Capítulo dos

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Capítulo dos

Conviviendo con tía Marge.


Los hermanos se dirigieron hacia su habitación, arriba al lado de la de sus tíos. Si tenían que obrar como un auténtico muggle, mejor empezar en aquel momento. Muy despacio y con tristeza, fueron recogiendo todos los regalos y tarjetas de cumpleaños, y las escondieron debajo de la tabla suelta que se encontraba en el piso, junto con todos los deberes. Harry se dirigió a la jaula de Hedwig, mientras que Madison se dirigió a la pecera de su serpiente: Venus, se la compró el primer año de Hogwarts mientras compraban todos sus útiles. Ese día Madison se acercó a la vitrina y vio a la serpiente que la miraba, entonces ella entendió como que la serpiente le estaba hablando, ella pensó que se estaba volviendo loca, pero no la serpiente si le hablaba, y la compró. Harry vio que Errol, la lechuza de la familia Weasley, se había recuperado. Hedwig y él estaban dormidos, con la cabeza bajo el ala. Suspiró. Los despertó con un golpecito.

-Hedwig- dijo un poco triste-, tendrás que desaparecer una semana. Vete con Errol. Ron cuidará de ti. Voy a escribirle una nota para darle una explicación. Y no me mires así.

-Harry- su hermana lo llamó-, ¿qué haré con Venus? No se la enviaré a Draco por nada del mundo, Cissy se moriría si se encuentra una serpiente. Ron está en Egipto y Hermione en Francia.- se quejó Madison.

-Sólo pídele que no haga ruido ni nada Mad- dijo este mientras escribía la cara para su amigo y se la entregaba a Hedwig.

Diez minutos después, Errol y Hedwig –está última con una nota para Ron atada a la pata- salieron por la ventana y volaron hasta perderse de vista. Harry, muy triste tomó la jaula y la escondió en su armario.

-Juro que si esa inútil dice algo sobre nuestros padres la dejaré calva, lo juro- mencionó Madison mientras se dirigía hacia las escaleras para bajar al hall de entrada.

-¡Péinate bien!- le dijo tía Petunia a Madison –quien tenía los pelos como una loca- imperiosamente en cuanto llegó al vestíbulo.

Ella no entendía el por qué tenía que arreglarse el cabello. A tía Marge le encantaba criticarlos, así que cuanto menos se arreglaba, más contenta estaría ella.

Oyó crujir la grava bajo las ruedas del coche de tío Vernon. Luego, los golpes de las puertas del coche y pasos por el camino del jardín. Que comience el juego.

-¡Abre la puerta!- susurró tía Petunia a Harry.

Harry abrió la puerta con un sentimiento de pesadumbre.

En el umbral estaba tía Marge. Se parecía mucho a tío Vernon: era grande, robusta y tenía la cara colorada. Incluso tenía bigote, aunque no tan poblado como el de tío Vernon. En una mano llevaba una valija enorme; y debajo de la otra se hallaba un perro viejo y de mal carácter.

-¿Dónde está mi Dudders?- rugió tía Marge-. ¿Dónde está mi sobrino querido?

Dudley se acercó caminando como un pato –cosa que hizo reír a Madison-, con el pelo azabache totalmente pegado al gordo cráneo y una corbata de moño que apenas se veía debajo de las múltiples papadas. Tía Marge tiró la valija contra el estómago de Madison –y le cortó la respiración antes de que dijera cualquier palabrota-, estrechó a Dudley fuertemente con un solo brazo, y le plantó en la mejilla un sonoro beso, mientras Harry ayudaba a su hermana con la enorme valija de tía Marge, tan gorda como ella.

Los Potter sabían muy bien que Dudley soportaba los abrazos de tía Marge sólo porque le pagaba muy bien -y bastante bien- y con toda seguridad, al separarse después del abrazo, encontraría un billete de veinte libras en el interior de su gorda mano.

Mi Slytherin [CANCELADA TEMPORALMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora