Perdón

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—Buenos días—escuché como se abrían las cortinas y sentí el calor del sol en mi piel. Me moví un poco y abrí los ojos.
El enfermero que me ayuda con los ejercicios estaba frente a mí con una sonrisa.
—¿Madrugaste hoy?—dije adormilada.
Apretó unos cuantos botones y subió mi cama hasta dejarme sentada.
—No. Más bien tú te levantas tarde jaja. Pero es buena noticia, estás descansando mucho mejor ¿eh?—si por descansar se refiere a soñar toda la noche con las peleas que he tenido con Simon y despertarme una y otra vez... Si, ¡descansé de maravilla!—. El doctor te hizo el chequeó y dijo que haz mejorado un veinte por ciento. Es mejor que nada ¿no?
—Hoy vienes muy positivo—dije después de un gran bostezo.
—Bueno...—empezó a prepararse, se puso sus guantes y sacó algunas cosas de su maleta. Un estetoscopio, unas pequeñas pesas, una pelota—. Es un bello día en Londres, soleado. No todos los días se ve eso.
—Por lo menos ya veo otra luz que no sea...—y señalé con un movimiento de cabeza la lámpara.
No podía dejar de pensar en Simon. En cómo llegaba, me abrazaba y besaba, y me contaba todos esos hermosos momentos. ¿Y los últimos acontecimientos? ¿Qué pasa con su proyecto? Claro que no iba a contármelo.
—Tus padres dejaron el desayuno. No quisieron despertarte.
Volteé a ver el buró y había un pequeño recipiente tapado con aluminio.
—¿Gustas que te lo de?
Mis tripas gruñeron exigiéndome que dijera que sí.
Comí las deliciosas tostadas francesas con mermelada que me había dejado mi madre y no pude evitar recordar a Melody. Sonreí satisfecha. Tomé un poco de leche que también había dejado mi madre y esperé a que mi organismo perezoso lo digiriera para poder hacer los ejercicios. El enfermero volvió después de un rato.
—¿Lista?
Asentí.
—¿Cómo van esos brazos?
Levanté un poco los brazos y los dedos pulgares fingiendo una sonrisa con los labios.
—Excelente jaja. Bueno después de unas cuantas repeticiones con estas—me entregó las pesas—. Comenzaremos con las piernas.
—Bueno. Eso es buena señal.
—¿Ves? Hoy es un día de buenas noticias.
Sonreí fingidamente de nuevo.

Doblé, estiré y volví a doblar las piernas unas mil veces siguiendo sus instrucciones. El dolor en mis piernas no es nada comparado con las pequeñas punzadas de la cabeza pero bueno. También terminé empapada de sudor y estoy a punto de no soportar mi propio olor.
Cuando ya estaba preparándose para irse le pregunté qué cuando podría tomar una ducha. Dijo que hablará con la enfermera para que me de un baño de esponja mientras me pueda levantar para ir hasta la bañera. La simple idea de que la enfermera malhumorada hiciera eso me aterró. Le dije que prefería esperar pero solo rió y salió sin decir nada. Dios mío, espero que no le diga.

Con mi control remoto apreté un botón que me ayudó a recostarme más para descansar. Cuando volvió a abrirse la puerta me aterre de que fuera la enfermera pero era Laura.
—Un pajarito... Llamado Melody—dijo cerrando la puerta tras ella—. Le dijo a otro pajarito, llamado Louisa, que ya te dieron las cartas—se sentó a mi lado.
—Jajajaja hola Laura.
—Hola—sonrió—. ¿Ya las leíste?
Negué.
—Owww... Bueno—de su bolso sacó un sobre color azul claro—. Ten. Esta es la mía. Yo la escribí aquí, viéndote y...—se detuvo. Pude escuchar el temblor en su voz—. Si quieres leerla...
—Gracias Laura—dije conmovida. Empecé a abrir el sobre con cuidado.
—No no no espera—se puso de pie. Acomodó su cabello con un gesto dramático—. Saldré para que la leas. No quiero que me veas mientras la lees... Voy a... Aquí afuera y después vuelvo.
—Laura no es necesario—pero no me escuchó. Salió y cerró la puerta.
Abrí el sobre azul y saqué la hoja. La desdoblé y vi la hermosa letra cursiva de mi amiga.

"Delly:

No se cómo reaccionarías si pudieras verte en este momento. Yo, por mi parte estoy que me muero. La última vez que vi algo parecido fue después del accidente automovilístico pero no se compara con esto. Mi Delly cariño, te escribo esto porque no puedes escucharme y en serio quiero que sepas que siempre siempre voy a apoyarte sin siquiera pensarlo un segundo. Eres mi mejor amiga, lo has sido desde siempre. Y ahí estaré junto a ti, aunque tú quieras alejarme, siempre estaré a tu lado molestándote y haciéndote reír con mis estupideces. Te quiero demasiado... (En esta parte de la carta había una pequeña mancha que ella señalaba como una lágrima disculpándose. Me reí entre mis lágrimas y seguí leyendo). Y sé que vas a leer esto, que ya estarás mucho mejor, que ya no... No vas a estar mal...
Si no hubiera sido por ti no me habría casado, no me habría atrevido a salir por ese pasillo para encontrarme con Daniel y decirle que lo amo, no habría escrito mi primer libro. Recuerdo aquella vez que me fracturé el tobillo cuando estábamos a punto de graduarnos y tú estuviste todo el día en mi habitación arrojándome palomitas y haciendo bromas para que dejara de llorar. Me dolía horrores Adele pero se me olvidó por completo con tu ayuda. Si tan solo pudiera hacer lo mismo por ti en este momento... ¡Despierta maldita sea! Despierta y sonríe y bromea y cuida de tus hijos y del tonto de Simon. Eres muy hermosa amiga, ¿qué va a hacer el mundo sin tu voz, sin tu barbilla partida de la que siempre me burlo? ¿Eh?
Vuelve a la vida amiga, hermana, vuelve.

Then and now... And always Donde viven las historias. Descúbrelo ahora