Dieciocho: Corazón roto

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Corrí a todo lo que daban mis piernas. No podía aguantar más; subí al auto y me desmorone sobre el volante.

-¡NO, NO, NO, NO, NO!- grité con frustración.

Fue como si me hubieran arrancado el corazón del pecho y sólo quedara un gran agujero. Por un momento dudé en regresar y pedirle una explicación; pero explicación ¿a qué?. Sus palabras daban vueltas en mi cabeza. Mentira. Todo había sido una mentira; una mentira que yo comencé, que yo le pedí. Saqué la llave del bolsillo de mi pantalón y la apreté entre mis dedos.

-Te amo-

Arrojé la llave contra el parabrisas y luego mis manos se aferraron al volante con coraje, miedo, dolor. Cerré los ojos esperando que al abrirlos me encontrara con que todo había sido una pesadilla. Me mordí los labios para evitar gritarlo.

-¡Te amo, te amo, te odio, te odio... te odio!-

No me humillaría más de lo que lo había echo. Encendí el auto y me marché.

-No vale la pena Yulia, no vale la pena. No te desmorones ahora- Repetía una y otra vez intentando creer cada una de esas palabras; no funcionó. No quería estar sola; en ese momento necesitaba a Vitya, a mis amigos. Necesitaba llorar, gritar, sacar todo lo que me estaba asfixiando desde adentro.

Llegué a casa de Olga, donde estaban todos. Estaba hecha un desastre. Mis ojos comenzaban a hincharse, el maquillaje se había corrido, lucía deshecha. Toqué el timbre e hice un esfuerzo por mantenerme en pie.

Cuando la puerta se abrió, vi la cara de asombro de Olga.

-¡Vitya!- Gritó en cuanto me vio.

Entramos a su casa y Vitya corrió hacia mí.

-¿Qué sucedió?- preguntó y yo me lancé a sus brazos rompiéndome de nuevo. El calor de su cuerpo no fue lo suficientemente reconfortante para mi roto corazón.

-Perdí Vitya, perdí-

-¿Qué perdiste mi niña?-

-La apuesta, ella ganó- Lloré de nuevo en su pecho.

-¿De qué estas hablando?-

-Todo fue por la apuesta. Ella no me ama.-

-Eso no es cierto, ella te adora. Te ama yo lo sé.-

-No Vitya, no.-

-Tranquila nena-

Me deshice en lágrimas en sus brazos, Olga se unió al abrazo y Marishka me tocó el hombro dándome su apoyo.

-Necesitas una trago, y contarnos que sucedió- Dijo Vladimir en cuanto nos separamos.

Pensé que quizá el alcohol me ayudaría a olvidar, que mataría todo el amor que le tenía ahogándolo, pero sólo lo empeoró. Una hora después ya no tenía conciencia de mí misma. Quería morir, pero la verdad es que ya estaba muerta; de la peor manera, de la más triste, de un corazón roto.

-¡Y cuando sonríe! ¡puff! ¡esas sonrisas me matan!- dije. –Sus ojos y sus labios se entreabren de una manera perfecta ¡ella es perfecta! Una perfecta mentirosa!-

-No es posible- dijo Marishka.-Lena te ama, quizá no convenció a sus papas y pensó que sería menos doloroso-

-¡MENOS DOLOROSO!- la interrumpí levantando la voz más de lo necesario.-¡ME ESTOY MURIENDO! ¡NO PUEDE SER MÁS DOLOROSO!.-

Las lágrimas se me escaparon otra vez, ¿cómo era posible llorar tanto?; la playera de Vitya terminó empapada por mi llanto.

-Es increíble, logró engañarnos a todos- comentó Olga.

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