuchando aquella voz algo conocida—. ¿Cómo has estado? —pregunta con rostro serio la persona que me trajo a esta situación.

No lo pensé mucho, me levante del barro dirigiendo mi puño directo a su cara, ahora soy una chica, no habría mucho problema si golpeo a una, ¿no? , en especial a esta maldita que llega con toda la hipocresía del mundo, como si no hubiese hecho nada, como si no hubiese arruinado mi vida. Ok, creo que estoy siendo dramático. ¡No! No estoy siendo dramático.

Mi puño estaba a solo unos centímetros de su rostro cuando mi cuerpo entero se paralizó. Fue como aquel momento cuando me la encontré en el parque, pero al menos sigo consciente.

—¡¿Quién mierda eres?! —espeté furioso sin lograr moverme un centímetro por mucho que me esfuerce.

La chica ahora no llevaba capucha, era como de mi edad, tez pálida al igual que sus labios, ojos azules profundos, misteriosos como las noches donde las estrellas brillan como nunca, el cabello azabache era corto hasta el cuello con las puntas azules—. No puedo decirte mi nombre, pero puedes llamarme Cy—dijo con toda la calma del mundo.

—¡No me interesa conocerte! —sentía que explotaría en cualquier minuto.

—Preguntaste que quien era.

—¡¿Qué eres?! ¡¿Quién eres?! ¡¿Qué mierda quieres?! ¡Por un demonio, déja moverme! —sentía mis ojos arder y mis dientes rechinaban. Como moría de las ganas por molerla a golpes.

—No, me atacaras—es lista—. Si me atacas, Lakava-sama me regañará—hizo una mueca rodando los ojos—, otra vez.

La miré incrédulo ante las cosas que decía, pero no me importaba—. Solo déjame salir para poder desquitarme con algo—la chica me miró desconfiando.

—Mejor te digo todo mientras estas quieto.

—Aunque sea déjame cambiar de posición—reclamé observando mi puño aun cerca de su rostro pálido—, me dará un calambre.

Me miró en silencio, sin poder lograr descifrar su extraña mirada sin vida y su rostro sin expresión. Finalmente, con su dedo índice apuntó hacia mi frente del cual noté un pequeño destello azul y caí al suelo como peso muerto, pero extrañamente no dolió. Se sentó frente a mi esperando una respuesta. Mejor me quedo así.

—Escucha, Gold, lo que te sucedió va en contra de tu destino—comenzó a explicar dando un suspiro.

—¿Qué mier...? —sin dejarme terminar hizo un ademan con su mano logrando pegar mis labios para que no pudiese hablar.

—Lo que he hecho ha sido por tu bien—sus ojos, tan profundos como la noche, se clavan en los míos tratando de hacer que entienda. Lo único que puedo hacer es entrecerrar los ojos. —Haz herido a algunas personas muy queridas para ti, bueno, tal vez no es una tan herida profunda, pero, si seguías así las acabarías lastimando tan profundamente que ya no habría retorno.

Lección por aprender // Pokémon SpecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora