03-Cuando Llueve

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Capítulo 3
Cuando llueve

Papá no había regresado del trabajo y ni siquiera recordó que era mi cumpleaños dos años seguidos. Siempre me levantaba de la cama esperando los buenos días por parte de él.
Sin embargo, mañana aparecerá dentro de mi cuarto algún regalo que el dinero puede comprar y no lo que los niños necesitan: amor.

—¿De verdad no recuerdas como era él antes?

—No, Mabel.
– dije desanimado.

Sería increíble que una mañana estuviera conversando tranquilamente con mi padre sobre algo que no sean los negocios o lo que ha adquirido con su fortuna.

—Él era muy cariñoso y empalagante, incluso traía consigo flores para nuestra madre, sus preferidas, unos alcatraces bellos y esplendidos, pero..— interrumpí.

—Sí, ya se. Todo cambio cuando ella murió.

Nunca la conocí. Es inquietante.

—Dipper, — susurro Mabel pensativa — ¿Tú crees qué...?

—¿Qué Mabel?

—No, nada. Olvidalo.

—¿Papá te dijo algo hoy, Mabel?

—No, Dipper. Ambos sabemos que no podemos esperar nada de él.

Sus manos jugaban con los hilos descosidos en la manga de su suéter rosado con una raya morada alrededor de su cintura.

—Ten, — me dijo ofreciéndome una caja envuelta en un papel azul con un moño blanco — ¡Feliz cumpleaños, Dipp!

Sonreí y le abrace.

—¡Gracias, Mabel!

—De nada. — dijo llenándome de besitos la mejilla.

—Bas-s-ta, Mabel... — dije riendo.

—¡Chicos, a comer! — grito la servidumbre.

Mientras bajamos las escaleras, Mabel no dejaba de hacer las tonterías de siempre con aquellos sonidos raros que tanto me hacían reír y a veces enojar. Mabel últimadamente se esta comportando de una manera extraña.

—Oye, Mabel, ¿Qué hiciste ayer?—

—¿A-a-ayer?

—Sí, ayer.

Sus ojos vacilaron en el plato de la comida y tomo un bocado.

—Pues... lo usual, Dipper. Me quede en...

–En casa no fue. No te encontré para nada.

—No me dejaste terminar. Me quede en cada de Candy, para tener una pijamada.

—Oh...– respondí abrumado.

—¿Estas bien, Dipp?

—Sí, lo estoy.

—Esto esta muy rico, Dipp.

—Ah, ja-ja-, sí, lo esta.

—No abriste mi regalo, Dipper.

—Cierto, iré a buscarlo — dije levantándome de la mesa para ir por el.

—¡Pediré que sirvan el postre, Dipper!

Corrí las escaleras, hasta llegar a mi cuarto. La sensación de que alguien pudo estar allí era demasiado negativo. Gire la perilla y entre. Tome el paquete, lentamente deshice el lazo de la cinta blanca y abrí la pequeña caja sobre la cama. Era como saborear un pequeño dulce, pero de otra manera. Los regalos de Mabel siempre me han alegrado cada cumpleaños.
Saque del paquete el obsequio y deslice mis dedos para tocar la textura de aquella gorra azul con blanco con un pino cosido.

»Es grandioso, Mabel«, pensé.

Baje con más calma con mi hermana, pero contenía una gran excitación dentro de mí. Lleve puesta la gorra y a partir de ese cumpleaños la usaría.

—Mirate, te ves bien, ¿Y entonces?

—Gracias, Mabel, – dije volviéndome hacia ella para regresarle otro abrazo – eres la mejor.

—No es nada, Dipp. Me alegro de que te haya gustado.

—¡Tengo que mostrárselo a Gabe!

—¡Grandioso, espera!, ¿Hablás de mi apreciado Gabe?

—Hay, Mabel. – dije riendo – ¿Te sigue gustando?

—Es mi novio hasta el fin, ah – suspiro.

—Mabel.

—Emh, ¿Qué pasa, Dipper?

—¿Tú guardas secretos?

