Capítulo siete

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Los siguientes días Madison y Harry se encontraban emocionados, faltaba una semana para el comienzo de clases, su tercer año. Parecía haber sido ayer cuando en su onceavo cumpleaños Hagrid les dijo la verdad: que eran magos y que sus padres no habían muerto en un accidente, sino habían sido asesinados. 

Harry y Madison comenzaron a buscar con mayor ahínco a unos de los pocos amigos que tenían en común, Hermione y Ron. En aquellos días llegaban al callejón Diagon demasiados alumnos de Hogwarts, ya que quedaba poco para el comienzo de las clases. Se habían encontrado con alumnos de Gryffindor que saludaban sonrientes a Harry y a Madison solo le daban un asentimiento de cabeza; también algunos alumnos de Slytherin que prácticamente al pelinegro no lo miraban, solo charlaban con Madison. 

Madison se despertó el último día de vacaciones pensando que al otro día vería a sus mejores amigos, Draco, Blaise y Theo, en el expreso de Hogwarts. También verá a Hermione, con ella formaba una amistad muy buena, ambas amaban leer y además que eran las únicas amigas mujeres que tenían mutuamente. A la pelirroja no le caía bien ninguna mujer de su casa, todas con prejuicios de sangre y se pintaban todas, ¡con trece años!; y a la castaña simplemente no le caían muy bien las mujeres en general, pero la Slytherin sí. Madison se levantó de su cama, se vistió y levantó a su hermano saltando en la cama de este y gritando que al día siguiente volverían a Hogwarts; de mala gana, por los gritos, Harry se levantó y juntos bajaron a ver dónde comerían ese día, pero antes de todo, irían a contemplar una última vez la Saeta de Fuego. 

-¡Harry! ¡Madison!- escucharon una voz conocida y ambos se giraron.

Allí, en la terriza de la heladería Florean Fortescue, se encontraba los dos. Ron, más pecoso que nunca; Hermione muy bronceada y su cabello más arreglado; y los dos los saludaban con la mano a los hermanos Potter.

-¡Madison!- gritó Hermione cuando vi entrar a la antes nombrada a la terraza de la heladería, se levantó de la silla y la abrazo.

-¡Herms!- ella le respondió el abrazo. Mientras, Harry y Ron se abrazaban.

-Estuvimos en el Caldero Chorreante, y no los encontramos, además que nos dijeron que habían salido. Y luego fuimos a Flourish y Blotts, y al negocio de Madam Malkin...- comenzó diciendo Ron una vez que todos se habían saludo y abrazado.

-Compramos los materiales la semana pasada- explicó Harry.

-¿Cómo se enteraron que nos hospedamos en el Caldero Chorreante?- cuestionó su hermana.

-Mi padre- contestó Ron escuetamente.

-¿En verdad inflaron a su tía?- preguntó Hermione muy seria.

-Fue sin querer- respondió Harry, mientras Ron se retorcía de la risa-. Perdimos el control.

-Habla por ti. Lo mío fue intencional, esa mujer es insoportable- aclaró Madison mientras probaba del helado de Hermione, mientras Ron se reía aún más fuerte-. En serio, traten de vivir una semana con esa mujer, no lo soportarían. 

-No tiene ninguna gracia, Ron- dijo Hermione con severidad-. Verdaderamente, me sorprende que no los hayan expulsado.

-A mí también- admitió Harry-. No sólo expulsados: me daba más miedo ser arrestado.-Miró a Ron-: ¿Tu padre no sabrá por qué Fudge nos perdonó?

-Probablemente porque son ustedes. ¿No puede ser ése el motivo?- se encogió de hombros sin dejar de reírse- Los famosos mellizos Potter, el niño que vivió y la niña que lo salvó. No me gustaría enterarme lo que me haría a mí del Ministerio si se me ocurriera inflar a mi tía. Pero primero me tendrían que desenterrar, porque mi madre me habría asesinado. De cualquier manera, ustedes les pueden preguntar a mi padre esta tarde.

Mi Slytherin [CANCELADA TEMPORALMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora