Josh

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•Narra Josh•

Eran las once cuando el idiota de Jacob salió de mi apartamento, por no decir "pocilga". Claro que la basura y todo el desorden no es mi culpa, es culpa de mi hijo. Apagué el televisor después de ver miles de veces en diferentes canales las noticias sobre la "gran tragedia a la estrella musical". Yo diría: "justicia de una vez por todas". Los últimos años de mi vida han sido una basura y todo es culpa de una persona y solo una... Adele.
Me levanté del sofá justo cuando mi hijo abrió la puerta.
—No puede ser. La mataste—dijo con esa mirada desconcertada, o como yo la llamo "mirada de idiota", cubriendo su rostro.
—En ningún noticiero han confirmado su muerte—dije tirando el envase de la cerveza en el bote de basura.
—Pero si le diste en la cabeza—volteé a verlo.
—¿Qué te pasó en la nariz?—dije al ver el hinchazón.
—Nada. No cambies el tema.
—A ver, primero estabas de acuerdo con el plan y ahora te estás asustando. ¿Qué mierda sucede contigo?
—Creí que solo les darías un pequeño susto, no que le darías en la cabeza para matarla.
—Tengo que admitir—me agaché para sacar una nueva cerveza—, que no creí que le diera en la cabeza pero, tengo una puntería fenomenal ¿no es así?
Salí de la cocina.
—Si quieres cenar búscate algo en la nevera. Creo que no hay nada—le di un trago a mi cerveza y me detuve frente a él para verle la nariz de cerca. Toqué el moretón y dio un paso hacia atrás. Casi tropieza con el tapete desgastado.
—Eres igual de idiota que tú madre—dije dándole un golpe en la espalda.
—¿Y qué si te atrapan?
—En primera, no lo harán. En segunda, si lo hacen me importa poco, cumplí mi cometido, tuve venganza y tú te desquitaste e hiciste sufrir al creído de su hijo. Que más da otros años en prisión. De todos modos estoy seguro de que no lo harán.
—Mierda estas demente.
—No le hables así a tu padre. ¿Por qué no te vas a seguir peleando en la calle o a joder a alguien más?
—Tengo flojera y no quiero.
—Entonces vete a dormir.
Fue lo último que dije antes de entrar a mi habitación y cerrar la puerta de un golpe.
Me senté en mi cama y vi la pistola en el buró. La tomé entre mis manos y casi pude sentir la vibración de la bala al salir disparada. Si cierro los ojos aún puedo ver la cara de terror de esa presumida. Sus ojos viéndome incrédula, caminando hacia atrás...
—"Adiós perra"—fue lo que dije al apretar el gatillo.
En cuanto todos voltearon a ver a Adele cayendo salí corriendo, esquivando a todos y amenazándolos con la pistola. Pobres ilusos asustándose con una pistola vacía. Solo tenía una oportunidad para darle a Adele y di en el blanco sin mayor esfuerzo.
La adrenalina siguió en mi cuerpo hasta que estuve lo bastante lejos. Me quité la gorra, la camisa y los tiré a la basura. Guardé la pistola y me dirigí a casa con la satisfacción remplazando ese nudo en mi estomago que debo admitir que se me formó al ver a los guardias corriendo hacia mi. Esa satisfacción que solía sentir muy a menudo en mi antigua vida, cuando tenía lo que quería cuando lo quería, satisfacción de conseguirlo todo; antes de conocer a Adele, antes de que ella lo arruinara.

Muchos podrían decir que estoy loco, y en efecto lo estoy, pero nadie me entenderá hasta que pase quince años encerrado en esa maldita cárcel en la que estuve.

Antes de conocer a Adele solía tener una vida maravillosa, llena de lujos que muy pocos tienen. Alcohol, dinero, mujeres, todo era estupendo.
Jacob, Frank, Simon y yo, trabajando en esa compañía "Drop4drop". Nuestras vidas transcurrían sin ninguna novedad. El verano se estaba terminando y ninguno había usado sus semanas de vacaciones. Jacob y yo planeamos un viaje, no el típico viaje a la playa, queríamos pasarla en grande. Roma. Teníamos ahorrado lo suficiente para unas semanas allá. Les dijimos a nuestros amigos nuestros planes, Simon se negó a gastar el poco dinero que tenía en unas vacaciones "sin sentido" y Frank simplemente ni nos escuchó con la escuinlca y la esposa no tenía libertad para hacer nada.
Así que terminamos yéndonos Jacob y yo.

Then and now... And always Donde viven las historias. Descúbrelo ahora