—¿Y-yo?, ¿Qué te hace pensar eso, hermano?
¿A qué viene esto, Dipper? – dijo sonrojada y su labio temblaba, quizás de miedo o desconfianza.

—N-No lo se. Yo lo siento.

No debí preguntar. Ella es mi hermana y jamás me mentiría.

—Esta bien. Ve con Gabe.

—Te quiero,Mabel.

—Y yo a ti, Dipper.

*****

El día era bochornoso. Había un clima demasiado caluroso que llegue a sentir mi cuerpo arder por fuera. Me sentía un malvavisco derritiéndose por las flamas de una fogata intensa.
Saliendo de casa, tome mi vieja bicicleta— regalo de mi padre hace tres cumpleaños — y me dirigí a casa de Gabe.
Debí de haber tomado un taxi o pedirle a alguno de los empleados de papá que me llevara con mi amigo, porque mis piernas de espagueti comenzaban a cansarse de tanto pedalear. No era un lugar muy lejos, pero a bicicleta quedaba al menos a 20 o 25 minutos de mi hogar. Aunque valdría la pena.

—¡Dipper, – grito Gabe y corrió a abrazarme – llegaste, pensé que no lo harías!

Casi no demuestra sus sentimientos a diferencia de las ocasiones especiales. Aquella vez que me caí del árbol sobre él y casi le rompo el brazo. Ambos lloramos y prometimos que nadie se enteraría sobre lo ocurrido.

—Pensaste mal.

—¡Felicidades, – dijo apretando mi mano – ya estas igual de viejo que yo!

Ambos reímos.

—¿Quieres pasar, Dipper?

—No, bueno sí, pero digo, este... quería invitarte a mi casa, si no quieres yo entenderé pero si quieres podemos, solo dime lo que...

—Shhh... ja-ja-ja, hablas demasiado. ¡Claro que iré!

—¡Genial, allí te veo, Gabe!

Al volver a casa, el ambiente se había convertido más familiar. Pensé que podría ser que mi padre se haya acordado en verdad del cumpleaños de Mabel y yo, a lo mejor él si nos quiere de verdad como ha dicho pero no demuestra. ¿Podría ser hoy la primera vez que nos revela parte de su amor hacia nosotros? De ser así quiero estar allí.
Tire la bicicleta al césped, una vez dentro, corrí con todas mis fuerzas al patio trasero de la casa.

—¡Sorpresa, – oí y ví gritar a los invitados al unísono – Dipper y Mabel! , esperen, ¿Y Mabel?

—¡Wow, chicos!
– exclame.

Sentí que me inundaba una marea de emociones.

Estaban la familia Northwest, incluso Wendy, mi niñera peliroja y su novio Robbie Stacey, Grenda y Candy, amigas de Mabel, además de Jesus, un empleado de la compañía de mi padre, entre algunos trabajadores de la casa.

—¿Y mi padre?– pregunte.

—Él no planeó nada de esto, Dipper. — Mabel respondió detras mío.

No era lo que deseaba, tampoco mejor, pero estaban gran parte de las personas que quería y apreciaba.

—¿Dipp?– esa voz gruesa y cansada sólo puede ser de alguien.

—¡Abuelo, McGucket! – corrí a sus brazos junto Mabel.

—¡Felicidades chicos, son todos unos pubertos, — reímos— lamento que su padre no haya asistido, verán chicos a veces él...

Interrumpí con Mabel.

—Ya sabemos, abuelo. Ya no somos unos niños.

—Vaya, chicos, me había olvidado que están creciendo y entendiendo muchas cosas.

Una pequeña gota se deslizo entre mis ojos, no era de lluvia. Pero el diluvio que cayo la disimulo. No toda la fiesta fue arruinada, pudimos pasarla a la sala dentro de la casa. Y cuando los invitados se fueron en la noche, regrese a mi cuarto a tomar una ducha.

¡Oh, papá!, ¿Te cuesta demasiado recordar al menos un cumpleaños?

La lluvia siguió cayendo, haciendo sonido contra el techo. Todas las nubes se habían teñido del blanco del mediodía a un gris tan frustrado como yo.

Casa Árbol (BillDip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora