Tres: El cambio

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A la mañana siguiente no podía esperar a llegar a la escuela. Me levanté muy temprano, saqué la ropa que había comprado un día antes y la comparé con la que hubiera usado comúnmente, el atuendo de monja con la falda larga y el suéter dos tallas más grandes, fueron sustituidos por unos jeans ajustados a la cadera, una blusa blanca sin mangas y una chaqueta de piel negra junto con los converse que había dejado de usar años atrás.

Después de vestirme me miré al espejo y encontré en mis ojos a la chica que antes era. Esa emoción y satisfacción que me inundaba, emanaba por cada uno de mis poros. Ahí estaba yo, frente a mi. Me sonreí y me prepare para lo que me esperaba. Elena no se quedaría con los brazos cruzados y yo tenía que estar lista.

Llegué un poco más tarde de lo normal a la escuela, no porque no quisiera entrar, si no, porque quería que todos me vieran. Al cruzar la puerta todos voltearon a mirarme, pero esta vez no hubieron burlas, ni sonrisas, sólo caras de sorpresa. De nuevo me sentí satisfecha. Mi cabello ahora era de color negro y corto, gracias al trabajo de Vitya. Los amigos de Elena estaban parados a un lado de la puerta del salón, tenían los ojos tan abiertos que no pude evitar sonreír. Dentro, todos estaban hablando como siempre en sus grupos de amigos; y cuando entré todos guardaron silencio. Me veían expectantes y sorprendidos. Elena se levanto de su lugar, su cara no era de odio, ni de sorpresa, parecía... no sé arrepentida tal vez; cerró los ojos y aparto su mirada. Se mordió los labios y así como se había levantado de golpe volvió a sentarse. Me volvió a ver y le soporté la mirada, pero agacho el rostro de nuevo. "Genial, veme, ya no te tengo miedo" Vitya se levantó de su lugar y me llamó con la mano. Al pasar junto a una chica que no conocía muy bien comenzó a aplaudir.

-¡Bien Volkova!- gritaba y sonreía.

Varios chicos hicieron lo mismo, se levantaron y siguieron aplaudiendo. Yo solo sonreí.

-Muy bien Volkova... has causado sensación ¡eh!-

-Calla, segundo paso hecho -

-Espero que no se vuelvan a meter contigo, si no, vamos a tener que tomar medidas más drásticas-

-¿A qué te refieres con más drásticas?-

-Hum, no sé, aún no lo eh pensado, pero eso que escuchaste en el baño nos puede servir de mucho, ¡hay amor! definitivamente eres mi obra de arte-

-La verdad es que si, eres bueno en esto, y ya te lo había dicho-

-Lo sé, lo sé. Oye ya viste al chico rubio del salón de al lado, esta guapísimo-

-Te escuchas tan gay cuando hablas así -

-Hay amiga te informo que no solamente me escucho, ¡Lo soy!–

Vitya siempre me hacía reír.

-Me encanta como te quedo el cabello, lástima que no me lo puedo pintar si no ya te estaría haciendo competencia.-

-Seguro te verías muy bonita-

-Hay amor, yo, ¡ya soy bonita!-

-Sí, sólo te faltan un par de cosas y entonces si me harás competencia-

-No te creas tanto, me voy a poner celoso de todos los idiotas que te siguen mirando-

-Cálmate, sabes que tú eres mi mejor amigo y gracias a ti salí del hoyo en el que estaba-

-Calla o me harás llorar-

El profesor entró y todos tomamos nuestro lugar; durante la clase sentí como volteaban a verme y Vitya de vez en cuando me abrazaba orgulloso. Inclusive el profesor me miró como intentando reconocerme.

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