•Narra Melody•
El camino a mi casa fue más silencioso de lo que me hubiera gustado. ¿Cómo es posible que ir en un automóvil con Laura y Louisa significará un viaje silencioso? Ambas son las más parlanchinas que he conocido y risueñas y divertidas, ¡más parlanchinas que mi madre! Y eso es mucho decir. Pero las comprendo. Toda nuestra alegría se esfumó con lo sucedido esta tarde.
No puedo quitármelo de la cabeza ni un momento, ni uno solo. Cada parpadeo es una tortura porque la imagen de mi madre cayendo es horrible. Estoy pensando seriamente en no cerrar los ojos nunca más, pero como mi cuerpo se opone a mis órdenes, el sueño me está matando.
Ir en el asiento trasero, con este silencio y la calle a nuestro al rededor oscura y vacía no es buena idea para una persona deprimida.
Creerán que me voy a deshidratar si me escuchan llorar de nuevo, pero no puedo evitarlo. Comencé a llorar en silencio mordiéndome el labio inferior y viendo por la ventana las calles húmedas como mis mejillas.
Ni siquiera me di cuenta de que habíamos llegado hasta que se encendió la luz del auto cuando Laura abrió la puerta. Volteé a verla y me limpié las lagrimas rápidamente. Ella me sonrió con tristeza y puso su mano sobre mi rodilla.
—Vamos por tus cosas Mel—dijo antes de darme un apretón cariñoso y bajar del auto.
Abrí con mis llaves y me sentí extrañamente relajada de no tener a David a mis espaldas como todos los días de los últimos años.
Entré y el aroma de la casa, el perfume de mi madre, el café de mi padre y algún estúpido cigarrillo de Angelo, me invadió de tristeza. Todo estaba como congelado en el tiempo y no había pasado ni un día.
Sentí como Louisa me abrazaba porque al parecer no me movía de mi lugar.
—Oh Lou, ¿podré dejar de llorar?
—Claro linda—mi querida amiga Louisa, con su marcado acento inglés, su voz dramática idéntica a la de su madre y su apodo de "linda" solo me hizo llorar aún más—. Recuerda lo que dijo el doctor. Ya va a mejorar.
—¿En serio le creíste a mi padre?—se separó de mi, me vio a los ojos y a través de mis lágrimas pude ver la respuesta. "No".Subí a mi habitación espabilándome. Tomé mi pijama, una frazada y un cojín que me regaló mi amiga Lily. Me dirigí al cuarto de mis padres intentando no derrumbarme y tomé una cobija para mi padre. El frío después de la tormenta no era para menos.
Cuando ya iba a bajar pasé frente a la puerta de Angelo, eternamente cerrada y, por extraño que parezca, me invadió la curiosidad. Abrí sin preocupación de que alguien me reclamara. La habitación era justo lo que me imaginaba, un cochinero. Sin embargo olía a su colonia.
Angelo se está portando como un idiota, más idiota que de costumbre, pero sigue siendo mi hermano. Abrí el armario para buscar algo que llevarle, pijama o algo y me sorprendí al encontrar una caja café con un letrero a plumón con la caligrafía de mi madre.
"Peanut" decía la caja.
No me resistí.
Dejé la mochila que llevaba y tomé la caja, más pesada de lo que creí.
—¿Lista Mel?—gritó Laura.
—¡Si ya voy!—grité aguantando el dolor del golpe que me había dado con la caja.
La abrí rápidamente y lo primero que vi fue una especie de manta. Color azul e impregnada de olor a encerrado y a talco de bebé. Sonreí con los labios. La tomé, cerré la caja y la puse en su lugar. Metí la mantita en la mochila y me fui directo a la salida.
Laura pasó a una tienda para comprar sándwiches para todos y bebidas. Mientras esperábamos revisé mi celular. Tenía un mensaje.
"Espero que todo salga bien mi pequeña bailarina. Tq. Te veré mañana.
Lily xx"
Sonreí con el mensaje. Lily es una gran amiga. A veces va a visitarme a los ensayos de la academia. Desde que salió de la escuela ya no nos vemos tan seguido y la extraño mucho.Llegamos al hospital y todos parecían congelados, ninguno se había movido de su lugar. Angelo estaba sentado en la esquina de nuevo viendo su celular. Fui con mi papá y le di la cobija. Me vio con una sonrisa triste, me abrazó y me dio un beso en la sien. Le di una manta a mi tío Sam y una a mis abuelos. Mi tía Gabriela había llegado mientras no estábamos así que no le traje nada pero mi tío Sam compartió su manta con ella. Laura les dio emparedados a todos.
Me senté a dos asientos de Angelo y vi el reloj. Las doce y media de la mañana.
Saqué mi manta y mi cojín. Iba a sacar mi pijama pero saqué la manta de Angelo primero.
—Toma—le dije aventándosela. La tomó y la vio extrañado.
—¿Qué es esto? ¿Entraste a mi habitación?
—Digamos que si—dije sacando mi pijama.
—No me gusta que entres a mi habitación Melody y menos a hurgar entre mis cosas.
—Discúlpame por preocuparme por ti y traerte algo.
—Y ¿por qué justo esta manta? ¿Qué estabas haciendo en mi armario?
—Me pareció apropiado...
—Pues no lo es—me interrumpió.
Me enfurecí por su estupida actitud pero pude notar que no soltó la manta.
—Entonces muérete de frío.
—Con esto no...
El sonido de la puerta nos interrumpió. El doctor volvió a salir y todos volteamos a verlo.
—Señor Konecki.
¿Por qué no nos decía a todos lo que sucedía con mi mamá?
Mi padre se puso de pie y lo siguió. Todos bajaron la vista. Vi como mis abuelos se tomaban de las manos, supongo que comenzaron a rezar. Me gusta esa costumbre suya y me sentí culpable por no rezar en mucho tiempo.
Volteé a ver a todos los presentes. Laura hablaba con Daniel por teléfono, Louisa estaba inmersa en su celular. Mi tío Sam estaba viendo por la ventana mientras mi tía Gabriela le decía algo al oído, y mis abuelos rezaban. Me puse de pie con sigilo y caminé hacia donde se había ido mi padre con el doctor.
—Oye—susurró Angelo tomándome de la mano.
—Suéltame—susurré zafándome de su agarre.
—¿A dónde vas querida?—dijo mi abuela y me detuve.
—Emmm...—vi mi pijama entre mis manos—. A cambiarme—dije y seguí caminando.
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Then and now... And always
FanfictionAdele con la ayuda de Simon ha podido olvidar los acontecimientos del pasado que la atormentaban y la habían cambiado por completo. Ahora es feliz con sus dos hijos y su hermosa relación pero, sigue faltando algo... La música. Adele está dispuesta...