Y comencé a buscarme, entre lineas perdidas, en versos incompletos y frases sin razón. Con cada letra, la confusión se apoderaba de mi cabeza, ¿quien realmente era yo?. Seguía escribiendo, presionando cada tecla, sin poder reconocerme a mi misma, sin poder creer que era yo quien escribía esos fragmentos, que me lastimaban a mi misma, como pequeñas dagas, llenas de ponzoña, la cual al momento de llegar a mi sangre, se dirigía directamente desde mi corazón a mi cerebro, envenenando mis pensamientos y la forma en la que me sentía.
Cada cierto instante, observaba mis manos, temblorosas y llenas de ansiedad, deseos de detenerse, sin embargo, no podían, no tenían propio control, mucho menos yo sobre ellas, así que seguían, moviéndose incesantemente, escribiendo lo que finalmente me terminaría de destruir.
En momentos de lucidez comprendía lo que estaba haciendo, y sabia muy bien que no era algo que detestara, pero yo seguía engañándome. Era como si de verdad le odiara, a la persona que soy, como si intentara desaparecer esos momentos de autoestima y felicidad.
¿Es normal intentar matarte a ti misma de una manera mas cruel que la muerte?
Pero, ¿Te digo la verdad?
Después de todo, ese era mi objetivo final.
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Te invito a leerme la mente.
No FicciónSeguí y seguí escribiendo, solo para no morirme. Y con el tiempo le tomé cariño a aquello que me salvó la vida... Para justamente darle esa misma vida a este vorágine de sentimientos. ¿Te gustaría leerlo? Pensamientos, poemas, canciones y uno que...