Mi Slytherin [CANCELADA TEMPORALMENTE]

Capítulo ocho

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A la mañana siguiente, Tom despertó a Harry y Madison, sonriendo como de costumbre con su boca desdentada y llevándoles una taza de té. Ambos se vestían, Harry trataba de hacer que Hedwig volviera a la jaula, por su parte, Madison, intentaba que Venus vuelva a su pecera, cuando Ron abrió de golpe la puerta y entró enojado, abrochándose los últimos botones de la camisa.

-Cuanto antes subamos al tren, mejor -dijo-. Por lo menos en Hogwarts puedo alejarme de Percy. Ahora me acusa de haber manchado de té su foto de Penelope Clearwater -Ron hizo una mueca.

-¿Y quién es ella? -preguntó Madison mientras se cepillaba su no tan largo cabello rojizo.

-Su novia -contestó Ron.

-Tengo algo que contarte -comenzó Harry, aunque recibió una mala mirada de Madison, ella no se lo quería contar a nadie hasta estar segura; el azabache se encogió de hombros, haciendo enojar más a su hermana, y ella salió de la habitación hecha una furia. Luego de que Madison se haya ido, aparecieron por la puerta Fred y George, quienes felicitaron a Ron por haber vuelto a hacer enojar a Percy.

Bajaron a desayunar y encontraron al señor Weasley, que leía la primera página de El Profeta con el entrecejo fruncido, y a la señora Weasley, que hablaba con Ginny, Hermione y Madison de una poción de amor que había hecho de joven. Las cuatro se reían con carcajadas sofocadas. Su hermana ya no parecía enojada, o eso aparentaba, la ventaja de ser de Slytherin y mejor amiga de Draco Malfoy, Madison sabía mentir muy bien. 

-¿Qué me ibas a contar?- le preguntó Ron a su amigo azabache en cuanto se sentaron a desayunar. Harry sintió la penetrante mirada de Madison en su nuca.

-Más tarde- contestó Harry mientra Percy irrumpía al comedor.

El viaje hasta King's Cross fue muy tranquilo, comparado con el que habían hecho en el autobús noctámbulo. Los coches del Ministerio de la Magia parecían bastantes normales, aunque Harry vio que podían deslizarse por huecos por los que habría pasado el coche nuevo de la compañía de tío Vernon. Llegaron a King's Cross con veinte minutos de anticipación; los conductores del ministerio les consiguieron carritos, descargaron los baúles, saludaron a la señora Weasley y se alejaron, poniéndose, sin que se supiera cómo, primeros en la fila de coches parados que esperaban ante el semáforo. El señor Weasley seguía muy de cerca a Harry y Madison durante todo el camino hasta la estación. 

En cuanto llegaron a la estación, Madison distinguió una cabellera color rubio platinado, era imposible no reconocer esa cabellera: Draco Malfoy. Al parecer el rubio sintió una mirada y volteó encontrarse, así, con los ojos azules de Madison. Ambos se sonrieron, pero como es el mundo real, los cuentos de hadas no existen; la pelirroja fue tomada por su hermano, ya que se había quedado demasiado atrás.

-Cómo somos muchos, nos dividiremos en grupos de a dos, yo pasaré primero con Harry, luego Percy con Madison- aseguró el señor Weasley en cuanto llegaron al medio de las plataformas 9 y 10.

Madison rodó los ojos, Percy era el último Weasley con el que le gustaría estar. Le parecía algo tonto, sí, esa era la palabra adecuada, tonto en todos los sentidos habidos y por haber. Harry y el señor Weasley corrieron hacia el muro de la plataforma 10 y, con un resplandor de luz blanco, desaparecieron por medio de la pared; era el turno de ella y Percy, corrieron hacia el muro en el que segundos antes había desaparecido Harry Potter y el patriarca Weasley y desaparecieron, apareciendo en una plataforma en la que un tren color escarlata y dorado yacía allí, aguardando a sus pasajeros que eran los alumnos.