Capítulo once

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Una semana después.


-¿Qué hacen aquí?- el muchacho se levantó de un tiro de su asiento, cuando la mano de ella lo obligó a sentarse otra vez.

-Yo les avisé que vengan- respondió ella.

-¿Estás loca?

-Sólo cállate y escúchame.

-De acuerdo, ¿para qué nos quieres aquí, Granger?- preguntó el rubio de Slytherin cruzado de brazos.

-Ustedes son los que están mucho más tiempo con Madison que nosotros, ¿tienen alguna idea de porqué se comporta así?- les pregunto ella a los Slytherin. El rubio fue bajando sus brazos cruzados y su expresión no era tan tensa como siempre.

-La verdad es que no. No entiendo qué le pasa, pero queremos que vuelva a ser cómo antes- explicó el rubio.

-¿Saben algo sobre lo que eran esas cosas?- preguntó, esta vez, el pelirrojo.

-Eran dementores- explicó Hermione mientras sacaba, de quién sabe dónde, un libro color café con pinta de ser algo viejo-. Estuve investigando en la biblioteca, en la sesión restringida, y aquí dice- comenzó a leer- "Disfrutan con la desesperación y la destrucción ajenas, se llevan la paz, la esperanza y la alegría de cuanto los rodea. Si alguien se acerca mucho a un dementor, este le quitara hasta el ultimo sentimiento positivo y hasta el ultimo recuerdo dichoso. Si puede, el dementor se alimentara de el hasta convertirlo en su semejante: un ser desalmado y maligno.Lo dejara sin otra cosa que las peores experiencias de su vida"

-No explica el por qué Madison cambió en cuanto se despertó- habló por primera vez el hermano de la nombrada.

-Pero, ¿y si Madison tuvo una reacción diferente hacia el dementor? Ella se acercó mucho al dementor, eso quiere decir que el dementor quitó todo lo positivo y todo lo alegre que había en ella. Madison ahora es fría; Harry, te odia, ella debió de tener una reacción diferente al resto de nosotros- explicó Hermione.

-Ha pasado una semana, y no hubo ningún cambio en su humor ni aspecto. ¿Cómo se cura eso?- preguntó Draco con frialdad digna de un Slytherin. Por primera vez se relacionaban sin discutir o insultarse, pero era por un bien en común. Los leones querían que Madison les volviera a hablar cómo antes, y las serpientes querían que Madison no sea como la insoportable Pansy Parkinson.

-No dice en ningún lado- dijo la leona mientras pasaba las páginas gastadas del libro.

-Tendremos que averiguarlo- declaró mientras se ponía de pie Harry Potter-. Me tengo que ir, los veo luego- dicho eso, salió del baño dónde se hospedaba Myrtle la llorona.

-Si, nosotros también- y las serpientes se fueron.


-¡Fíjate por dónde vas, estúpido!- chilló la pequeña Potter mientras se paraba del frío suelo de las mazmorras.

-Lo siento- dijo una voz masculina, algo conocida para ella-. Enserio que no te reconocí Mad- era aquel chico al que tanto extrañaba que fue su sostén durante tantos años.

-¿Cedric?- su expresión se fue calmando, hasta que no quedaba aquella expresión de una Slytherin, sino de alguien común y normal, contento. El chico le sonrió, y ella inmediatamente saltó a sus brazos, aquellos que tanto anhelaba y que tantas lágrimas habían visto, que nadie sabía.

-Te extrañe tanto- susurró él en el oído de ella.

-Yo también- ella respondió-. ¿Dónde estabas? ¿Porqué no me escribiste? ¡Te mande miles de cartas Diggory!- Madison enloqueció y el Hufflepuff sonrió.

-Es una larga historia, algún día te lo contaré. ¿Y tú? Escuché que has actuado como una digna de Slytherin, y que odias a tu hermano, ¿qué con eso?

-Larga historia, algún día te la contaré- ella le respondió lo mismo, lo que hizo reír a ambos.

-¿Te puedo preguntar algo? Bueno, más que preguntar es un consejo u opinión- ella lo miró algo extraña.

-Sí, claro- respondió ella.

-Es sobre el torneo de los tres magos- aclaró él, a ella no le agradó mucho, pero le hizo una señal para que prosiga-. Estoy pensando en participar.

-¡¿Qué?! ¡Cedric eso es una sentencia de muerte! ¿Sabes cuántas personas han muerto en el torneo de los tres magos? ¡Miles!- la pequeña Potter enloqueció.

-Mad, soy bastante inteligente cómo para que tenga la tan mala suerte de morir.

-Cedric, es una locura.

-Es una oportunidad única Mad. Si gano, podré ayudar a mi padre con sus gastos.

-Sigo pensando que es una locura; sí, podrás ayudar a tu padre, pero ¿y si mueres en el intento? Cedric no soportaré perderte después de todo lo que pasamos.

-Mad, no me pasará nada. ¿Puedes decirme que cuento con tu apoyo en esto?- preguntó él mientras miraba a aquellos ojos entre azules y verdosos que lo traían loco, aunque era su mejor amiga, y no arruinaría aquella amistad por una simple atracción.

Ella resopló, para luego decir:- De acuerdo, pero si en la primera prueba te va mal, solamente abandona.

Él rió, y asintió. Abrió sus brazos esperando un abrazo de ella, que no tardó ni dos segundos en aferrarse a la enorme espalda del chico. Desde una esquina del pasillo, se asomaban tres cabezas, dos castañas y una rubia. Suspiraban por aquel rubio, aunque no les atraía mucho por ser de la casa de los tejones; las tres se miraban entre ellas y salieron de aquella esquina en busca de su amor platónico: Draco Malfoy.


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¿Qué pasará entre Cedric y Madison? ¿Porqué ella lo recuerda? ¿Qué hizo él para que ella lo recordase? ¿Quienes eran aquellas cabelleras? ¿Qué planean hacer los Gryffindor y Slytherin?

Mi Slytherin [CANCELADA TEMPORALMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora