La cámara

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•Narra Adele•

Está oscureciendo ya. Puedo ver el hermoso atardecer detrás de las montañas a la lejanía. Descalza sintiendo el pasto fresco y el viento sobre mi cara me recuerda tanto a la cabaña, con la única diferencia de que en la cabaña me siento segura, libre y viva; aquí y ahora, no se ni lo que soy.
Acomodé mi cabello detrás de mi oreja y volteé a ver hacia atrás, Alex venía hacia mi. Le sonreí y volví a voltear a ver el atardecer.
—Señorita ocupada—dijo poniéndose a mi lado.
—Ahora no estoy tan ocupada—dije soltando un suspiro. Pude escuchar la risa de mi pequeño, volteé a verlo y lo vi jugando con una mariposa.
—Pues no. Pero ¿no te gusta?
—¿Qué?
—No tener presiones, no estar atareada y ser libre.
—No Alex. Estoy preocupada, muy preocupada por mi familia, por mí misma. Quiero... Quiero saber qué va a suceder de una vez. Si me quedaré aquí o voy a volver.
—¿Y tú qué quieres?—volteé a verlo.
—Irme. Quiero volver con mi familia, seguir viviendo.
—Y si... ¿Y si al volver sientes dolor o sufres? ¿No te gustaría mejor quedarte aquí?
—No Alex yo...—vi que bajó la vista—. Alex, no es que no me quiera quedar contigo pero... Pero ahora mi vida es Simon y mis hijos.
—Claro que lo entiendo Adele. Sé que tu vida era muy buena.
—Hasta que me hice famosa—ahora yo bajé la vista y sentí que me abrazó—. Mi familia empezó a resquebrajarse.
—Lo sé. Pero vas a ver qué todo va a mejorar.
—Y yo quiero estar ahí para verlo—lo vi a los ojos.
—Vas a estar ahí. Yo lo sé—me abrazó. Hundí mi cara en su cuello y sentí como aquellos días en los que seguía... Seguíamos vivos.
Entonces se escuchó algo que nos sobresaltó a los dos. Nos separamos y volteamos a todos lados. El pequeño corrió hasta nosotros asustado y lo cargué.
—¿Qué sucede?—dije viendo como el aire comenzaba a aumentar moviendo mi cabello y mi vestido en demasía.
—No lo sé.
Un estruendo detrás de nosotros nos hizo darnos vuelta y entonces la vi. Una puerta.
—Alex—dije entusiasmada y nerviosa.
—Ve Adele, corre. Este clima no está bien—dijo quitándome a nuestro hijo.
—Mamá—dijo mi pequeño estirando la mano.
—Mamá volverá enseguida, no te preocupes—lo tranquilizó Alex—. Ve Adele.
Asentí y corrí hasta la puerta.

Cuando salí, no salí al hospital ni a la habitación de Melody. Esta vez era una calle. Los edificios se erguían frente a mí. Volteé hacia atrás y vi la puerta de una tienda, es como si hubiera salido de esa tienda. Confundida empecé a ver al rededor. Es de noche y no se porque estoy aquí. Entonces los vi. Sam, David y Melody corriendo hacia un montón de gente.
—Melody—grité y corrí hacia ellos.
Se hicieron paso entre el gentío y llegaron hasta unos autos. Se acercaron a uno de ellos.
—¿Qué te sientes? ¿Rápido y furioso? Sal de ese auto en este momento—dijo Sam enfadado.
Solo en ese momento me di cuenta de que Angelo estaba dentro del auto.
—¡Angelo!—grité desesperada.
No me escuchó. El ruido de los gritos de la gente apagó mi voz.
—Melody, cariño—la abracé para que dejara de temblar pero no se percató.
Volteé hacia el auto. Vi a Angelo y pude ver que estaba ebrio.
—Angelo hijo sal de ahí—dije acercándome a la ventanilla.
Pudo escucharme porque volteó a todos lados pero después sacudió la cabeza y volvió a fijar la vista en el camino.
Pensé a toda velocidad que hacer, que hacer para detenerlo.
Corrí por la calle hasta una distancia considerable y me detuve. Vi como arrancaban los coches. Cuando se estaba acercando me puse frente al auto de Angelo.
—Angelo detente—le grité.
Vi su cara de confusión e impresión. Está completamente ebrio—. Angelo... Amor por favor detente.
Vi como empezaba a desacelerar. Se detuvo por completo frente a mí y se golpeó la frente contra el volante por la velocidad que llevaba el auto. Se levantó, se recuperó un poco y salió del auto corriendo.
—Angelo—abrí los brazos y corrió hasta mi.
—¿Mamá?—lo abracé.
—¿Qué estabas haciendo? ¿En qué estabas pensando?—le di un beso en la frente pero él seguía tan impactado que no se movió.
—¡Angelo eres un idiota!—gritó Melody corriendo hacia nosotros.
Volteó a verla y tambaleante empezó a caminar hacia ella. Vi que su frente sangraba.
—Angelo... Angelo—se desmayó en los brazos de David.
—¡Angelo!—iba a ir hacia ellos pero vi cómo se abrió la puerta de la tienda—. No... Déjame ir con ellos—grité al cielo.
Caminé pero ya no pude acercarme, tenía que ir hacia la puerta y no había otra opción.

Then and now... And always Donde viven las historias. Descúbrelo ahora