Amiga del alma

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•Narrador normal•

El agente Russell subió a su patrulla y se dirigió a la oficina de policía. El trabajo con Adele no había resultado como lo imaginaba. Cuando el representante lo llamó para decirle que Adele había despertado por fin y que podía proceder con la investigación no se imaginó que se encontraría con una Adele totalmente destrozada en una cama de hospital y confundida a más no poder. Se preguntó cómo reaccionaría su hija si viera a su cantante favorita en ese estado.
Él tenía pensado preguntarle a Adele si sospechaba de alguien, si había visto al agresor, aunque fuera de lejos, una pista más que no fuera la gorra azul y la cicatriz en la cara. Pero al entrar y verla descartó todas las preguntas que tenía. Su mirada afligida y llena de terror cuando el representante le dijo que le habían dado un balazo le dejó ver al agente Russell que no era un buen momento. En cuanto escuchó su quebrada voz, que no se parecía en nada a la voz en sus discos, quizo salir de ahí de inmediato.
Jonathan le dijo a Adele el motivo de su visita, ella confundida analizó al agente por un segundo antes de volver a mirar a Jonathan. Después, alguien más abrió la puerta de la habitación. Simon entró rápidamente y vio la escena. Adele empezó a soltar lágrimas cuando lo vio.
—Por favor salgan—dijo Simon tratando de sonar calmado.
—¿Qué sucede...?—comenzó Jonathan.
—Salgan. No es buen momento para esto. Adele debe descansar.
El agente Russell volteó a ver a Adele, tenía los ojos cerrados mientras seguía soltando lágrimas. Abrió los ojos y cruzó la mirada con la del agente. Apenada se mordió el labio y bajó la vista.
—Lo lamentamos—dijo el agente—. No queríamos... Molestar.
—Salgan por favor—fue lo último que dijo Simon antes de abrir la puerta y hacerse a un lado para dejar que Jonathan y el agente pasaran.

El agente repasaba esa escena en su memoria mientras conducía por la oscuridad de las calles londinenses. La venda en la cabeza, los ojos hundidos y la piel más pálida que cuando la vio por primera vez en persona.
Le dio un pesar enorme. Ya se imaginaba las preguntas de su hija... "¿La viste papá?, ¿cómo está?" No le diría la verdad. No le diría a nadie lo que había visto. Ni siquiera lo pondría en su reporte de la investigación.
El sonido de su radio lo sacó de sus pensamientos. Bajó un poco la velocidad y tomó el radio.
—Aquí agente Russell—dijo con seriedad.
—Tenemos un código 43 en Tottenham Court Road.
—Voy para allá—puso el radio en su lugar. Encendió las sirenas y aceleró dando vuelta hacia el lugar en donde estaba el problema.
Volteó a ver el asiento del copiloto y guardó la pequeña bolsa con cupcakes para su hija en la guantera.

Llegando a Tottenham Court Road vio el bullicio y la ambulancia en medio de la calle. Bajó de su patrulla tensando todos sus músculos preparándose para cualquier acontecimiento. Una riña entre jóvenes no mayores de veinte años.
Ya llevaban a un chico en la camilla hacia la ambulancia y varios otros corrían despavoridos después de verlo llegar. Pero aún había cuatro chicos peleando. Escuchó como llegaban los refuerzos. Se metió entre la pelea, esquivó un golpe y tomó a uno de los chicos por los brazos obligándolo a ponerlos detrás de su espalda.
—Fue suficiente muchacho—dijo apretando los dientes y tomando al chico con todas sus fuerzas.
—¡Suélteme!—proliferó el chico con aliento a alcohol—. Suelte...
—Silencio.
Le puso las esposas mientras veía al rededor. El vidrio del establecimiento más cercano estaba roto. Los otros chicos estaban siendo detenidos por los otros oficiales y la ambulancia cerraba sus puertas.
Subió al chico a la patrulla y cerró la puerta con fuerza. Con el ceño fruncido volteó a ver al chico, éste seguía temblando del enojo, brotaba sangre de su labio y de su nariz rota y lo veía con odio.
—Lo siento chico, hoy no dormirás en casa.

Lo llevó a las oficinas de policía en donde le preguntaron todos sus datos, le pidieron su identificación y después le permitieron hacer una llamada de cinco minutos, no más, antes de encerrarlo por vandalismo y agresión a otros durante su estado de ebriedad.

Then and now... And always Donde viven las historias. Descúbrelo ahora